El domingo pasado les había pedido
que se junten con la persona a su lado para compartirle qué estarían haciendo
esta semana en respuesta a lo que Dios les estaba hablando a través de su
Palabra. ¿Cómo les fue con esto? ¿Qué hicieron esta semana?
También dije el domingo pasado que
la Trinidad de Dios obró a nuestro favor concediéndonos la salvación para que
seamos para la gloria de Dios. ¿Ha dado tu vida gloria a Dios esta semana?
Quiero continuar hoy en esa dirección de reconocer a Dios en lo que él hace y
alabarle al respecto. Para esto vamos a analizar el Salmo 138.
FSalmo 138
Después de mucho tiempo tenemos aquí
otra vez un Salmo de David. Él ha escrito Salmos de diferentes tipos, algunos
con expresiones que hasta consideraríamos inapropiadas en contra de sus
enemigos, pero también Salmos de sublime alabanza, como este, por ejemplo. Él
expresa aquí su alabanza y gratitud a Dios que le salen “de corazón” (v. 1).
Esta alabanza, más que entonar un canto determinado, es una actitud, un estilo
de vida, que se expresa en variadas maneras y en la entonación continua de
canciones de alabanza. Hasta delante de público celestial le está dando su
serenata. En el versículo 1 él dice que cantará incluso “delante de los
dioses”. Una nota explicativa de la Biblia de estudios “Dios Habla Hoy” dice: “Esta
expresión se refiere a los seres superiores que están al servicio del Señor y
forman la corte divina en el cielo.” ¿Te imaginas a todo el cielo escuchándote
cantar alabanzas y glorias al Señor? ¿Se sentirá el cielo motivado a entonar
contigo el canto de tu corazón?
David expresa su alabanza incluso
con su postura corporal, inclinándose, arrodillándose o postrándose en
dirección al templo o al lugar Santísimo del templo. Él no adoraba al templo en
sí, al edificio, sino a lo que este templo representaba para las personas del
Antiguo Testamento: la presencia y el ser mismo de Dios. Así que, en nuestro
lenguaje evangélico de hoy diríamos que se arrodillaba “en la presencia de
Dios”. Y en su alabanza él exalta el ser de Dios, sus atributos como el amor,
la fidelidad, su bondad y su misericordia. Es decir, él alababa a Dios por lo
que él es. Esa fidelidad de Dios que David exalta se muestra, entre otras, en
su cumplimiento absoluto de sus promesas. La última parte del versículo 2 es un
tanto confusa: “has engrandecido tu nombre y tu palabra sobre todas las
cosas” (RV95). La idea detrás de esto es precisamente el fiel cumplimiento
de todo lo que Dios dice. El ser mismo de Dios les da todo el peso a sus
palabras. La Biblia NTV dice: “…tus promesas están respaldadas por todo el
honor de tu nombre” (v. 2). Es decir, el que ha dado estas promesas o el
que ha hablado no es cualquiera, sino es Dios y, por lo tanto, se va a cumplir
sí o sí lo que ha hablado o prometido. Su fidelidad significa también fidelidad
a sí mismo; fidelidad a sus palabras. Si él lo dijo, tenlo por seguro que así
es. Este versículo en una versión en inglés dice: “Tú eres famoso, y
haciendo lo que has prometido te hace aún más famoso” (ERV – traducción propia).
David lo puede afirmar por experiencia propia, porque ha recibido la promesa de
Dios como respuesta a su clamor. Esta palabra recibida por parte de Dios le ha
renovado otra vez el ánimo y la fuerza interior porque ya sabe quién es el que
ha hablado.
Es por eso que David puede asegurar
que “todos los reyes de la tierra” (v. 4 – RVC) experimentarán esto
mismo al recibir un mensaje de parte de Dios, y que esta experiencia también
los llevará a alabar a Dios. Por supuesto, debemos entender que este Salmo es
una poesía y que el lenguaje poético habla muchas veces en absolutos o expresa
ideales. Porque, en la vida real, “no poética”, jamás todos los reyes de la
tierra recibirían la voz de Dios. O, si la reciben, no lo alabarían por eso.
Piensen no más en el faraón de Egipto al que Dios le habló, pero a quién esto
no le llenó precisamente de alegría y alabanza. Pero hoy, la Biblia nos llama a
los hijos de Dios “reyes y sacerdotes” (Ap 1.6). Así que, nosotros, todos los
“reyes de la tierra” alabaremos a Dios al recibir su Palabra y sus promesas.
¿Cómo no alabarle si él, el Dios todopoderoso y absoluto se digna de
relacionarse con nosotros? David dice: “Aunque el Señor está en lo alto, se
fija en el hombre humilde…” (v. 6 – DHH). ¿Cómo un Dios tan grande se puede
fijar en alguien tan ínfimo como nosotros? O, en palabras del mismo David en
otro Salmo: “¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser
humano, para que lo tomes en cuenta” (Sal 8.4 – NVI)? Si Dios se tiene que
ocupar en que todo el universo siga funcionando sin armar lío en ninguna parte,
¿cómo se va a molestar en atender nuestras insignificancias? Pero pensar de esa
manera es tratarle a Dios como si fuera un ser humano como nosotros. Entre
nosotros, los supuestamente grandes se dedican a vivir la vida lo más que
puedan, sin que les interese en lo más mínimo lo que le ocurre al que está a su
lado. Y aunque tengan interés sincero por el bienestar de los demás, pero jamás
podrían atender a todos los detalles. Pero Dios es totalmente diferente.
Precisamente por ser tan grande, por ser absolutamente grande y absolutamente
poderoso, él puede y quiere ocuparse del menor asunto que pueda haber en
nuestra vida. Es más: se interesa incluso por cosas en nuestra vida que ni a
nosotros nos interesan. ¿O quién de ustedes se ha empecinado en saber cuántos
cabellos tiene? Dios sí lo sabe, dice la Biblia (Lc 12.7). Él lleva registro de
cuántos cabellos se te cayeron hoy al alistarte para venir a la iglesia. ¿Cómo
no le va a interesar también todo lo demás de nuestra vida, incluyendo lo que
realmente es importante para nosotros para esta vida y la venidera?
Pero ese interés de Dios por
nosotros los humildes… parece desvanecerse rápidamente al fijarse en los demás,
los orgullosos. Claro, al leer este versículo: “Jehová … atiende al humilde,
pero al altivo mira de lejos” (v. 6 – RV95), automáticamente nos
consideramos pertenecer al grupo de los humildes, mientras que bien puede ser
que con esto ya pasamos al grupo de los altivos sin siquiera darnos cuenta. Se
puede entender este versículo de diferentes maneras, pero predomina la idea que
Dios se mantiene a cierta distancia de los orgullosos, tipo a control remoto no
más, como si fueran personas hediondas a los que uno no se puede acercar.
Sabemos que Dios rechaza fuertemente la soberbia. No obstante, se interesa por
esta persona y procura por ella. ¿O acaso creemos que nosotros tuvimos mejor
aspecto y aroma cuando él nos encontró a nosotros? El problema con la soberbia,
la arrogancia y el orgullo es que no reconoce su necesidad de Dios. Es una
actitud que bloquea la obra de Dios en la vida de la persona. Quizás Dios no se
mantiene alejado del orgulloso, sino es más bien el orgulloso que se mantiene alejado
de Dios porque quiere hacer todo a su manera, ser autosuficiente.
Pero el hecho es que el Señor sí se
interesa por nosotros y actúa con todo su poder ilimitado a nuestro favor. Esto
es especialmente consolador cuando pasamos por momentos muy angustiosos. David
dice: “Aunque yo camine en medio de la angustia, tú me preservarás la vida.
Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano y me salvará tu diestra”
(v. 7 – RVA2015). En ningún momento la Biblia nos promete un camino derechito
sin baches ni obstáculos en la vida. David se describe aquí como caminando en
medio de angustias, rodeado de tormentas. ¿Te identificas con él? ¿Parece ser esto
una descripción de tu vida? Entonces alégrate, porque estás en el mismo club de
David. Pero, aunque seas zarandeado y no sepas más ni dónde está arriba y dónde
está abajo, Dios estará a tu lado, sufriendo contigo los embates de la tormenta
y poniendo su manto alrededor de ti para que la furia de los elementos no te dé
tan directo. “…con tu diestra me levantarás victorioso” (v. 7 – RVC). “El
SEÑOR cumplirá su propósito en mí” (v. 8 – RVA2015). ¡Aleluya! ¡Alabado sea
Dios por lo que él hace. “El que comenzó tan buena obra en ustedes la irá
perfeccionando hasta el día en que Jesucristo regrese” (Flp 1.6 – NBV).
Puede no haber ninguna esperanza más. Puede parecer que esto es nuestro fin.
Pero, si el propósito de Dios para contigo no ha terminado todavía, pueden
agolparse sobre ti todos los problemas que jamás hayas pensado, pero no te
podrán destruir, porque Dios no acabó todavía su obra en ti. Pero si su
propósito contigo ya llegó a completarse, no tendrá sentido ni un segundo que
sigas viviendo en esta tierra. Entonces, ¿por qué angustiarse? Las
circunstancias no tendrán mayor poder sobre ti que el propósito de Dios para tu
vida. “Oh SEÑOR, tu misericordia es para siempre…” (v. 8 – RVA2015).
Alabamos a Dios por lo que él es
y por lo que él hace. ¿Cómo ha sido tu semana? ¿Puedes identificar en tu
vida algo del ser de Dios, lo que él es? ¿O has experimentado alguna
manifestación de Dios en tu vida, algo que él hace? ¿No quieres alabarlo
públicamente aquí y ahora, así como David lo hizo?
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