lunes, 30 de mayo de 2022

Expectativas

 





            El domingo pasado, la hermana Luz les preguntó por qué habían venido a la iglesia. Y hoy, les pregunto lo mismo. O, mejor dicho, voy un paso más: ¿Qué expectativa tienes del culto? ¿Qué esperas que suceda? ¿Qué debería suceder para que lo puedas calificar de “buen culto”? El autor del Salmo de hoy nos dará sus propias respuestas apasionadas a estas preguntas.

            ¿Pueden recordar algún suceso o algo que ustedes han esperado con tantas ansias que casi se desesperaron? Yo recuerdo cuando era niño que me pasaba esto en los días previos a la Navidad. Esperaba con tremendas ansias que llegue ese día. Recuerdo que una vez le imploré a Dios que haga que cada día tenga sólo 2 horas de duración para que así llegue más rápido el día de la Navidad.

            Una ansiedad similar, pero multiplicado por 10, es lo que experimentaba el salmista por una razón que él expresa en el Salmo 84 que estudiaremos hoy.

 

            FSalmo 84

 

            Ya en el primer versículo, el descendiente de Coré entona un canto de alabanza al templo de Dios, al lugar donde habita el Señor. El salmista queda cautivado, fascinado por la belleza del templo. Pero, como veremos más tarde, no es tanto la belleza física lo que tanto lo atrae, sino algo mucho más allá de las estructuras y adornos del edificio en sí.

            Pero aparentemente no está todavía dentro del templo. Me lo imagino peregrinando hacia el templo y estar ya tan cerca de poder verlo en todo su esplendor. Y cuánto más él se acerca, más crece en él la ansiedad por estar en los recintos del templo: “¡Con qué ansia y fervor deseo estar en los atrios de tu templo” (v. 2 – DHH)! Vemos esas tremendas ganas de llegar ya al templo. Como yo pedí que cada día antes de Navidad tenga sólo 2 horas, así él anhela con toda el alma que cada metro que falta para llegar al templo se reduzca a tan sólo 1 milímetro. Pero cuán grande es verdaderamente su ansia de llegar lo vi cuando leí otra versión que dice: “Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos” (NVI). Y yo me pregunté: ¿Alguna vez he agonizado por estar en la iglesia? Desearlo con tanta fuerza que me enfermo o me muero si no lo logro. ¿Te pasó ya alguna vez algo parecido? Quizás podemos anhelar con toda el alma que llegue Navidad, el superclásico, el ascenso en el trabajo, la graduación, la boda, el nacimiento del bebé, etc., pero, ¿agonizar por estar en la presencia de Dios? Quizás el tener al Espíritu Santo viviendo dentro de nosotros y poder estar continuamente en la presencia de Dios no nos permite sentir tal desesperación como el salmista que cada tanto no más podía acceder al templo, símbolo de la presencia de Dios. Pero no nos haría mal tener un poquito de esa ansiedad del salmista, la expectativa de algo que va a suceder.

            Esta expectativa gozosa del salmista lo hace lanzar gritos de júbilo y cantar alabanzas con todas las fuerzas: “Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida” (v. 2 – NVI). La boca ya no le alcanza al salmista para expresar su alegría y su alabanza. Todo el cuerpo tiene que participar para exteriorizar lo que está adentro. ¿Por qué nos ponemos en pie para las canciones de alabanza? ¿Por qué aplaudimos? ¿Sólo porque el líder de alabanza nos ordenó ponernos en pie? ¿Sólo porque la persona al lado lo hace? ¿Sólo para no ser el raro al que todos le miran preguntándose: ‘Y a este, ¿qué le pasa?’? Lo que hagamos, debe ser expresión de nuestro interior. Si el corazón no salta, el cuerpo no debería hacer como que sí lo hace, aunque el líder nos quiera casi hacer saltar a la fuerza. Por otro lado, a veces hacer saltar al cuerpo hace moverse de tal forma al corazón que este también empieza a saltar, primero medio a la fuerza, luego empieza a mover un pie para terminar remolineando como un ciclón. Pero esta expresión física debe ser fruto de una firme determinación de no dejarnos vencer por las desganas del cuerpo, sino dominar al cuerpo y obligarlo a responder a nuestra determinación de alabar al Señor.

            Celebro la libertad de expresión en esta iglesia para alabar al Señor. Claro, siempre y cuando no causa distracción a los demás. Cada uno tiene una forma diferente de expresar su alabanza a Dios. Si no me creen, pongan lado a lado un alemán y un africano y lo verán. Así que, si tu adoración al Señor requiere de ti una expresión diferente de la que mostraste hasta ahora o de la que muestran los demás, hazlo. Por ejemplo, la expresión que nace del alma de la joven Fiorella Núñez es la danza. Esa es su manera de adorar a Dios. Esas ansias que sentía el salmista por estar en la casa de Dios las siente ella de ser finalmente miembro de esta iglesia para empezar a ejercer su ministerio de danza. Lastimosamente por motivos de enfermedad no puede estar hoy aquí, pero le mandamos un gran saludo. Estamos también expectantes de que puedas desarrollar tus dones. Alabar a Dios no es sólo cantar o tocar un instrumento, y que, si no puedes hacer ninguno de los dos, ¡amóntema! Dios nos hizo todos diferentes, y podemos expresar nuestro amor también de manera diferente. Así como la de Fio, espero que surjan otras manifestaciones más de alabanza y adoración que nos enriquezcan y estimulen mutuamente a la adoración.

            El templo y la presencia de Dios que irradia del mismo hacen que el salmista exprese su alabanza con cuerpo y alma. La presencia de Dios crea tal ambiente agradable que hasta los animales se siente atraídos: “Aun el gorrión y la golondrina hallan lugar en tus altares donde hacerles nido a sus polluelos, oh Señor todopoderoso, Rey mío y Dios mío” (v. 3 – DHH). ¿Será por eso que tenemos a las palomas encima de nuestras cabezas? Para el salmista, por lo menos, la presencia de los pajaritos era un símbolo de lo atractivo que es la presencia de Dios. Hasta parece sentir cierta envidia de estos pajaritos por poder estar siempre en el templo, porque expresa en el siguiente versículo: “¡Qué felices son los que viven en tu templo! ¡Nunca dejan de alabarte” (v. 4 – TLA)! El salmista no se refiere aquí a los cuidadores que viven en las instalaciones del templo, sino el estar continuamente en la presencia de Dios. Nosotros tenemos la enorme ventaja, como ya dije, de tener el Espíritu Santo en nosotros y poder estar todo el tiempo en la presencia de Dios. Para los creyentes del tiempo del salmista no era tan fácil porque la manifestación por excelencia de Dios se daba únicamente en el templo. Por eso él deseaba poder estar todo el tiempo en la casa de Dios.

            No obstante, reconoce que lo esencial no es el edificio del templo, como ya dijimos al principio, sino Dios quien con su presencia gloriosa llena a todo el edificio. Por eso, su anhelo va dirigido hacia Dios y declara feliz al que comparte con él ese anhelo: “¡Cuán felices son los que hallan fuerzas en ti, los que ponen su corazón en tus caminos” (v. 5 – RVC)! Este versículo también se puede entender como que son felices los que recorren los caminos que llevan al templo. Aun así, expresa el deseo de estar en la presencia de Dios. Y el estar en su presencia tendrá sus consecuencias hasta sobre el medio ambiente. En el versículo 6 él habla de un “valle de lágrimas” que, al paso de los que estuvieron en la presencia de Dios, se convierte en un manantial que brinda bendición y bienestar, mientras ellos mismos también van creciendo y fortaleciéndose (v. 7). Podríamos compararlo con Moisés cuando bajó de haber estado en la presencia de Dios en el monte Sinaí. Su cara brillaba tanto de la gloria de Dios que el pueblo no lo soportaba. Cuando estamos en la presencia de Dios, nuestro entorno lo percibe. Los líderes religiosos de Jerusalén tuvieron que reconocer que los discípulos habían estado con Jesús (Hch 4.13). Si quieres saber si es así en tu caso, preguntale a tu cónyuge, a tus hijos, tus hermanos o quien sea que comparte el día a día contigo.

            Por todo lo que el salmista ha experimentado en la presencia de Dios, estar ahí es lo único que él desea en la vida. Ni 1.000 días en el mundo pueden equilibrar un solo día en la casa de Dios. Y él ni siquiera pretende ser el huésped de honor en primera fila. Con estar de ujier en la puerta, ya le basta. Probablemente no sea ni siquiera estar en la puerta misma del templo, sino estar de guardia en el portón de la calle, en el acceso al recinto del templo con sus varios patios para extranjeros, para mujeres, etc. Aun allá, donde poco pueda percibir de lo que ocurre en el interior del templo, y donde hay mucho bullicio, se percibe la influencia de la presencia de Dios. La Traducción en Lenguaje Actual dice: “…prefiero dedicarme a barrer tu templo que convivir con los malvados” (v. 10 – TLA). Estar en el acceso al templo es todavía incomparablemente mejor que estar en cualquier otra parte del mundo, por más hermoso y atractivo fuese, “porque Dios el Señor nos alumbra y nos protege; el Señor ama y honra a los que viven sin tacha, y nada bueno les niega” (v. 11 – DHH). Por eso, el salmista cierra su poema con esta alabanza: “Señor todopoderoso, ¡felices los que en ti confían” (v. 12 – DHH)!

            Vuelvo otra vez a las preguntas del inicio: ¿qué expectativas tienes de los cultos? ¿Qué esperas de ellos? En el salmista no veo nada de una actitud demandante para que le sirvan un culto perfecto, un show de alto nivel, “porque si no, no vengo más.”; no percibo un espíritu de crítica de la vestimenta de la hermana, de la voz desafinada del hermano detrás de él, de las torpezas del pastor con sus decisiones totalmente desacertadas —según él—, de la falta de profesionalismo de los músicos, etc.; no percibo en él una actitud de ser el jurado profesional que ha sido invitado a calificar los diferentes aspectos del culto. Pero sí percibo en él un gozo desbordante, una contemplación y adoración del Señor, un deseo incontenible de exaltar al Señor, una sed de escuchar las instrucciones del Señor. Percibo en él el deseo de dar: de dar su atención, de dar su adoración, de dar su obediencia. ¿Quién creen que será más edificado, el que anhela dar o el que demanda plato servido? ¿Quién de los dos será de edificación e inspiración para otros? ¿Quién de los dos eres tú? ¿Quién de los dos quieres ser en el futuro?


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