Imagínense que un día de estos de
repente se encuentran con algún vecino, un compañero de trabajo, un compañero
de colegio o cualquier conocido suyo. Se saludan efusivamente porque hace mucho
no se habían visto, y de forma totalmente imprevisto para ti este conocido te
dice: “Ahora que te veo te quiero preguntar algo que hace mucho ya lo quería
hacer. Vos que solés irte a esa iglesia evangélica ahí en Parque del Norte,
¿qué es lo que creen ustedes? ¿Cuál es la enseñanza básica de esa iglesia? O…,
para no ir tan lejos, ¿qué es lo que vos creés?” ¿Qué le vas a responder?
¿Sabes cuál es la creencia o enseñanza básica de la IEB Py, sede Parque del
Norte? ¿Podrías expresar qué es lo que tú crees?
Pero en serio, ¿qué es lo que cree o
enseña esta iglesia? Alguien muy entusiasta y espiritual diría: “Y… aquí se
enseña la Biblia. No creemos otra cosa de lo que dice la Biblia. Por algo nos
llamamos iglesia bíblica…” Bueno, ¡aleluya! ¡Que así sea! Realmente no debe
haber absolutamente nada —ni una sílaba— en la enseñanza de esta iglesia que no
tenga respaldo bíblico. Por algo la Biblia misma recomienda que no todos
pretendan ser maestros de la Palabra, porque es una responsabilidad demasiado
grande. Un pequeño error en nuestra enseñanza puede causar un grave daño en
quien lo escucha. Por eso dice la Biblia que los maestros de la Palabra serán
juzgados más severamente (Stg 3.1). Ustedes harán un tremendo favor a ustedes
mismos al cubrir con constante intercesión a los maestros de la Palabra, sean
predicadores, maestros de Escuela Dominical, líder de célula o de estudio
bíblico, etc. Si ustedes oran por los que enseñan la Palabra de Dios, ustedes
levantan un muro de protección alrededor de ellos y, en consecuencia, ustedes
serán nutridos con la Palabra de Dios no adulterada, porque el que expone la
Palabra está altamente protegido contra las infiltraciones de Satanás en su
enseñanza.
Pero, ¿por qué pueden aparecer
errores en la enseñanza de la Palabra? ¿Acaso no se enseña la Biblia palabra
por palabra, literalmente? Lo que pasa es que la Biblia no es un libro de
ciencias exactas en la que, sin importar si la lees de adelante para atrás o de
atrás para adelante, de cabeza o de pie, sin importar lo que crees o como lo
entiendes, siempre, en todos los casos, 2 + 2 será 4. En las ciencias exactas,
no hay forma que yo diga que 2 + 2 son 5. No tengo ni tendré jamás argumentos
válidos para sostener mi resultado. Pero con la Biblia no es así. Por ejemplo,
¿ustedes creen que la salvación se puede perder? A lo largo de la historia del
cristianismo ha habido ardientes discusiones acerca de este tema. Unos dicen
que sí, otros dicen que no. Y ambos bandos encuentran versículos en la Biblia
que apoyan su postura. En la Biblia, 2 + 2 no necesariamente son 4. ¿Cuánto es
5 + 2? 7. ¿Están seguros? ¿Y si yo digo que 5 + 2 es 5.000? Sí, Jesús tomó 5
panes y 2 peces y alimentó a 5.000 hombres, además de las mujeres y los niños. Así
es la “matemática” divina. Pero, entre paréntesis, ¿quieren saber cuál es mi
postura personal en cuanto a la perdición o no perdición de la salvación? Mi
postura es: ¡NO ME INTERESA! Cristo no me llamó a caminar en el
borde del abismo entre tener la salvación y perderla. Él me llamó a caminar lo
más cerca de él, y eso es lo que estoy buscando hacer con todo mi ser, de modo
que, si se puede perder la salvación o no, ¡a mí, ¿qué?! Que se preocupen por
eso los que están jugando con la gracia de Dios. Cierre de paréntesis.
Les voy a dar otros ejemplos de que no
siempre se evita todo error en la prédica con enseñar la Biblia de forma
literal, palabra por palabra:
·
1 Timoteo 2.8: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo
lugar levantando sus manos limpias, sin ira ni rencores” (SB-MN). ¿Amén? ¿Y
dónde están entonces los hombres orando con manos levantadas? Decían “Amén” a
este texto, pero no veo ninguno haciéndolo.
·
Mateo 5.29: “…si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de
ti; es mejor que pierdas una sola parte de tu cuerpo, y no que todo tu cuerpo
sea arrojado al infierno” (DHH). Hasta donde puedo ver, aquí todos están
todavía con ambos ojos. ¿Nunca su ojo los ha hecho caer en pecado? Ah, dice que
si es el ojo derecho. Quizás solo han
mirado con el izquierdo y se salvaron. ¿Acaso nunca su ojo los ha llevado a
devorarse ese pedazote de torta en la heladera, habiendo acabado por comer
demasiado ya? No saber cuidar el cuerpo y no tener dominio propio a la hora de
comer y dañar el cuerpo con exceso de comida, exceso de grasa o exceso de
azúcar es pecado. Entonces su ojo los hizo caer en pecado. Para que no sea más
tentación para ustedes, mejor hubiera sido que ese pedazote de torta me lo hubieran
dado a mí… ¿No les conmueve cuánto me preocupo por ustedes…?
·
Éx 20.13: “No matarás” (RV95). Pero estoy seguro que toditos ustedes en estos
días no más hayan matado a un mosquito. “Ah, no, pero ese versículo se refiere
a no matar a otro ser humano…” ¿En serio? ¿Acaso no querías obedecer la Biblia
en forma literal? Y aquí no dice nada de que se limita solamente a seres
humanos. Acá dice: “No matarás”. Así que, ¡sonamos!
Bueno, creo que ya es suficiente
para mostrar que a la Biblia hay que interpretarla para entenderla
correctamente. Tomarla en forma literal, sin interpretación, nos puede llevar a
graves tergiversaciones y errores, haciéndole decir a la Biblia lo que jamás
quiso decir. Yo sí creo en el significado literal de la Biblia, pero no en el
sentido de palabra por palabra, sino en el sentido de su significado; de lo que
realmente quiere decir la Biblia. Eso
hay que tomarlo literalmente y obedecerlo sin más vueltas. Y para descubrir el
verdadero significado de la Biblia se requiere de toda una serie de
herramientas a utilizar. Pero siempre hay que tener en cuenta, por sobre todas
las cosas, que la Biblia no es un objeto de estudio, de análisis que nos lleva
a dominarla y a apoderarnos de todo su contenido, sino que es la Palabra
inspirada por Dios, con absoluta autoridad sobre nosotros. De todas las
herramientas de interpretación bíblica, la guía del Espíritu Santo es por lejos
la principal. Y esta herramienta la tiene cada hijo de Dios y puede pedir el
acceso a las insondables profundidades del mensaje bíblico para aplicarlo a su
propia vida y para enseñarla a los demás.
La necesidad de interpretar la
Biblia hace que pueda haber diferencias en el resultado de la interpretación.
Aunque el Espíritu Santo nos la quiere explicar, él no nos va a imponer a la
fuerza el significado de los diferentes pasajes. No nos trata como a
computadoras programables para que siempre reaccionen de la misma manera en
todas las circunstancias. Él quiere abrir nuestro entendimiento para que
podamos captar una pizca del pensamiento soberano de un Dios insondable. Pero
nuestra mente está muy limitada y condicionada por nuestra comprensión previa,
por nuestras experiencias, por nuestra cultura, por lo que nos enseñaron, hasta
por nuestro temperamento, etc., etc., de modo que siempre la vamos a leer a
través de un lente compuesto por todas estas variables. Y las experiencias de
vida de cada uno son absolutamente diferentes a las de todos los demás. Así
que, cada uno captará un texto bíblico de manera diferente a los demás. Además,
hay temas o textos que no son tan claros como a veces pretendemos presentarlos.
El tema ya mencionado de la pérdida o no de la salvación es un ejemplo de eso.
Cada bando dirá que este tema sí está demasiado claramente expuesto en la
Biblia, con suficiente fundamento para su postura. Pero los otros dicen lo
mismo también. Ambos grupos estudian la Biblia con temor y temblor, pero llegan
a conclusiones diferentes. Por eso es muy probable que en una iglesia se enseñe
la Biblia de una manera, y en otra de una manera bastante diferente, pero todos
con apoyo bíblico. O, que de tantas enseñanzas que hay en la Biblia, unas
iglesias enfatizan —o sobre-enfatizan— unas cuantas de ellas, dejando casi al
lado otras, mientras que otras iglesias lo hacen con otras enseñanzas. Por eso,
esa pregunta de tu amigo de qué es lo que se enseña en esta iglesia es
absolutamente válida. De enseñar, se enseña la Biblia. ¿Pero cómo se la
interpreta? ¿Qué énfasis se les da a determinadas doctrinas? Para poner a todas
las sedes de la IEB Paraguay sobre un mismo nivel, se ha elaborado el credo de
la IEB Py. Un credo es un documento que expone en forma muy concisa las
creencias, enseñanzas o interpretaciones básicas de la Biblia. Nuestro credo
procura reflejar de qué manera entendemos la Biblia, cómo la interpretamos y
cuál es nuestra línea de enseñanza. Es un documento sumamente importante para
poner a todas las sedes de la IEB Py sobre un mismo fundamento teológico. Es la
brújula que nos marca el norte de nuestra enseñanza en toda la IEB. En las
próximas semanas queremos estudiar parte por parte este documento. Este mismo
es también la base del curso de membresía por el cual pasa cada persona que
quiere formar parte oficialmente de esta congregación. Mi objetivo es que cada
uno pueda darle a este su amigo que le pregunta acerca de las creencias propias
y de la iglesia una respuesta bastante coherente y convincente.
Vayamos ahora al texto mismo del
credo. Este documento empieza por lo más básico y principal: Dios. Si no
tenemos un entendimiento claro y correcto de Dios, todo lo demás del credo y de
la Biblia no tendrá una interpretación correcta. Dios es todo y está en todos
los demás temas de la Biblia. Empieza el credo diciendo:
La Biblia deja bien en claro que Dios es el Creador de
todo lo que existe. Génesis 1 y 2 es el relato de cómo Dios creó todo a través
de su palabra. Él dijo, y así se hizo. Luego, Juan en el prólogo a su
Evangelio, explica que esa palabra hablada de Dios era Jesús, el Verbo o la
Palabra. Dios el Padre creó todo el universo a través de su Hijo Jesús.
Con esto ya estamos ante dos personas de la Trinidad.
Encontramos en la Biblia también suficientes indicaciones acerca de una tercera
persona, que es el Espíritu Santo. Por ejemplo, Jesús nos ordenó convertir a
todo el mundo en discípulos de él, enseñándolos y bautizándolos en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28.19). Pero hay muchas más
indicaciones en la Biblia acerca de la Trinidad. No son tres dioses, sino tres
manifestaciones de un mismo Dios; tres personas con sus características y
funciones propias, pero unidos en un solo Dios. ¿Cómo es esto? No es posible para
el ser humano entenderlo a cabalidad porque Dios es infinitamente más grande
que nuestra mente, imposible de ser captado por nuestro entendimiento limitado.
Solo podemos aceptarlo por fe. Así lo encontramos en la Biblia, así lo creemos y
así lo predicamos. Este es un tema que daría para toda una serie de
predicaciones, pero ahora no es el objetivo ahondar en un solo punto, sino hacer
un pantallazo de lo que entendemos que la Biblia dice acerca de Dios.
Seguidamente, el credo pasa a entrar más en detalle de
cada una de las tres personas de la Trinidad. Acerca del Padre dice:
“Creemos en Dios el Padre que es un Dios de amor y que guía todo al propósito
fijado, según su plan perfecto. Él tiene toda la historia humana en sus manos.
Es el Creador y fuente de toda vida. Algunos de sus atributos son la
omnipotencia, la santidad y la omnipresencia. Ante todo, él es un Padre amoroso
para sus hijos. Llegamos a ser hijos de Dios cuando creemos en Jesucristo y lo
seguimos. Expresamos nuestro amor hacia él, llamándolo ‘Abba’.”
Que
Dios sea un Dios de amor creo que todos lo sabemos y lo aceptamos – hasta que
nos toca pasar por situaciones extremadamente duras. Ahí se muestra si es
realmente una convicción o si hemos repetido no más como loro lo que otros nos
han dicho. Si ha sido una convicción, nos aferraremos con más fuerzas del Señor
para que él nos haga cruzar ese valle de sombras de muerte. Si no fue una
convicción, nos rebelaremos contra el Señor.
Nosotros
nos podemos desesperar si llueve tanto que el agua nos entra a la casa. Pero
eso no es nada en comparación con lo que sucede en Río Grande do Sul en Brasil.
En cuestión de pocos minutos, cientos de miles de personas pudieron salvar a
duras penas su vida y solo lo que llevaron puesto. Todo por lo que se habían
sacrificado toda una vida desapareció ante sus ojos. En muchos casos hasta perdieron
a un ser querido. ¿Cómo creen que reaccionarán si les digo que Dios los ama y
que tiene un plan maravilloso para su vida?
En
estas situaciones nos cuesta aceptar que él guía todo según su plan. Pero muchas
veces es precisamente esta situación difícil que juega un rol sumamente
importante en nuestro proceso de crecimiento y de madurez. La cosa es que
queremos ser maduros al instante, sin sufrimiento, sin afanes. Queremos
despertarnos un día y ¡había sido!, ser ejemplo por excelencia de madurez. Así,
de la noche a la mañana. Pero en la vida no sucede así. No podemos alcanzar la
madurez sin pasar por mil y una. Lo que para nosotros son feos escombros y piedras
de tropiezo en la vida, para Dios son preciosas piedras de construcción que él
utiliza para edificar un templo para su gloria. Todo está bajo su control. Lo
que no significa que todo es su voluntad, pero todo él lo permite. Lo que
Satanás quiso usar para destruirnos, Dios lo utiliza para bendecirnos,
fortalecernos y enseñarnos lecciones importantes. Un predicador dijo: “Todo lo
que a mí me sucede ha tenido que pasar primero por la oficina del Señor y ha
recibido el sello de ‘Aprobado’.” En la Biblia vemos ejemplo sobre ejemplo de
cómo Dios manejó toda la historia mundial. Quizás las personas del momento no
lo vieron. Incluso pueden haber pensado que Dios los olvidó. La esclavitud en
Egipto, por ejemplo, duró más de 400 años. ¡Cuántas generaciones ya habían
pasado en estos 4 siglos, sin ver la intervención de Dios! Pero cuando se
cumplió el tiempo, grandes cosas sucedieron que dejaron asombrados y asustados
a propios y extraños.
Otro punto que quiero subrayar de
este párrafo es que llegamos a ser hijos de Dios por medio de la fe en
Jesucristo. Jesús dijo en una oportunidad: “Yo
soy el camino, la verdad y la vida … Nadie llega al Padre sino por mí” (Jn
14.6 – NVI). Pedro dijo a las autoridades religiosas de Jerusalén: “¡Sólo en Jesús hay salvación! No hay otro
nombre en este mundo por el cual los seres humanos podamos ser salvos” (Hch
4.12 – PDT). La muerte de Jesús por nosotros es lo único que nos puede dar
acceso al Padre. Cuando nos humillamos ante él, confesando nuestros pecados y
pidiéndole que nos perdone y nos salve, Dios el Padre nos adopta como hijos
suyos. De esta manera llegamos a pertenecer a la familia de Dios.
En cuanto a Dios el Hijo, el credo
dice lo siguiente:
“Creemos en la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de
Dios. Fue enviado por el Padre a este mundo perdido para reconciliarlo
nuevamente con Él. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la
virgen María. Por eso, Él es todo Dios y todo hombre. Como llevó una vida en
dependencia absoluta de su Padre celestial, era el único que podía morir como
inocente en representación por los pecados de la humanidad. Murió en la cruz y
resucitó de los muertos al tercer día. Después estuvo por 40 días más en esta
tierra antes de ascender al cielo. Ahora está sentado a la diestra de su Padre,
intercediendo por nosotros.”
Esto es algo que decimos casi cada
domingo en las prédicas. Toda la Biblia, de tapa a tapa, gira alrededor de
Jesús. Nuestra vida debe estar centrada en él. Nuestras prédicas deben ser
cristocéntricas. Si no, no tienen sentido. Él es alrededor de quien gira toda
nuestra existencia.
Quiero resaltar aquí la doble naturaleza
de Jesús. Ojo: estoy diciendo “naturaleza”, no “personalidad”. Jesús no era
esquizofrénico, teniendo dos personalidades, sino él tuvo dos naturalezas, la
divina y la humana. Él era, es y será Dios por toda la eternidad. A través de
la acción del Espíritu Santo se produjo la encarnación, una acción que, por ser
divina, jamás la entenderemos. Jesús nació de la virgen María como ser humano.
Tenía a Dios como Padre y a María como madre. Por lo tanto, él era 100% Dios y
también 100% hombre – o sea, como ya dije, tenía dos naturalezas, la divina y
la humana. Como tal, y por no tener pecado alguno, él era el único ser en todo
el universo que podía constituirse en puente que une al ser humano con Dios.
Por eso dice la Biblia que nadie puede llegar a Dios si no es por Jesús. Todos
nuestros propios esfuerzos, nuestra religiosidad, nuestros ritos y ceremonias,
nuestras buenas obras y todo lo demás que puedan mencionar no pueden superar la
brecha que el pecado abrió entre nosotros y Dios. Absolutamente todos los
esfuerzos humanos están destinados al fracaso. Solo la obra de Jesús pudo abrir
paso a la presencia de Dios. Y ese puente podemos cruzar únicamente por medio
de la fe.
Y, en tercer lugar, el credo habla
del Espíritu Santo:
“Creemos que el Espíritu Santo es la
tercera persona de la divinidad. Su función es convencer al ser humano de su
pecado, convertirlo, habitar en él y darle la potestad de llevar una vida para
la gloria de Dios. Nos bendice con dones, nos guía, enseña, corrige, consuela,
intercede por nosotros y une a los creyentes, formando el cuerpo de Cristo, la
iglesia. Él nos guarda la herencia que el Padre ha preparado para nosotros.”
También sobre este párrafo podríamos
estar hablando por horas, de tan rico y profundo que es. Quiero resaltar no más
la función de convencer al ser humano de su pecado. A veces queremos demasiado
que alguien acepte a Cristo, y le machacamos casi incansablemente con el
Evangelio. Puede que logremos que la persona haga cualquier cosa que le pidamos,
con tal de librarse de nosotros. Pero la tarea de convencer de pecado es del
Espíritu Santo. La nuestra es sembrar la Palabra. Qué sucede luego con esa
semilla es asunto de la persona con Dios. No debemos querer ocupar el rol del
Espíritu Santo.
Como dije, cada palabra de este
párrafo está cargada de profundo significado y riqueza, pero no podemos
abordarlo todo en una sola prédica.
Ahora se impone la pregunta: ¿Cómo
sabemos todo esto acerca de Dios? A esta pregunta responde el credo:
“Creemos que Dios se reveló en el
mundo, de modo que cada ser humano lo puede reconocer. Dios se ha revelado en
el Antiguo Testamento de manera especial al pueblo de Israel por medio de la
liberación de los hebreos de Egipto. Pero su máxima revelación fue a través de
su Hijo Jesucristo, único Salvador de una vida en pecado y destrucción. Esto lo
describe el Nuevo Testamento. Creemos que la Biblia es Palabra de Dios
inspirada, infalible y determinante, sin errores en el idioma original. En
todos los asuntos de fe y de vida, la Palabra de Dios es nuestra autoridad.”
Dios se ha revelado progresivamente
a lo largo de la historia de la humanidad. Lo que Abraham, Moisés o David
sabían acerca de Dios es una pequeña parte de lo que hoy podemos saber.
Como dice el credo, la revelación de
Dios en el Antiguo Testamento se dio casi de forma exclusiva al pueblo de
Israel. Otras personas o pueblos captaban algo de Dios solo en la medida en que
se acercaban al pueblo de Israel, buscando conocer más al Dios de los hebreos.
Pero, en el Nuevo Testamento se da la revelación plena y personal a través de
Jesucristo. Él era Dios mismo caminando sobre esta tierra. Por eso Pablo habla
muy a menudo del “misterio” que había quedado oculto a la gente del Antiguo
Testamento, pero que ahora, con la venida de Cristo, su muerte y resurrección y
la oferta de la salvación eterna para todo el mundo está claramente visible.
Esta es la revelación “con nombre y apellido” que Dios hizo de sí mismo. Pero
Pablo dice que incluso la naturaleza refleja el ser de Dios y debe llevar al
observador a la conclusión de que debe haber algún poder superior. En su carta
a los romanos él escribe: “Desde que el
mundo fue creado, la humanidad ha contemplado toda la creación que le muestra
el eterno poder de Dios y el hecho de que él es verdaderamente Dios. Así, lo
invisible de Dios se deja ver por medio de la creación visible, por lo que
nadie podrá excusarse diciendo que no sabía si Dios existía o no” (Ro 1.20
– NBV). Así, incluso el que vive en el último rincón del mundo a donde jamás ha
llegado todavía el Evangelio tiene dentro de sí la noción del bien y del mal, y
puede llegar a una conciencia de lo sobrenatural al observar la naturaleza a su
alrededor.
Esto es lo que entendemos que las
Sagradas Escrituras dicen acerca de Dios y lo que enseñamos en esta iglesia. La
pregunta ahora es: ¿Quién es Dios para
ti? ¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué función cumple en tu vida? ¿Es él el Dios
omnipotente que dirige toda tu vida? ¿Es Jesús tu Señor y Salvador personal?
¿Vive el Espíritu Santo en ti? ¿Lees cada día su Palabra a través de la cual él
quiere revelarse personalmente a ti en cada situación en que te encuentras?
¿Qué puedes hacer para fortalecer aún más tu relación con el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo?
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