sábado, 28 de mayo de 2022

Tu experiencia con Dios

 




                   Me gusta la fotografía. Mi mayor atracción es la fotografía artística, dándole efectos especiales a las fotos o enfocándome en pequeños detalles, como una pequeña florcita muy de cerca, o algún otro detalle. No soy tan aficionado de fotografiar eventos, y mucho menos grupos de gente que posen para la foto, y muuuucho menos todavía hacer selfis. Con mirarme al espejo ya tengo susto suficiente, no necesito mirar encima fotos en que aparezco. Y muy raras veces también que publico en las redes fotos personales o familiares. ¿Para qué lo haría?

                   Pero hay cosas que sí valen la pena compartir, porque edifican e inspiran a otros. Y estas son nuestras experiencias con el Señor. ¿Qué has experimentado en estos días con el Señor que podría bendecir a otros si lo compartes? Al final de la prédica habrá un corto tiempo para que alguien pueda compartir su vivencia.

                   El salmista David ha tenido innumerables experiencias con Dios. Muchas de ellas se reflejan de alguna manera en los Salmos, porque estos poemas, canciones y oraciones surgieron de su vida diaria. Los salmos son una especie de diario espiritual de David. Así también el salmo de hoy, el Salmo 34. En el hebreo, este Salmo tiene una particularidad, ya que cada estrofa empieza con la siguiente letra del abecedario hebreo. A este tipo de salmos se los llama “Salmo alfabético”. Veamos entonces la experiencia de David y la enseñanza que él saca de ella para todos nosotros.

 

                   FSalmo 34

 

                   David viene de una experiencia que le ha impresionado tanto que, antes de poder contar siquiera qué es lo que pasó, brota de él un compromiso de alabanza continua: “Bendeciré al Señor a todas horas; mis labios siempre lo alabarán” (v. 1 – DHH). Una versión en inglés dice: “Nunca pararé de cantar sus alabanzas” (ERV – traducción libre). La intervención de Dios en su vida ha sido tan marcante, que no alabarlo continuamente sería ingratitud; sería tener en poco lo que Dios hizo. Normalmente somos muy buenos para pedir y pedir, pero si Dios nos concede lo que tanto le hemos pedido, ¿le agradecemos también con el mismo ímpetu de lo que le hemos pedido? David, por lo menos, hace aquí un compromiso de no dejar de reconocer y exaltar lo que Dios hizo a su favor. Pero esta alabanza no es solamente un asunto entre él y Dios, sino es una alabanza pública que tiene sus efectos positivos también sobre otros. Los que la escuchan serán también reconfortados. Seguro que también ustedes muchas veces han experimentado gran alegría y han alabado al Señor al escuchar el testimonio de otros de cómo el Señor ha actuado en su vida. Ese es el poder multiplicador de nuestros testimonios. Es muy lindo experimentar al Señor de manera muy palpable, pero vayamos un paso más y contemos a otros de nuestra experiencia para que muchos otros puedan ser bendecidos por nuestra experiencia y alaben también al Señor juntamente con nosotros, como David invita a todos los que lo escuchan: “Alabemos juntos y a una voz la grandeza del nombre del Señor” (v. 3 – DHH).

                   Después de haber abierto esta válvula para dejar salir la emoción y gratitud al Señor que él no pudo callar, recién ahí él dice qué es lo que pasó: “Busqué a Jehová, y él me oyó y me libró de todos mis temores” (v. 4 – RV95). “Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias” (v. 6 – RVC). Vemos que David ha pasado por una situación extremadamente difícil, de la cual lo ha librado el Señor. En este punto es preciso volver al encabezamiento que lleva este Salmo y que nos arroja luz sobre cuál fue esa experiencia angustiante. Si vamos al inicio del versículo 1, leemos: “Salmo de David, cuando fingió estar demente ante Abimélec, por lo cual éste lo arrojó de su presencia” (v. 1 – NBD). Este episodio está relatado en 1 Samuel 21. David tuvo que huir de Saúl quien no descansaba en su intento de matarlo. Esto lo llevó a David a muchas situaciones extremas en que tuvo que tomar medidas extremas. Una de ellas fue refugiarse en Gat, una de las ciudades más importantes de los filisteos, archienemigos de los hebreos. Su problema fue que, a pesar de haber pasado ya algún tiempo, los funcionarios del rey de Gat lo reconocieron: “¡Pero si este es David, servidor de Saúl, el rey de esta tierra! ¡Él es de quien cantaban en las danzas: ‘Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David’” (1 S 21.11 – DHH)! En otras palabras: “¡Este es quien mató a Goliat, nuestro héroe nacional máximo!” David se dio cuenta con terror que había metido su cabeza en la boca del león, y para tratar de zafarse de algún modo, fingió estar loco. Por obra de Dios resultó su estrategia. El rey recriminó a sus funcionarios de que no le lleven a su presencia otro loco más, que ya tenía suficiente con los que lo rodeaban. Si este rey hubiera sabido que acaba de liberar al hombre que prácticamente marcaría el fin de la época de poder de los filisteos, no sé qué hubiera hecho. Pero es esta liberación sobrenatural que le llevó a David estallar en este canto de júbilo al inicio de este Salmo.

                   Y esta, y muchas otras experiencias más, llevaron a David a declarar: “Los que miran al Señor quedan radiantes de alegría y jamás se verán defraudados” (v. 5 – DHH). “Pues el ángel del SEÑOR es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen” (v. 7 – NTV). Sabemos que Dios tiene múltiples maneras de protegernos, pero es muy alentador esta imagen de un ángel que esté dando vueltas alrededor de nosotros, protegiéndonos. En momentos en que el miedo quiera invadirnos y perturbarnos, esto puede ser muy reconfortante. Las imágenes que hay por ahí del “ángel guardián” no son inventos, sino tienen un fundamento, por ejemplo, en este versículo. El siervo de Eliseo también vio un ejército de ángeles en carros de fuego alrededor de su ciudad que estaba siendo atacada por el enemigo (2 R 6.17). Estoy seguro que muchos de nosotros también podríamos dar testimonio de protecciones sobrenaturales que hemos vivido.

                   ¿No ha sido tu experiencia? ¿Dudas de esto? Fijate entonces la recomendación de David en el siguiente versículo: “Prueben, y vean que el Señor es bueno. ¡Feliz el hombre que en él confía” (v. 8 – DHH)! Atrévete a probarlo por ti mismo. ¿Qué puedes perder con confiar en el Señor? Probablemente sólo tu egoísmo y autosuficiencia, actitudes contrarias a lo que el Señor quiere para ti. Pero te voy a decir lo que puedes ganar haciéndolo: una fe viva y práctica (no mera teoría); una relación más íntima con el Señor; un amor creciente hacia Dios; experiencias que no querrás olvidar más; mayor confianza en las siguientes pruebas, etc., o sea: crecimiento espiritual. ¿No te gustaría esto? Dichosa, bienaventurada la persona que se atreve a confiar en el Señor, porque él es el único que jamás te fallará. Él va a darte lo que corresponde a sus planes generosos. Lo único que nos corresponde hacer es confiar en él, honrarle, buscar su presencia, adorarlo. Jesús lo llamó “buscar el reino de Dios, y lo demás vendría por añadidura.” David lo llama: “Teman al SEÑOR, ustedes los de su pueblo santo, pues los que le temen tendrán todo lo que necesitan” (v. 9 – NTV).

                   Mi hijo estaba en estos días con fuertes deseos y también con la necesidad de comprarse una moto, porque tiene 10 km hasta su trabajo (allá en el Chaco), y la motito que le prestaron está pidiendo auxilio en cada viaje. Estuvimos mucho en contacto respecto a este tema, viendo qué posibilidades habría. En estos días le pregunté a qué conclusión había llegado y me dijo que económicamente no veía la posibilidad de conseguirse la moto que nos pareció tan adecuada para esto. Le envié este versículo y le dije: “Lastimosamente dice ahí: ‘tendrán todo lo que necesitan’, y no: ‘todo lo que desean’”, pero que el temor, la reverencia, la adoración al Señor eran la clave para llevar una vida que da honra a Dios. O como David también lo expresa en otro Salmo que estudiaremos el próximo domingo: “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Sal 37.4 – NVI). Disfrutar nuestra relación con Dios es la clave para vivir una vida sin ansiedad, porque nos damos cuenta que, teniéndole a él, tenemos mucho más de lo que nos podemos imaginar: “…los que buscan al Señor lo tienen todo” (v. 10 – RVC); “…a los que confían en el SEÑOR no les faltará ningún bien” (NTV).

                   Toda esta experiencia le lleva a David a sacar conclusiones y enseñarlas a otros (por si no hubiera enseñado mucho ya con contar su testimonio). En los siguientes versículos, él da algunos ejemplos prácticos de lo que significa tener temor de Jehová:

·         controlar su lengua: no hablar mal ni decir mentiras (v. 13)

·         mantener un estilo de vida intachable: apartarse del mal y reemplazarlo por el bien (v. 14)

·         buscar la paz y luchar por mantenerla (v. 14).

                   Más que acciones que nos llevan a tener temor de Jehová, éstos son los resultados de este temor. Son señales visibles de vivir en reverencia e intimidad con el Señor. Precisamente, los siguientes versículos dan testimonio de una intimidad muy fuerte entre Dios y el adorador. Dios es descrito como velando minuciosamente por la vida del justo y teniendo un oído siempre abierto a su clamor. Se percibe mucha ternura de parte de Dios al atender a los justos: “El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza” (v. 18 – DHH). ¿No es consolador también saber este detalle de nuestro Dios? No solamente nos protege, como ya habíamos visto, sino que está muy cerca de nosotros, especialmente de los que tienen el corazón hecho pedazos, para levantarlos nuevamente y sanar sus heridas. Muy frecuentemente, cuando uno está tan roto y sin esperanza es cuando más lejos uno lo siente a Dios. Pero vemos en este Salmo que él está ahí con todo su amor y ternura, ocupándose de cada detalle de lo que nos sucede. A veces parece que los Salmos pintan un cuadro de los justos demasiado optimista como para ser verdad. Por lo menos según nuestra propia experiencia. Pareciera que los que son de Dios no tienen ningún problema. Tendrían razón entonces aquellos de los evangelistas que dicen: “Acepta a Cristo, y todos tus problemas se solucionarán.” Pero David es muy realista en este Salmo: “El bueno no está libre de tribulación; también tiene sus problemas pero en todos ellos lo auxilia el SEÑOR” (v. 19 – NBD). Para muchos, los problemas recién empiezan cuando aceptan a Cristo como su Señor y Salvador, pero con él tienen los recursos para enfrentar y superar estos problemas. Con los malvados es otra la historia. Ellos sí están abandonados a su suerte, desprovistos de toda ayuda del Señor porque ellos mismos se cierran a su intervención, se escapan de su ayuda, pero a “…los que confían en él no sufrirán ningún castigo” (v. 22 – TLA).

                   Esta fue una de las tantas experiencias que David tuvo con Dios. Su caminar con el Señor fue realmente una aventura, y los Salmos reflejan muchas de estas vivencias impactantes. Quizás consideras que tus vivencias con el Señor son insignificantes en comparación con las de David. ¡No lo creas! El Señor tiene un camino diferente para cada uno. Si tienes ojos y oídos abiertos y el deseo sincero de experimentarlo a Dios, él se te va a manifestar y te va a llevar también por una vida de aventuras con él. Esto no es teoría. Es vivir la vida cristiana conscientemente, de lunes a lunes. Dios no se limita sólo a los cultos los domingos, y si lo tratas así, lo lamento. Él es un Dios de todos los días que se manifiesta en los mínimos detalles. Falta no más que tengamos la sensibilidad suficiente como para detectar su mover. Ocúpate de llevar una vida recta que refleja tu relación personal e íntima con Dios, y deléitate en él; disfruta de su presencia y compañía; gózate en obedecerlo, y experimentarás cosas sorprendentes. ¿Se te ocurren dos o tres cosas prácticas que vas a hacer esta semana? Anotátelas para no olvidarlas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario