miércoles, 11 de septiembre de 2024

Credo: Dios

 



            Imagínense que un día de estos de repente se encuentran con algún vecino, un compañero de trabajo, un compañero de colegio o cualquier conocido suyo. Se saludan efusivamente porque hace mucho no se habían visto, y de forma totalmente imprevisto para ti este conocido te dice: “Ahora que te veo te quiero preguntar algo que hace mucho ya lo quería hacer. Vos que solés irte a esa iglesia evangélica ahí en Parque del Norte, ¿qué es lo que creen ustedes? ¿Cuál es la enseñanza básica de esa iglesia? O…, para no ir tan lejos, ¿qué es lo que vos creés?” ¿Qué le vas a responder? ¿Sabes cuál es la creencia o enseñanza básica de la IEB Py, sede Parque del Norte? ¿Podrías expresar qué es lo que tú crees?

            Pero en serio, ¿qué es lo que cree o enseña esta iglesia? Alguien muy entusiasta y espiritual diría: “Y… aquí se enseña la Biblia. No creemos otra cosa de lo que dice la Biblia. Por algo nos llamamos iglesia bíblica…” Bueno, ¡aleluya! ¡Que así sea! Realmente no debe haber absolutamente nada —ni una sílaba— en la enseñanza de esta iglesia que no tenga respaldo bíblico. Por algo la Biblia misma recomienda que no todos pretendan ser maestros de la Palabra, porque es una responsabilidad demasiado grande. Un pequeño error en nuestra enseñanza puede causar un grave daño en quien lo escucha. Por eso dice la Biblia que los maestros de la Palabra serán juzgados más severamente (Stg 3.1). Ustedes harán un tremendo favor a ustedes mismos al cubrir con constante intercesión a los maestros de la Palabra, sean predicadores, maestros de Escuela Dominical, líder de célula o de estudio bíblico, etc. Si ustedes oran por los que enseñan la Palabra de Dios, ustedes levantan un muro de protección alrededor de ellos y, en consecuencia, ustedes serán nutridos con la Palabra de Dios no adulterada, porque el que expone la Palabra está altamente protegido contra las infiltraciones de Satanás en su enseñanza.

            Pero, ¿por qué pueden aparecer errores en la enseñanza de la Palabra? ¿Acaso no se enseña la Biblia palabra por palabra, literalmente? Lo que pasa es que la Biblia no es un libro de ciencias exactas en la que, sin importar si la lees de adelante para atrás o de atrás para adelante, de cabeza o de pie, sin importar lo que crees o como lo entiendes, siempre, en todos los casos, 2 + 2 será 4. En las ciencias exactas, no hay forma que yo diga que 2 + 2 son 5. No tengo ni tendré jamás argumentos válidos para sostener mi resultado. Pero con la Biblia no es así. Por ejemplo, ¿ustedes creen que la salvación se puede perder? A lo largo de la historia del cristianismo ha habido ardientes discusiones acerca de este tema. Unos dicen que sí, otros dicen que no. Y ambos bandos encuentran versículos en la Biblia que apoyan su postura. En la Biblia, 2 + 2 no necesariamente son 4. ¿Cuánto es 5 + 2? 7. ¿Están seguros? ¿Y si yo digo que 5 + 2 es 5.000? Sí, Jesús tomó 5 panes y 2 peces y alimentó a 5.000 hombres, además de las mujeres y los niños. Así es la “matemática” divina. Pero, entre paréntesis, ¿quieren saber cuál es mi postura personal en cuanto a la perdición o no perdición de la salvación? Mi postura es: ¡NO  ME  INTERESA! Cristo no me llamó a caminar en el borde del abismo entre tener la salvación y perderla. Él me llamó a caminar lo más cerca de él, y eso es lo que estoy buscando hacer con todo mi ser, de modo que, si se puede perder la salvación o no, ¡a mí, ¿qué?! Que se preocupen por eso los que están jugando con la gracia de Dios. Cierre de paréntesis.

            Les voy a dar otros ejemplos de que no siempre se evita todo error en la prédica con enseñar la Biblia de forma literal, palabra por palabra:

·         1 Timoteo 2.8: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar levantando sus manos limpias, sin ira ni rencores” (SB-MN). ¿Amén? ¿Y dónde están entonces los hombres orando con manos levantadas? Decían “Amén” a este texto, pero no veo ninguno haciéndolo.

·         Mateo 5.29: “…si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que pierdas una sola parte de tu cuerpo, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (DHH). Hasta donde puedo ver, aquí todos están todavía con ambos ojos. ¿Nunca su ojo los ha hecho caer en pecado? Ah, dice que si es el ojo derecho. Quizás solo han mirado con el izquierdo y se salvaron. ¿Acaso nunca su ojo los ha llevado a devorarse ese pedazote de torta en la heladera, habiendo acabado por comer demasiado ya? No saber cuidar el cuerpo y no tener dominio propio a la hora de comer y dañar el cuerpo con exceso de comida, exceso de grasa o exceso de azúcar es pecado. Entonces su ojo los hizo caer en pecado. Para que no sea más tentación para ustedes, mejor hubiera sido que ese pedazote de torta me lo hubieran dado a mí… ¿No les conmueve cuánto me preocupo por ustedes…?

·         Éx 20.13: “No matarás” (RV95). Pero estoy seguro que toditos ustedes en estos días no más hayan matado a un mosquito. “Ah, no, pero ese versículo se refiere a no matar a otro ser humano…” ¿En serio? ¿Acaso no querías obedecer la Biblia en forma literal? Y aquí no dice nada de que se limita solamente a seres humanos. Acá dice: “No matarás”. Así que, ¡sonamos!

            Bueno, creo que ya es suficiente para mostrar que a la Biblia hay que interpretarla para entenderla correctamente. Tomarla en forma literal, sin interpretación, nos puede llevar a graves tergiversaciones y errores, haciéndole decir a la Biblia lo que jamás quiso decir. Yo sí creo en el significado literal de la Biblia, pero no en el sentido de palabra por palabra, sino en el sentido de su significado; de lo que realmente quiere decir la Biblia. Eso hay que tomarlo literalmente y obedecerlo sin más vueltas. Y para descubrir el verdadero significado de la Biblia se requiere de toda una serie de herramientas a utilizar. Pero siempre hay que tener en cuenta, por sobre todas las cosas, que la Biblia no es un objeto de estudio, de análisis que nos lleva a dominarla y a apoderarnos de todo su contenido, sino que es la Palabra inspirada por Dios, con absoluta autoridad sobre nosotros. De todas las herramientas de interpretación bíblica, la guía del Espíritu Santo es por lejos la principal. Y esta herramienta la tiene cada hijo de Dios y puede pedir el acceso a las insondables profundidades del mensaje bíblico para aplicarlo a su propia vida y para enseñarla a los demás.

            La necesidad de interpretar la Biblia hace que pueda haber diferencias en el resultado de la interpretación. Aunque el Espíritu Santo nos la quiere explicar, él no nos va a imponer a la fuerza el significado de los diferentes pasajes. No nos trata como a computadoras programables para que siempre reaccionen de la misma manera en todas las circunstancias. Él quiere abrir nuestro entendimiento para que podamos captar una pizca del pensamiento soberano de un Dios insondable. Pero nuestra mente está muy limitada y condicionada por nuestra comprensión previa, por nuestras experiencias, por nuestra cultura, por lo que nos enseñaron, hasta por nuestro temperamento, etc., etc., de modo que siempre la vamos a leer a través de un lente compuesto por todas estas variables. Y las experiencias de vida de cada uno son absolutamente diferentes a las de todos los demás. Así que, cada uno captará un texto bíblico de manera diferente a los demás. Además, hay temas o textos que no son tan claros como a veces pretendemos presentarlos. El tema ya mencionado de la pérdida o no de la salvación es un ejemplo de eso. Cada bando dirá que este tema sí está demasiado claramente expuesto en la Biblia, con suficiente fundamento para su postura. Pero los otros dicen lo mismo también. Ambos grupos estudian la Biblia con temor y temblor, pero llegan a conclusiones diferentes. Por eso es muy probable que en una iglesia se enseñe la Biblia de una manera, y en otra de una manera bastante diferente, pero todos con apoyo bíblico. O, que de tantas enseñanzas que hay en la Biblia, unas iglesias enfatizan —o sobre-enfatizan— unas cuantas de ellas, dejando casi al lado otras, mientras que otras iglesias lo hacen con otras enseñanzas. Por eso, esa pregunta de tu amigo de qué es lo que se enseña en esta iglesia es absolutamente válida. De enseñar, se enseña la Biblia. ¿Pero cómo se la interpreta? ¿Qué énfasis se les da a determinadas doctrinas? Para poner a todas las sedes de la IEB Paraguay sobre un mismo nivel, se ha elaborado el credo de la IEB Py. Un credo es un documento que expone en forma muy concisa las creencias, enseñanzas o interpretaciones básicas de la Biblia. Nuestro credo procura reflejar de qué manera entendemos la Biblia, cómo la interpretamos y cuál es nuestra línea de enseñanza. Es un documento sumamente importante para poner a todas las sedes de la IEB Py sobre un mismo fundamento teológico. Es la brújula que nos marca el norte de nuestra enseñanza en toda la IEB. En las próximas semanas queremos estudiar parte por parte este documento. Este mismo es también la base del curso de membresía por el cual pasa cada persona que quiere formar parte oficialmente de esta congregación. Mi objetivo es que cada uno pueda darle a este su amigo que le pregunta acerca de las creencias propias y de la iglesia una respuesta bastante coherente y convincente.

            Vayamos ahora al texto mismo del credo. Este documento empieza por lo más básico y principal: Dios. Si no tenemos un entendimiento claro y correcto de Dios, todo lo demás del credo y de la Biblia no tendrá una interpretación correcta. Dios es todo y está en todos los demás temas de la Biblia. Empieza el credo diciendo:

 

“Creemos en un Dios, Creador de todas las cosas, perfecto, y que consiste eternamente en una Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.”

 

            La Biblia deja bien en claro que Dios es el Creador de todo lo que existe. Génesis 1 y 2 es el relato de cómo Dios creó todo a través de su palabra. Él dijo, y así se hizo. Luego, Juan en el prólogo a su Evangelio, explica que esa palabra hablada de Dios era Jesús, el Verbo o la Palabra. Dios el Padre creó todo el universo a través de su Hijo Jesús.

            Con esto ya estamos ante dos personas de la Trinidad. Encontramos en la Biblia también suficientes indicaciones acerca de una tercera persona, que es el Espíritu Santo. Por ejemplo, Jesús nos ordenó convertir a todo el mundo en discípulos de él, enseñándolos y bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28.19). Pero hay muchas más indicaciones en la Biblia acerca de la Trinidad. No son tres dioses, sino tres manifestaciones de un mismo Dios; tres personas con sus características y funciones propias, pero unidos en un solo Dios. ¿Cómo es esto? No es posible para el ser humano entenderlo a cabalidad porque Dios es infinitamente más grande que nuestra mente, imposible de ser captado por nuestro entendimiento limitado. Solo podemos aceptarlo por fe. Así lo encontramos en la Biblia, así lo creemos y así lo predicamos. Este es un tema que daría para toda una serie de predicaciones, pero ahora no es el objetivo ahondar en un solo punto, sino hacer un pantallazo de lo que entendemos que la Biblia dice acerca de Dios.

            Seguidamente, el credo pasa a entrar más en detalle de cada una de las tres personas de la Trinidad. Acerca del Padre dice:

 

“Creemos en Dios el Padre que es un Dios de amor y que guía todo al propósito fijado, según su plan perfecto. Él tiene toda la historia humana en sus manos. Es el Creador y fuente de toda vida. Algunos de sus atributos son la omnipotencia, la santidad y la omnipresencia. Ante todo, él es un Padre amoroso para sus hijos. Llegamos a ser hijos de Dios cuando creemos en Jesucristo y lo seguimos. Expresamos nuestro amor hacia él, llamándolo ‘Abba’.”

 

            Que Dios sea un Dios de amor creo que todos lo sabemos y lo aceptamos – hasta que nos toca pasar por situaciones extremadamente duras. Ahí se muestra si es realmente una convicción o si hemos repetido no más como loro lo que otros nos han dicho. Si ha sido una convicción, nos aferraremos con más fuerzas del Señor para que él nos haga cruzar ese valle de sombras de muerte. Si no fue una convicción, nos rebelaremos contra el Señor.

            Nosotros nos podemos desesperar si llueve tanto que el agua nos entra a la casa. Pero eso no es nada en comparación con lo que sucede en Río Grande do Sul en Brasil. En cuestión de pocos minutos, cientos de miles de personas pudieron salvar a duras penas su vida y solo lo que llevaron puesto. Todo por lo que se habían sacrificado toda una vida desapareció ante sus ojos. En muchos casos hasta perdieron a un ser querido. ¿Cómo creen que reaccionarán si les digo que Dios los ama y que tiene un plan maravilloso para su vida?

            En estas situaciones nos cuesta aceptar que él guía todo según su plan. Pero muchas veces es precisamente esta situación difícil que juega un rol sumamente importante en nuestro proceso de crecimiento y de madurez. La cosa es que queremos ser maduros al instante, sin sufrimiento, sin afanes. Queremos despertarnos un día y ¡había sido!, ser ejemplo por excelencia de madurez. Así, de la noche a la mañana. Pero en la vida no sucede así. No podemos alcanzar la madurez sin pasar por mil y una. Lo que para nosotros son feos escombros y piedras de tropiezo en la vida, para Dios son preciosas piedras de construcción que él utiliza para edificar un templo para su gloria. Todo está bajo su control. Lo que no significa que todo es su voluntad, pero todo él lo permite. Lo que Satanás quiso usar para destruirnos, Dios lo utiliza para bendecirnos, fortalecernos y enseñarnos lecciones importantes. Un predicador dijo: “Todo lo que a mí me sucede ha tenido que pasar primero por la oficina del Señor y ha recibido el sello de ‘Aprobado’.” En la Biblia vemos ejemplo sobre ejemplo de cómo Dios manejó toda la historia mundial. Quizás las personas del momento no lo vieron. Incluso pueden haber pensado que Dios los olvidó. La esclavitud en Egipto, por ejemplo, duró más de 400 años. ¡Cuántas generaciones ya habían pasado en estos 4 siglos, sin ver la intervención de Dios! Pero cuando se cumplió el tiempo, grandes cosas sucedieron que dejaron asombrados y asustados a propios y extraños.

            Otro punto que quiero subrayar de este párrafo es que llegamos a ser hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Jesús dijo en una oportunidad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida … Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn 14.6 – NVI). Pedro dijo a las autoridades religiosas de Jerusalén: “¡Sólo en Jesús hay salvación! No hay otro nombre en este mundo por el cual los seres humanos podamos ser salvos” (Hch 4.12 – PDT). La muerte de Jesús por nosotros es lo único que nos puede dar acceso al Padre. Cuando nos humillamos ante él, confesando nuestros pecados y pidiéndole que nos perdone y nos salve, Dios el Padre nos adopta como hijos suyos. De esta manera llegamos a pertenecer a la familia de Dios.

            En cuanto a Dios el Hijo, el credo dice lo siguiente:

 

“Creemos en la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios. Fue enviado por el Padre a este mundo perdido para reconciliarlo nuevamente con Él. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Por eso, Él es todo Dios y todo hombre. Como llevó una vida en dependencia absoluta de su Padre celestial, era el único que podía morir como inocente en representación por los pecados de la humanidad. Murió en la cruz y resucitó de los muertos al tercer día. Después estuvo por 40 días más en esta tierra antes de ascender al cielo. Ahora está sentado a la diestra de su Padre, intercediendo por nosotros.”

 

            Esto es algo que decimos casi cada domingo en las prédicas. Toda la Biblia, de tapa a tapa, gira alrededor de Jesús. Nuestra vida debe estar centrada en él. Nuestras prédicas deben ser cristocéntricas. Si no, no tienen sentido. Él es alrededor de quien gira toda nuestra existencia.

            Quiero resaltar aquí la doble naturaleza de Jesús. Ojo: estoy diciendo “naturaleza”, no “personalidad”. Jesús no era esquizofrénico, teniendo dos personalidades, sino él tuvo dos naturalezas, la divina y la humana. Él era, es y será Dios por toda la eternidad. A través de la acción del Espíritu Santo se produjo la encarnación, una acción que, por ser divina, jamás la entenderemos. Jesús nació de la virgen María como ser humano. Tenía a Dios como Padre y a María como madre. Por lo tanto, él era 100% Dios y también 100% hombre – o sea, como ya dije, tenía dos naturalezas, la divina y la humana. Como tal, y por no tener pecado alguno, él era el único ser en todo el universo que podía constituirse en puente que une al ser humano con Dios. Por eso dice la Biblia que nadie puede llegar a Dios si no es por Jesús. Todos nuestros propios esfuerzos, nuestra religiosidad, nuestros ritos y ceremonias, nuestras buenas obras y todo lo demás que puedan mencionar no pueden superar la brecha que el pecado abrió entre nosotros y Dios. Absolutamente todos los esfuerzos humanos están destinados al fracaso. Solo la obra de Jesús pudo abrir paso a la presencia de Dios. Y ese puente podemos cruzar únicamente por medio de la fe.

            Y, en tercer lugar, el credo habla del Espíritu Santo:

 

“Creemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la divinidad. Su función es convencer al ser humano de su pecado, convertirlo, habitar en él y darle la potestad de llevar una vida para la gloria de Dios. Nos bendice con dones, nos guía, enseña, corrige, consuela, intercede por nosotros y une a los creyentes, formando el cuerpo de Cristo, la iglesia. Él nos guarda la herencia que el Padre ha preparado para nosotros.”

 

            También sobre este párrafo podríamos estar hablando por horas, de tan rico y profundo que es. Quiero resaltar no más la función de convencer al ser humano de su pecado. A veces queremos demasiado que alguien acepte a Cristo, y le machacamos casi incansablemente con el Evangelio. Puede que logremos que la persona haga cualquier cosa que le pidamos, con tal de librarse de nosotros. Pero la tarea de convencer de pecado es del Espíritu Santo. La nuestra es sembrar la Palabra. Qué sucede luego con esa semilla es asunto de la persona con Dios. No debemos querer ocupar el rol del Espíritu Santo.

            Como dije, cada palabra de este párrafo está cargada de profundo significado y riqueza, pero no podemos abordarlo todo en una sola prédica.

            Ahora se impone la pregunta: ¿Cómo sabemos todo esto acerca de Dios? A esta pregunta responde el credo:

 

“Creemos que Dios se reveló en el mundo, de modo que cada ser humano lo puede reconocer. Dios se ha revelado en el Antiguo Testamento de manera especial al pueblo de Israel por medio de la liberación de los hebreos de Egipto. Pero su máxima revelación fue a través de su Hijo Jesucristo, único Salvador de una vida en pecado y destrucción. Esto lo describe el Nuevo Testamento. Creemos que la Biblia es Palabra de Dios inspirada, infalible y determinante, sin errores en el idioma original. En todos los asuntos de fe y de vida, la Palabra de Dios es nuestra autoridad.”

 

            Dios se ha revelado progresivamente a lo largo de la historia de la humanidad. Lo que Abraham, Moisés o David sabían acerca de Dios es una pequeña parte de lo que hoy podemos saber.

            Como dice el credo, la revelación de Dios en el Antiguo Testamento se dio casi de forma exclusiva al pueblo de Israel. Otras personas o pueblos captaban algo de Dios solo en la medida en que se acercaban al pueblo de Israel, buscando conocer más al Dios de los hebreos. Pero, en el Nuevo Testamento se da la revelación plena y personal a través de Jesucristo. Él era Dios mismo caminando sobre esta tierra. Por eso Pablo habla muy a menudo del “misterio” que había quedado oculto a la gente del Antiguo Testamento, pero que ahora, con la venida de Cristo, su muerte y resurrección y la oferta de la salvación eterna para todo el mundo está claramente visible. Esta es la revelación “con nombre y apellido” que Dios hizo de sí mismo. Pero Pablo dice que incluso la naturaleza refleja el ser de Dios y debe llevar al observador a la conclusión de que debe haber algún poder superior. En su carta a los romanos él escribe: “Desde que el mundo fue creado, la humanidad ha contemplado toda la creación que le muestra el eterno poder de Dios y el hecho de que él es verdaderamente Dios. Así, lo invisible de Dios se deja ver por medio de la creación visible, por lo que nadie podrá excusarse diciendo que no sabía si Dios existía o no” (Ro 1.20 – NBV). Así, incluso el que vive en el último rincón del mundo a donde jamás ha llegado todavía el Evangelio tiene dentro de sí la noción del bien y del mal, y puede llegar a una conciencia de lo sobrenatural al observar la naturaleza a su alrededor.

            Esto es lo que entendemos que las Sagradas Escrituras dicen acerca de Dios y lo que enseñamos en esta iglesia. La pregunta ahora es: ¿Quién es Dios para ti? ¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué función cumple en tu vida? ¿Es él el Dios omnipotente que dirige toda tu vida? ¿Es Jesús tu Señor y Salvador personal? ¿Vive el Espíritu Santo en ti? ¿Lees cada día su Palabra a través de la cual él quiere revelarse personalmente a ti en cada situación en que te encuentras? ¿Qué puedes hacer para fortalecer aún más tu relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?

 




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