viernes, 3 de junio de 2022

Credo: Dios

 



            Desde hace más de un año atrás, los pastores de las IEBs estamos trabajando en el estatuto y el reglamento interno de una organización nueva para las IEBs que nos proveerá de una personería jurídica propia y que nos dará un espacio bastante amplio para seguir creciendo como iglesias. Hace un mes atrás, estos documentos fueron presentados y analizados detenidamente por los equipos pastorales de las 5 IEBs, y próximamente será presentado el proyecto en cada una de las iglesias. Para el gobierno seremos una organización más que figura en sus registros, pero para nosotros, lo más importante es y será lo que ocurre al interior de esta organización, es decir, la vida y el manejo de esta iglesia. Y esto es algo primordialmente espiritual. Y esta razón, debe tener como base la Biblia. Por eso, todo ese documento elaborado está basado sobre el credo que hemos tomado de la iglesia madre y adaptado a nuestra situación.

            El credo resume las doctrinas básicas que profesamos como iglesia. Muestra nuestras convicciones espirituales, basadas sobre cómo interpretamos nosotros la Biblia. Ya desde los inicios de la era cristiana ha habido intentos de resumir las enseñanzas básicas de la Biblia. De seguro ustedes habrán escuchado del “credo apostólico” o “credo de los apóstoles”. Esto es un documento de los primeros siglos después de Cristo y que resume en pocas palabras las enseñanzas de los apóstoles y de la Biblia como tal. La Biblia es una y es única. Sólo ella es LA verdad. Lo que nosotros predicamos cada domingo es lo que nosotros entendemos de la Biblia; como nosotros la interpretamos. Y como Dios y su Palabra es algo tan infinitamente mayor que nuestra capacidad humana, bien puede ser que nosotros interpretamos la Biblia de una manera, y otra persona, otra iglesia, otra denominación lo hace de otra manera. O, que nosotros ponemos más énfasis en una doctrina, mientras que otra denominación lo pone en otra doctrina. Y el credo refleja nuestra manera de entender la Biblia.

            Pero, ¿acaso se tiene que interpretar la Biblia? ¿No hay que obedecerla no más, sin tantos rodeos? Sí, hay que obedecerla, sin lugar a dudas. Pero, ¿cómo obedeceremos, por ejemplo, la siguiente instrucción de Jesús? Él dijo: “…si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, … y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mt 5.29-30 – RV95). ¿Cuántas veces te arrancaste ya tu ojo derecho o cortaste tu mano derecha? Hasta donde yo puedo ver no sucedió todavía. “Ah, no, eso no se debe entender en forma literal. Eso quiere decir…” ¡Eso es interpretación! De decir, dice que tenés que mutilarte cuando miras algo o haces algo que te lleva a pecar. Determinar qué significa esto, eso es interpretación.

            Entonces, ¿cómo interpretan las IEBs la Biblia en cuanto a sus enseñanzas básicas y principales? Esto está reflejado en nuestro credo. Ese credo está incluido en el estatuto que será presentado al gobierno y definirá el “modus operandi” de las IEBs. Y para que toda la iglesia sepa cuáles son los principios básicos que siempre nos han regido como iglesia pero que nunca los hemos registrado de esa manera queremos estudiarlos parte por parte en nuestras prédicas. Y ese credo será también parte del curso de membresía que harán todas las personas que en el futuro llegarán a ser parte de la IEB Costa Azul. Como dije, la iglesia madre ha reeditado su credo hace poco, y nosotros lo hemos tomado, traducido y adaptado para que nos sirva también a nosotros.

            Hoy empezaremos entonces a ver el primer tema de este credo: cómo interpretamos y qué creemos que la Biblia dice acerca de Dios. Esto es lo más fundamental e importante. Si erramos en la interpretación de este punto, erramos en todo lo demás. Pero aquí viene lo difícil: ¿cómo resumirías en un párrafo lo que la Biblia dice acerca de Dios? En realidad, tendríamos que seleccionar desde Génesis hasta Apocalipsis y copiar toda la Biblia para decir: “Esto es lo que dice acerca de Dios.”, porque toda la Biblia es una presentación de Dios. Pero alguien hizo el enorme esfuerzo de resumir toda la Biblia en pocos párrafos para indicar qué es lo que ella dice acerca de Dios.

            En un primer párrafo introductorio dice el credo: “Creemos en un Dios, Creador de todas las cosas, perfecto, y que consiste eternamente en una Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.” Realmente esta una frase daría para analizarla palabra por palabra y hacer toda una prédica de cada parte. Pero quiero destacar aquí el concepto de “Creador de todas las cosas” y el concepto de “Trinidad”. La Biblia describe claramente que Dios creó todo lo que existe. Esto lo vemos en Génesis 1 y también en los primeros versículos del Evangelio de Juan. Así que, no hace falta perder tiempo en discutir teorías como el “Big bang” o de la evolución. Dios creó todo, ¡y punto! Asunto cerrado.

            También es crucial entender a Dios como una Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La palabra “Trinidad” no aparece en la Biblia, pero el concepto sí lo vemos en diferentes textos. Por ejemplo, en Juan 14.16 dice Jesús: “…yo [Jesús, Dios el Hijo] rogaré al Padre [Dios el Padre], y él les dará otro Consolador [Dios el Espíritu Santo], para que esté con ustedes para siempre” (RVC). En Efesios 1.3-14 describe Pablo cómo la Trinidad obró para nuestra salvación: Dios el Padre “nos escogió antes de la fundación del mundo” (Ef 1.4 – RVC), Dios el Hijo nos redimió (Ef 1.7) y Dios el Espíritu Santo nos selló (Ef 1.13). ¿Cómo puede un solo Dios funcionar en tres personas? Esto quizás entenderemos en el cielo. Aquí, con nuestra mente tan finita y limitada es imposible comprenderlo cabalmente. Los grandes teólogos de todos los tiempos desde los primeros siglos después de Cristo han discutido sobre este tema, tratando de describirlo de alguna manera comprensible, pero siempre encontrándose con su propia limitación. Pero el que niega la divinidad de uno de estos tres, niega a Dios. Así de simple. Hay grupos sectarios que niegan, por ejemplo, la divinidad de Jesús. En cambio, hay otras corrientes que se concentran sólo en Jesús y dejan de lado las otras dos personas. Cualquiera de estas corrientes no respeta lo que la Biblia en su totalidad dice acerca de Dios.

            Seguidamente, el credo entra a detallar más la doctrina acerca de cada una de las tres personas de la Trinidad. Acerca de Dios el Padre dice: “Creemos en Dios el Padre que es un Dios de amor y que guía todo al propósito fijado, según su plan perfecto. Él tiene toda la historia humana en sus manos. Es el Creador y fuente de toda vida. Algunos de sus atributos son la omnipotencia, la santidad y la omnipresencia. Ante todo, él es un Padre amoroso para sus hijos. Llegamos a ser hijos de Dios cuando creemos en Jesucristo y lo seguimos. Expresamos nuestro amor hacia él, llamándolo ‘Abba’.”

            Lo que en este texto predomina es el control que Dios tiene sobre todo y que todo lo que ocurre responde a un propósito que él tiene. Jamás Dios tendrá que admitir que algo se le haya escapado o que él no haya previsto algo que está ocurriendo. Desde antes de la fundación de la tierra él sabía que el año 2020 sería el de la pandemia mundial; él ya sabía lo que ibas a vivir el día de ayer o cómo sería el futuro como consecuencia de las elecciones municipales hoy. A pesar de que el ser humano echó a perder toda la perfección con la que Dios creó todo, él sigue teniendo el control total sobre todo.

            En cuanto a Dios el Hijo, el credo dice: “Creemos en la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios. Fue enviado por el Padre a este mundo perdido para reconciliarlo nuevamente con Él. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Por eso, Él es todo Dios y todo hombre. Como llevó una vida en dependencia absoluta de su Padre celestial, era el único que podía morir como inocente en representación por los pecados de la humanidad. Murió en la cruz y resucitó de los muertos al tercer día. Después estuvo por 40 días más en esta tierra antes de ascender al cielo. Ahora está sentado a la diestra de su Padre, intercediendo por nosotros.” En este párrafo se destaca claramente la divinidad de Jesús. Jesús es Dios. El Evangelio de Juan empieza con esta gloriosa declaración: “Antes que nada existiera, ya existía la Palabra [refiriéndose a Jesús], y la Palabra estaba con Dios porque aquel que es la Palabra era Dios” (Jn 1.1 – NBD). ¿Saben cómo la Biblia llama a quienes niegan la divinidad de Jesús? Los llama “anticristo” – un título no muy apetecible. Escribe el apóstol Juan en su primera carta: “¿Quién es el mentiroso? Precisamente el que dice que Jesús no es el Mesías. Ese es el Anticristo, pues niega tanto al Padre como al Hijo. Cualquiera que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre; pero el que se declara a favor del Hijo, tiene también al Padre” (1 Jn 2.22-23 – DHH). Son pasajes muy contundentes que afirman la divinidad de Cristo.

            Otro elemento que destaca este párrafo del credo acerca de Jesús es su papel como Salvador. Por tener dos naturalezas, tanto la divina como la humana, y por no tener pecado alguno, era el único que podía ser el puente entre el hombre y Dios. Todos los intentos del ser humano de llegar hacia Dios fueron infructuosos. Pablo declara que únicamente por medio de la fe en Jesús podemos obtener la salvación, “No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada” (Ef 2.8-9 – DHH). Por esto es tan crucial entender que Jesús es Dios, porque si lo negáramos, perderíamos también toda esperanza de salvación, porque romperíamos el puente a la mitad del camino, quitando la parte de la divinidad de Jesús. Pero gracias a Dios que él es nuestro Salvador único y suficiente.

            El credo sigue diciendo lo siguiente respecto al Espíritu Santo: “Creemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la divinidad. Su función es convencer al ser humano de su pecado, convertirlo, habitar en él y darle la potestad de llevar una vida para la gloria de Dios. Nos bendice con dones, nos guía, enseña, corrige, consuela, intercede por nosotros y une a los creyentes, formando el cuerpo de Cristo, la iglesia. Él nos guarda la herencia que el Padre ha preparado para nosotros.” Aparte de ser parte de la Trinidad divina, fíjense en todo lo que el Espíritu Santo hace: convence de pecado, convierte al pecador, habita en el hijo de Dios, le da la potestad de vivir para la gloria de Dios, otorga dones, nos guía, enseña, corrige, consuela, intercede por nosotros, une a los creyentes, nos guarda la herencia eterna. ¿Alguien quiere vivir todavía sin el Espíritu Santo? Realmente no somos nada sin él. Aunque muchas veces nos creemos los protagonistas de nuestra vida espiritual, somos simples receptores de la gracia de Dios que obra a través del Espíritu Santo. ¡Gloria a él! Por ejemplo, muchas veces decimos: “Cuando yo encontré a Cristo…” ¿Acaso yo, perdido en mis pecados, tenía la posibilidad de encontrar a Cristo? ¡Ni remotamente! En tal caso yo podría haber sido mi propio salvador. ¡Nada más lejos de la verdad! Si no fuese por la gracia que Dios me extendió, encontrándome él a mí, yo jamás lo hubiera conocido. Correcto es decir, como siempre lo hace el hermano Francisco: “Cuando Dios se presentó en mi vida…”

            ¿Pero cómo pudimos saber acerca de Dios? ¿Cómo él se pudo presentar ante nosotros? Era necesario que él se nos revele, que se nos dé a conocer. Como dije hace rato, toda la Biblia es la autorrevelación de Dios. De esto habla, precisamente, el siguiente párrafo en este credo: “Creemos que Dios se reveló en el mundo, de modo que cada ser humano lo puede reconocer. Dios se ha revelado en el Antiguo Testamento de manera especial al pueblo de Israel por medio de la liberación de los hebreos de Egipto. Pero su máxima revelación fue a través de su Hijo Jesucristo, único Salvador de una vida en pecado y destrucción. Esto lo describe el Nuevo Testamento. Creemos que la Biblia es Palabra de Dios inspirada, infalible y determinante, sin errores en el idioma original. En todos los asuntos de fe y de vida, la Palabra de Dios es nuestra autoridad.” En la primera frase dice que Dios se ha revelado al mundo de tal forma, que algo se puede saber acerca de él. Pablo lo dice muy claramente en Romanos: “Lo que de Dios se puede conocer, ellos [la gente mala e injusta – v. 18] lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa” (Ro 1.19-20 – DHH). Así que, nadie puede decir que nunca supo de la existencia de un ser sobrenatural que gobierna todo. Esta revelación, la más básica, la ha dado Dios de sí mismo a través de la creación. Al simple observar la creación, el ser humano tiene que llegar a la conclusión de que debe haber algún ser superior detrás de todo esto que lo ha hecho y que lo sostiene.

            Luego, Dios se ha manifestado de manera ya mucho más clara y contundente a través de la historia de su pueblo en el Antiguo Testamento. Muchas veces leemos del pánico que le agarró a los pueblos vecinos al conocer lo que Dios estaba haciendo en y a través de su pueblo.

            Pero la revelación aún más clara ha sido a través de Jesucristo, Dios hecho hombre. Él enseñó claramente quién es Dios. Jesús dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14.9 – DHH). A través de toda la Biblia, Dios se sigue revelando. Por eso dice el credo que la Biblia es Palabra de Dios inspirada, es decir, tiene su origen en Dios, no en la sabiduría humana. La Biblia está libre de errores en el idioma original. Es por eso ella tiene tanta autoridad sobre nosotros en todos los asuntos de fe y de vida. La Biblia nos quiere guiar no solamente en cuanto a nuestra relación con Dios, sino en cuanto a cada detalle de la vida cotidiana.

            Dios y su Palabra son todo en nuestra vida. Nosotros dependemos absolutamente de él. Él es la autoridad sobre todo el universo y sobre mi vida. Él es el que determina cómo debo portarme y qué debo hacer. ¿Qué harás tú respecto a Dios y a su Palabra?


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