Me gusta la fotografía. Mi
mayor atracción es la fotografía artística, dándole efectos especiales a las
fotos o enfocándome en pequeños detalles, como una pequeña florcita muy de
cerca, o algún otro detalle. No soy tan aficionado de fotografiar eventos, y
mucho menos grupos de gente que posen para la foto, y muuuucho menos todavía hacer
selfis. Con mirarme al espejo ya tengo susto suficiente, no necesito mirar
encima fotos en que aparezco. Y muy raras veces también que publico en las
redes fotos personales o familiares. ¿Para qué lo haría?
Pero hay cosas que sí valen
la pena compartir, porque edifican e inspiran a otros. Y estas son nuestras
experiencias con el Señor. ¿Qué has experimentado en estos días con el Señor
que podría bendecir a otros si lo compartes? Al final de la prédica habrá un
corto tiempo para que alguien pueda compartir su vivencia.
El salmista David ha tenido
innumerables experiencias con Dios. Muchas de ellas se reflejan de alguna
manera en los Salmos, porque estos poemas, canciones y oraciones surgieron de
su vida diaria. Los salmos son una especie de diario espiritual de David. Así
también el salmo de hoy, el Salmo 34. En el hebreo, este Salmo tiene una
particularidad, ya que cada estrofa empieza con la siguiente letra del
abecedario hebreo. A este tipo de salmos se los llama “Salmo alfabético”.
Veamos entonces la experiencia de David y la enseñanza que él saca de ella para
todos nosotros.
FSalmo 34
David viene de una
experiencia que le ha impresionado tanto que, antes de poder contar siquiera
qué es lo que pasó, brota de él un compromiso de alabanza continua: “Bendeciré
al Señor a todas horas; mis labios siempre lo alabarán” (v. 1 – DHH). Una
versión en inglés dice: “Nunca pararé de cantar sus alabanzas” (ERV –
traducción libre). La intervención de Dios en su vida ha sido tan marcante, que
no alabarlo continuamente sería ingratitud; sería tener en poco
lo que Dios hizo. Normalmente somos muy buenos para pedir y pedir, pero si Dios
nos concede lo que tanto le hemos pedido, ¿le agradecemos también con el mismo
ímpetu de lo que le hemos pedido? David, por lo menos, hace aquí un compromiso
de no dejar de reconocer y exaltar lo que Dios hizo a su favor. Pero esta
alabanza no es solamente un asunto entre él y Dios, sino es una alabanza
pública que tiene sus efectos positivos también sobre otros. Los que la
escuchan serán también reconfortados. Seguro que también ustedes muchas veces han
experimentado gran alegría y han alabado al Señor al escuchar el testimonio de
otros de cómo el Señor ha actuado en su vida. Ese es el poder multiplicador de
nuestros testimonios. Es muy lindo experimentar al Señor de manera muy
palpable, pero vayamos un paso más y contemos a otros de nuestra experiencia
para que muchos otros puedan ser bendecidos por nuestra experiencia y alaben
también al Señor juntamente con nosotros, como David invita a todos los que lo
escuchan: “Alabemos juntos y a una voz la grandeza del nombre del Señor”
(v. 3 – DHH).
Después de haber abierto esta
válvula para dejar salir la emoción y gratitud al Señor que él no pudo callar,
recién ahí él dice qué es lo que pasó: “Busqué a Jehová, y él me oyó y me
libró de todos mis temores” (v. 4 – RV95). “Este pobre clamó, y el Señor
lo oyó y lo libró de todas sus angustias” (v. 6 – RVC). Vemos que David ha
pasado por una situación extremadamente difícil, de la cual lo ha librado el
Señor. En este punto es preciso volver al encabezamiento que lleva este Salmo y
que nos arroja luz sobre cuál fue esa experiencia angustiante. Si vamos al
inicio del versículo 1, leemos: “Salmo de David, cuando fingió estar demente
ante Abimélec, por lo cual éste lo arrojó de su presencia” (v. 1 – NBD).
Este episodio está relatado en 1 Samuel 21. David tuvo que huir de Saúl quien
no descansaba en su intento de matarlo. Esto lo llevó a David a muchas
situaciones extremas en que tuvo que tomar medidas extremas. Una de ellas fue
refugiarse en Gat, una de las ciudades más importantes de los filisteos,
archienemigos de los hebreos. Su problema fue que, a pesar de haber pasado ya
algún tiempo, los funcionarios del rey de Gat lo reconocieron: “¡Pero si
este es David, servidor de Saúl, el rey de esta tierra! ¡Él es de quien
cantaban en las danzas: ‘Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David’” (1
S 21.11 – DHH)! En otras palabras: “¡Este es quien mató a Goliat, nuestro héroe
nacional máximo!” David se dio cuenta con terror que había metido su cabeza en
la boca del león, y para tratar de zafarse de algún modo, fingió estar loco. Por
obra de Dios resultó su estrategia. El rey recriminó a sus funcionarios de que
no le lleven a su presencia otro loco más, que ya tenía suficiente con los que
lo rodeaban. Si este rey hubiera sabido que acaba de liberar al hombre que
prácticamente marcaría el fin de la época de poder de los filisteos, no sé qué
hubiera hecho. Pero es esta liberación sobrenatural que le llevó a David
estallar en este canto de júbilo al inicio de este Salmo.
Y esta, y muchas otras
experiencias más, llevaron a David a declarar: “Los que miran al Señor
quedan radiantes de alegría y jamás se verán defraudados” (v. 5 – DHH). “Pues
el ángel del SEÑOR es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen”
(v. 7 – NTV). Sabemos que Dios tiene múltiples maneras de protegernos, pero es
muy alentador esta imagen de un ángel que esté dando vueltas alrededor de
nosotros, protegiéndonos. En momentos en que el miedo quiera invadirnos y
perturbarnos, esto puede ser muy reconfortante. Las imágenes que hay por ahí
del “ángel guardián” no son inventos, sino tienen un fundamento, por ejemplo, en
este versículo. El siervo de Eliseo también vio un ejército de ángeles en
carros de fuego alrededor de su ciudad que estaba siendo atacada por el enemigo
(2 R 6.17). Estoy seguro que
muchos de nosotros también podríamos dar testimonio de protecciones
sobrenaturales que hemos vivido.
¿No ha sido tu
experiencia? ¿Dudas de esto? Fijate entonces la recomendación de David en el
siguiente versículo: “Prueben, y vean que el Señor es bueno. ¡Feliz el
hombre que en él confía” (v. 8 – DHH)! Atrévete a probarlo por ti mismo.
¿Qué puedes perder con confiar en el Señor? Probablemente sólo tu egoísmo y
autosuficiencia, actitudes contrarias a lo que el Señor quiere para ti. Pero te
voy a decir lo que puedes ganar haciéndolo: una fe viva y práctica (no
mera teoría); una relación más íntima con el Señor; un amor creciente hacia
Dios; experiencias que no querrás olvidar más; mayor confianza en las
siguientes pruebas, etc., o sea: crecimiento espiritual. ¿No te gustaría esto?
Dichosa, bienaventurada la persona que se atreve a confiar en el Señor, porque él
es el único que jamás te fallará. Él va a darte lo que corresponde a sus planes
generosos. Lo único que nos corresponde hacer es confiar en él, honrarle,
buscar su presencia, adorarlo. Jesús lo llamó “buscar el reino de Dios, y lo
demás vendría por añadidura.” David lo llama: “Teman al SEÑOR, ustedes los
de su pueblo santo, pues los que le temen tendrán todo lo que necesitan”
(v. 9 – NTV).
Mi hijo estaba
en estos días con fuertes deseos y también con la necesidad de comprarse una
moto, porque tiene 10 km hasta su trabajo (allá en el Chaco), y la motito que
le prestaron está pidiendo auxilio en cada viaje. Estuvimos mucho en contacto
respecto a este tema, viendo qué posibilidades habría. En estos días le
pregunté a qué conclusión había llegado y me dijo que económicamente no veía la
posibilidad de conseguirse la moto que nos pareció tan adecuada para esto. Le
envié este versículo y le dije: “Lastimosamente dice ahí: ‘tendrán todo lo que necesitan’,
y no: ‘todo lo que desean’”, pero que el temor, la reverencia, la
adoración al Señor eran la clave para llevar una vida que da honra a Dios. O
como David también lo expresa en otro Salmo que estudiaremos el próximo domingo:
“Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Sal
37.4 – NVI). Disfrutar nuestra relación con Dios es la clave para vivir una
vida sin ansiedad, porque nos damos cuenta que, teniéndole a él, tenemos mucho
más de lo que nos podemos imaginar: “…los que buscan al Señor lo tienen todo”
(v. 10 – RVC); “…a los que confían en el SEÑOR no les faltará ningún bien”
(NTV).
Toda esta
experiencia le lleva a David a sacar conclusiones y enseñarlas a otros (por si
no hubiera enseñado mucho ya con contar su testimonio). En los siguientes
versículos, él da algunos ejemplos prácticos de lo que significa tener temor de
Jehová:
·
controlar
su lengua: no hablar mal ni decir mentiras (v. 13)
·
mantener
un estilo de vida intachable: apartarse del mal y reemplazarlo por el bien (v.
14)
·
buscar la
paz y luchar por mantenerla (v. 14).
Más que acciones
que nos llevan a tener temor de Jehová, éstos son los resultados de este
temor. Son señales visibles de vivir en reverencia e intimidad con el Señor. Precisamente,
los siguientes versículos dan testimonio de una intimidad muy fuerte entre Dios
y el adorador. Dios es descrito como velando minuciosamente por la vida del justo
y teniendo un oído siempre abierto a su clamor. Se percibe mucha ternura de
parte de Dios al atender a los justos: “El Señor está cerca, para salvar a
los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza” (v. 18
– DHH). ¿No es consolador también saber este detalle de nuestro Dios? No
solamente nos protege, como ya habíamos visto, sino que está muy cerca de
nosotros, especialmente de los que tienen el corazón hecho pedazos, para
levantarlos nuevamente y sanar sus heridas. Muy frecuentemente, cuando uno está
tan roto y sin esperanza es cuando más lejos uno lo siente a Dios. Pero vemos
en este Salmo que él está ahí con todo su amor y ternura, ocupándose de cada
detalle de lo que nos sucede. A veces parece que los Salmos pintan un cuadro de
los justos demasiado optimista como para ser verdad. Por lo menos según nuestra
propia experiencia. Pareciera que los que son de Dios no tienen ningún
problema. Tendrían razón entonces aquellos de los evangelistas que dicen:
“Acepta a Cristo, y todos tus problemas se solucionarán.” Pero David es muy
realista en este Salmo: “El bueno no está libre de tribulación; también
tiene sus problemas pero en todos ellos lo auxilia el SEÑOR” (v. 19 – NBD).
Para muchos, los problemas recién empiezan cuando aceptan a Cristo como su
Señor y Salvador, pero con él tienen los recursos para enfrentar y superar
estos problemas. Con los malvados es otra la historia. Ellos sí están
abandonados a su suerte, desprovistos de toda ayuda del Señor porque ellos
mismos se cierran a su intervención, se escapan de su ayuda, pero a “…los
que confían en él no sufrirán ningún castigo” (v. 22 – TLA).
Esta fue una de
las tantas experiencias que David tuvo con Dios. Su caminar con el Señor fue
realmente una aventura, y los Salmos reflejan muchas de estas vivencias
impactantes. Quizás consideras que tus vivencias con el Señor son
insignificantes en comparación con las de David. ¡No lo creas! El Señor tiene
un camino diferente para cada uno. Si tienes ojos y oídos abiertos y el deseo
sincero de experimentarlo a Dios, él se te va a manifestar y te va a llevar
también por una vida de aventuras con él. Esto no es teoría. Es vivir la vida
cristiana conscientemente, de lunes a lunes. Dios no se limita sólo a los
cultos los domingos, y si lo tratas así, lo lamento. Él es un Dios de todos los
días que se manifiesta en los mínimos detalles. Falta no más que tengamos la
sensibilidad suficiente como para detectar su mover. Ocúpate de llevar una vida
recta que refleja tu relación personal e íntima con Dios, y deléitate en él;
disfruta de su presencia y compañía; gózate en obedecerlo, y experimentarás
cosas sorprendentes. ¿Se te ocurren dos o tres cosas prácticas que vas a hacer
esta semana? Anotátelas para no olvidarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario