Para refrescar un poco la memoria:
hace dos semanas habíamos estudiado el mensaje de Cristo a la iglesia de
Esmirna. Habíamos visto que el que nace solo físicamente, muere física y
espiritualmente, lo que significa la separación eterna de Dios y la condenación
al infierno. Pero el que nace física y espiritualmente, muere solo físicamente
para luego estar por toda la eternidad con Dios, disfrutando la vida plena que
él da. Y la decisión acerca de cuál de estos dos es el caso de cada cual la
toma cada uno en esta vida. El que acepta consciente y voluntariamente a Jesús
como su Señor y Salvador acaba de nacer espiritualmente y llega a tener vida
eterna desde ese preciso momento.
Cuando el famoso Chapulín Colorado se
encontró ante una amenaza de gente malvada, le preguntaron si necesitaba un
guardaespaldas. Por el miedo que él sentía dijo que no necesitaba solamente de
un guardaespaldas, sino también de un guardabarrigas, guardabrazos y
guardatodo. Bueno, nuestro texto de hoy no habla de guardaespaldas, pero sí de
la necesidad de levantar una protección en toda dirección. Leamos ahora el
mensaje de Cristo a la iglesia de Pérgamo…
F Ap 2.12-2.17
Este mensaje de Jesús estaba
dirigida a la iglesia de Pérgamo. Un comentarista dice lo siguiente acerca de
esta localidad: “La ciudad de Pérgamo estaba construida sobre una colina de
unos 330 metros de altura sobre la región circunvecina, creando una fortaleza
natural. Era una ciudad moderna, un centro de la cultura griega y la educación,
con una biblioteca que contaba con 200,000 volúmenes. Pero también era el
centro de cuatro sectas y rivalizaba con Éfeso en su adoración de ídolos. El
dios principal de la ciudad estaba simbolizado por una serpiente, y a ese dios
se le consideraba el dios de la sanidad. La gente de todas partes iba a Pérgamo
en busca de sanidad de parte de ese dios” (Comentarios de la Biblia del Diario
Vivir). Esta descripción nos ayuda a entender otros detalles que vienen más
adelante en el texto.
Jesús se presenta a esta iglesia como
“el que tiene la espada aguda de doble
filo” (v. 12 – BLA). Como las anteriores veces, Jesús toma para su
identificación algo que Juan ya había descrito en el primer capítulo de este
libro. En el versículo 16 del capítulo 1, Juan había dicho que vio a Jesús, y
que “de su boca salía una espada aguda de
doble filo” (Ap 1.16 – BLA). ¿Y qué es la espada de doble filo? ¿A qué se
refiere? Esta expresión nos remonta directamente a Hebreos 4.12 donde dice que “la palabra de Dios es viva y poderosa. Es
más cortante que una espada de dos filos que penetra hasta lo más profundo de
nuestro ser, y examina nuestros más íntimos pensamientos y los deseos de
nuestro corazón” (He 4.12 – NTV). También la armadura espiritual que Pablo
describe en Efesios 6 habla de “la espada
del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Ef 6.17 – RVC). Así que, de la
boca de Cristo sale la Palabra de Dios que discierne hasta lo más íntimo de
nuestro ser.
Por otro lado, el mismo Juan, en
otro de sus escritos, el Evangelio que lleva su nombre, presenta en su prólogo a
Jesús como el Verbo o la Palabra que estaba con Dios y era Dios. O sea, Jesús
no va a inventar nada nuevo, sino habla solo la palabra de Dios. Él dijo: “…el Hijo … solo hace lo que ve que el Padre
hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo” (Jn 5.19 – NTV).
En consecuencia, todo lo que el Padre habla,
también habla el Hijo. ¿Nosotros también hablamos solo la Palabra de Dios? Jesús
es y habla la Palabra de Dios. Un ejemplo muy claro de eso es cuando Satanás lo
tentó y él siempre le respondió: “Escrito
está…” (Mt 4.4). En la Palabra de Dios está el poder para vencer toda
oposición, pero también la sabiduría para enfrentar la vida de manera adecuada.
Jesús ilustra esto con la nitidez con la que él discernía la situación de esta
iglesia.
Lo primero que Jesús ve con claridad
es la ubicación de la iglesia: “Sé dónde
vives” (v. 13 – BLA). Pero no se trata de una dirección física con nombre
de calle y número de casa, sino del entorno espiritual en que se encuentra la
iglesia: ella vive “allí donde Satanás
tiene su trono” (v. 13 – BLA). ¡Qué tremenda descripción! En el mismo
versículo Jesús vuelve a referirse a Pérgamo como a la ciudad “donde vive Satanás” (DHH). Otras versiones
hablan muy gráficamente de la “guarida de
Satanás” (BLPH) o también de la fortaleza de Satanás (GNEU). Acuérdense de
lo que decía el comentarista que la ciudad de Pérgamo se encontraba a 330
metros por encima del territorio a su alrededor y formaba una especie de
fortaleza natural. Y también formaba una fortaleza espiritual, la fortaleza de
Satanás. Supongo que nadie de nosotros elegiría voluntariamente este ambiente
espiritual para establecerse. Si buscáramos a dónde mudarnos, muy probablemente
no elegiríamos un lugar con estas características. El “trono” es símbolo de
autoridad, de gobierno, de dominio, de control. Ya habíamos leído en el
comentario bíblico que Pérgamo y Éfeso competían por quién era la ciudad más
idólatra. Dicen los estudiosos que en Pérgamo se edificó el primer templo de
adoración al emperador romano. Todo este ambiente anti-Dios estaba totalmente
impregnado y controlado por los demonios. Y en medio de esto estaba la iglesia
de Cristo. ¿Un ambiente hostil? ¡Sin lugar a dudas! Pero era justo en estas
tinieblas espirituales que más urgía que brille la luz de Cristo. ¡Y sí que
hubo oposición y amenaza para la iglesia! Llegó a tal punto que Antipas, un
fiel seguidor de Jesús, fuera asesinado por esos poderes demoníacos. La Biblia
no nos da más detalles acerca de esta persona. Solo da testimonio de su
fidelidad a Dios. ¿Acaso Dios no protege a los suyos? ¡Totalmente! El hecho de
que esta persona haya muerto no significa en absoluto que Dios haya perdido la
batalla por su alma. ¡Todo lo contrario! Su muerte fue una victoria, porque
Satanás la perdió por toda la eternidad. Ya habíamos visto que Jesús animó a la
iglesia de Esmirna a que siga firme en su fe, incluso si le tocaba morir (Ap
2.10). Así que, la muerte de un cristiano fiel hasta el último minuto es una de
las victorias más contundentes, porque venció sobre el pecado y la tentación y
pasa a pertenecer a Dios por toda la eternidad. Además, el efecto que tuvo la
muerte de Antipas sobre el entorno fue también de testimonio y de victoria.
Satanás quería amedrentar a la iglesia y hacerla refugiarse en sus cuatro
paredes por miedo a más hostilidad, pero logró justo lo contrario. Jesús da evidencia
de eso al decir: “…no renunciaste a tu fe
en mí ni siquiera cuando mataron a Antipas, mi fiel testigo” (v. 13 – PDT).
¡Qué tremendo testimonio! Y qué ejemplo e inspiración para nosotros que muchas
veces somos borrados del mapa por un pequeño soplito de oposición. Yo desearía
ser ese faro inamovible que sigue siendo la luz del mundo en medio de la peor
tormenta, pero me temo que me parezco más a apenas un primer diseño de faro en el
papel.
La iglesia fue muy consciente de la
amenaza que enfrentaba desde fuera. Si se descuidaba, esa fortaleza de Satanás
en medio de la cual se encontraba, le haría tremendo daño. Por lo tanto, toda
su artillería pesada estaba apuntando hacia fuera de la iglesia. Por el
testimonio de Jesús, esta estrategia espiritual había cumplido su propósito.
Sin embargo, dejaron sin cobertura la parte interna. En palabras del Chapulín,
tenían un buen guardaespaldas, pero le faltaba el que guardaba su frente y su
costado.
Vi una vez una muy buena
representación de esto. Una persona había disfrazado a otro con una armadura
simbólica, y llamaba al frente a otras personas para que se coloquen al frente,
detrás y a los costados de esta persona para cubrirla por todos lados. Pero
estas personas que rodearon la primera, también necesitaban ser cubiertos. Cubrían
a la primera persona, pero ellas seguían desprotegidas en varios lados. Por lo tanto,
más y más personas pasaron al frente para cubrir todos los lados de los demás
que estaban ahí. Finalmente, toda la iglesia estaba al frente, cubriéndose unos
a otros. Y eso es necesario que hagamos. Al final de la prédica volveremos a
esto.
En el caso de la iglesia de Pérgamo,
algo falló en su estrategia de protección. Hubo áreas que no estaban cubiertos,
y Satanás se aprovechó de esto. Si él no podía debilitarla con un ataque desde
afuera, lo hacía desde adentro. Jesús tuvo que reprender a la iglesia por no
cuidar su salud espiritual interna. Permitía que doctrinas y prácticas
antibíblicas permanezcan en su interior, infectándola gravemente. Concretamente
se trataba de algunas personas que eran toleradas en la iglesia, pero que
promovían enseñanzas de Balaam que en el pasado llevaron a los israelitas a la
idolatría y el abandono de Dios (v. 14). Conocemos a Balaam del Antiguo
Testamento. Quizás la historia más conocida de él es cuando la burra que él
montaba empezó a hablarle, porque de otro modo él no quería escuchar.
Cuando en el versículo 14 habla de
fornicación o prostitución, es muy probable que haya sido así en dos sentidos.
Por un lado, físicamente cometían inmoralidades sexuales como lo traducen
muchas versiones. Pero también era una prostitución espiritual, abandonando su
fidelidad a Dios y yéndose detrás de otros ídolos. En este sentido es que el
Apocalipsis y los libros proféticos usan frecuentemente el término de
fornicación o adulterio. Según podemos ver en el contexto, se trataba de un
grupo relativamente pequeño en la iglesia que seguía estas enseñanzas o
prácticas. Pero, como escribe Pablo a los gálatas, “un poco de levadura fermenta toda la masa” (Gl 5.9 – RVC). Un poco
de infección en el cuerpo puede amenazar hasta la vida de una persona si no se
trata adecuadamente. Aunque sean pocos, pero si no se ocupa del asunto, pueden
causar mucho daño.
Además, había en la iglesia también
algunos nicolaítas, al igual que en la iglesia de Éfeso (v. 6). Como ya
dijimos, desconocemos mayores detalles acerca de esta gente, pero por lo visto
no le agradaron en nada a Dios. Así que, hacia fuera, la iglesia estaba bien
sólida, cerrando filas en contra de un ambiente espiritual sumamente hostil.
Pero por dentro, era carcomida por la podredumbre de enseñanzas y prácticas
antibíblicas.
Jesús llama a la iglesia a
arrepentirse de ese pecado de haber tolerado herejías en su medio, sin hacer
nada al respecto. En caso de que la iglesia tampoco reaccione a esta
exhortación, Jesús mismo entraría en función. Él está muy interesado en la
santidad de su iglesia. Pablo dice que Jesús mismo prepara para él una novia
sin manchas ni arrugas, y la presencia de estas personas dentro de la iglesia
era definitivamente una mancha muy fea. Con o sin la participación de la
iglesia, él velará por su santidad. Obviamente será mucho mejor que la iglesia
coopere con él. De otra manera será una experiencia muy dolorosa para todos.
La forma de intervenir es mediante
la espada que sale de su boca, es decir, la Palabra de Dios. La Palabra de Dios
es el estándar y revelará quién está dentro y quién está fuera; quién es parte
de su iglesia y quién no. La espada de la Palabra de Dios hace un corte sumamente
fino y preciso. Como personas no podemos ver la realidad espiritual de cada
uno, pero Dios sí, y lo revelará con claridad en su momento. La verdad de Dios
mostrará todas las mentiras de Satanás que se habían anidado en las mentes.
Jesús pidió al Padre por sus seguidores diciendo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17.17 – RVC).
La verdad de la Palabra de Dios tendrá un poder purificador impresionante que
expulsará toda putrefacción del interior de su amada iglesia. Esa es la aplicación
práctica de lo que habíamos leído ya en Hebreos que dice que la Palabra de Dios
“es más cortante que cualquier espada de
dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo
más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones
del corazón” (He 4.12 – DHH). Cuanto más nos exponemos a la Palabra de Dios
y le permitimos hacer su obra en nosotros, tanto más ejercerá su poder
purificador en nosotros. Tanto más profundamente se meterá en nuestro ser,
revelando y sacando fuera la suciedad que hay en él. Nadie está libre de las mentiras
de Satanás. Por eso, la Palabra de Dios es tan liberador, rompiendo estas
ataduras del maligno.
Al que logra superar todos estos
obstáculos, el Señor le promete que le dará del maná escondido. El maná era el
alimento sobrenatural que Dios le proveyó a su pueblo mientras marchaba por el
desierto de Egipto a la tierra prometida. Ahora Dios nuevamente promete proveer
todo lo necesario para el que logre mantener la fidelidad a él. No necesitamos
buscar qué significaría cada detalle, ya que hay un sinfín de suposiciones
acerca de lo que significa esto o aquello. Lo que vemos claramente es que Dios
velará por sus hijos y les proveerá de todo lo que necesiten para seguir
manteniéndose fiel a él.
También él promete una piedra blanca
con un nombre secreto. El blanco es símbolo de pureza. Será como un trofeo o
certificado de victoria con el cual Dios reconocerá al que se ha mantenido
firme a pesar de todas las tentaciones, amenazas y adversidades en la vida. El
nombre habla de identidad. Así como Jacob cambió a Israel después de haber
luchado con el ángel de Jehová, el hijo de Dios obtendrá una nueva identidad
secreta tras haber vencido las luchas de esta vida. Esta identidad está oculta a
los demás, solo la persona y Dios conocen la de él. Es un secreto entre ambos y
habla de una intimidad especial entre Dios y el que salga vencedor. Tanto el
maná oculto como la piedra blanca con un nombre secreto hablan de una especial
relación de otro nivel entre Dios y el vencedor.
Realmente nos enfrentamos como
cristianos a muchas luchas y amenazas en este mundo. Jesús mismo dijo que en
este mundo tendríamos aflicciones (Jn 16.33), porque este mundo está dominado
por Satanás y el pecado. Vivir como cristianos en este mundo es ir contramano a
la dirección en la que va la mayoría. Muchas veces nos sentiremos estar donde
Satanás tiene su trono. ¿Cómo podemos prevalecer? ¿Cómo podemos ser vencedores?
La carta a los romanos nos da la respuesta: “…somos
más que vencedores por medio de aquel
que nos amó” (Ro 8.37 – RVC). Es decir, solo con Cristo podemos superar
todo obstáculo y mantenernos firmes, aunque vivamos donde Satanás tiene su
dominio. Si Jesús no es tu Señor y Salvador todavía, ábrele ahora mismo tu vida
y pídele que te perdone y que te convierta en hijo de Dios. Esto es
fundamental. Sin esto es imposible tener victoria.
Pero también en lo humano tenemos una tremenda responsabilidad unos por otros. Es urgente que seamos guardaespaldas, guardabarrigas y guardatodo para los demás de nuestros hermanos. Debemos ponernos de espaldas unos contra otros para poder estar en vigilancia contra los ataques del enemigo desde cualquier lado. La mejor forma de hacerlo y la más efectiva es a través de la intercesión unos por otros. Hermanos, la oración no es un punto más entre mis deberes religiosos que puedo marcar cada día como cumplido. Si lo ves como tal, se ha convertido en mera religión, pero para tu relación con Cristo no te sirve de nada. En este mundo estamos donde Satanás tiene su trono. Y no creamos que él mirará pasivamente como procuramos seguir al Señor. Cuanto más nos levantamos en nombre del Señor, más furioso se pondrá él y nos atacará. Estamos en un campo de batalla, pero el vencedor recibirá atenciones especiales de parte de Dios. Haberse mantenido fiel hasta la muerte física es la victoria que retumbará por toda la eternidad en el mundo espiritual. Pero mientras estamos en este mundo, estamos en guerra, y podemos vencer únicamente si luchamos hombro a hombro. Los martes a la noche estamos aquí en la brecha a favor de toda la iglesia. Luchamos en oración para que el enemigo no pueda pasar por encima de nosotros hacia los demás hermanos. Pero necesitamos el apoyo de todos los demás. Cuánto más personas nos cubrimos unas a otras, más victorias podemos obtener. La mayoría quizás no podrá estar aquí físicamente, pero puede unirse espiritualmente para levantar un frente de batalla contra los huestes espirituales de maldad y a favor de nuestra iglesia, nuestras familias, nuestro barrio y nuestro país. Convoco a toda la iglesia a que todos los martes a partir de las 19:00 hs entre a la guerra espiritual, orando en su casa o donde se encuentre a favor de la iglesia y de todo el barrio. Es más: los desafío a declarar todos los martes como día de ayuno. Digo los martes porque es el día en que aquí nos reunimos a la noche para orar y para estudiar la Palabra de Dios, la espada de doble filo. Puede ser también cualquier otro día, si alguien no puede los martes. Pero tomémoslo en serio. No estamos jugando al cristianito. Estamos resistiendo en el nombre de Jesús al mundo de las tinieblas, empujando los límites del reino de Dios cada vez más adelante. Necesitamos estar en alerta en todas las direcciones, porque si el enemigo no puede vencer por un lado, lo intentará por el otro. ¿Quiénes se unen a este ejército de intercesores? Si te quieres comprometer con el Señor de cuidar la retaguardia de los demás, ahí donde estás levantá tu mano y decile: “Señor, tu soldado se reporta al servicio. Me comprometo a luchar juntamente con mis hermanos, lado a lado, por el bien de todos y por el avance de tu reino en este lugar. Juntos queremos levantar en alto tu nombre, para que Parque del Norte sepa que hay un Dios todopoderoso y victorioso. Heme aquí, úsame a mí.”
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