¿Qué es lo que más recuerdan
de la prédica del domingo pasado? ¿Qué les tocó de manera especial? Debo decir
que esta semana me tocó rendir examen también de lo que dije el domingo pasado.
Es como si alguien dijere: “Ah, ¿en serio? Y… vamos a ver qué tan convencido
estás de lo que enseñas aquí tan soberanamente. A ver si te crees a ti mismo.” Así
que, vinieron esta semana unos cuantos golpes en lo económico, y la verdad que,
si yo hubiese sido el evaluador de mi rendimiento en el examen, no sé si me
hubiera hecho pasar. Es muy difícil que situaciones así no nos afecten
emocionalmente porque, por más que seamos ciudadanos de otro reino, vivimos en
este mundo que se maneja con dinero. Pero bueno, estas son justamente las
oportunidades de aprender en la práctica lo que estamos hablando en esta
miniserie dentro del Sermón del Monte acerca de la actitud correcta hacia los
bienes materiales.
El versículo central
de estas tres primeras prédicas acerca de este tema está en varias partes, como
por ejemplo en Mateo 6.24: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o
será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las
riquezas” (DHH). El domingo pasado explicamos quién es
el espíritu demoníaco Mamón que opera a través de las finanzas y cuál es su
objetivo: atrapar nuestro corazón en un amor inapropiado hacia el dinero,
alejándonos de esa manera de Dios y de su voluntad para nosotros. Hoy queremos
ver 10 síntomas que de repente podemos identificar en nosotros y que nos
alertan de estar directamente expuestos a los intentos de Mamón de
esclavizarnos a través de los bienes materiales.
1. Preocupación y ansiedad por el dinero.
El
domingo pasado dije que Mamón produce miedo en sus víctimas, y esto vamos a ver
en casi todos los puntos. Muchas personas tienen mucha ansiedad y temor acerca
del dinero. Los ricos temen perder el dinero que tienen acumulado, y los pobres
temen no tener suficiente dinero. En ambos casos, el temor, la preocupación y
la ansiedad dominan las emociones de las personas.
En
mí caso, ese temor se manifestó no tanto por perder o no tener suficiente, sino
en un temor de hablar con mi esposa acerca de nuestras finanzas, porque este
asunto frecuentemente se convertía en un motivo de fuertes discusiones. De esta
manera, el tema “dinero” se volvió casi un tabú entre nosotros. En
consecuencia, no pudimos proceder en común acuerdo, no pudimos buscar juntos la
voluntad de Dios para nuestras finanzas y no pudimos acceder a la libertad que
Dios desea para sus hijos.
Saber
que estoy en manos de Dios y que él proveerá para mí simplemente porque me ama,
me libera del enfoque en el dinero como fuente de provisión y, en consecuencia,
de la ansiedad y preocupación acerca de él. ¿Acaso han visto alguna vez a un
niño lleno de una ansiedad impresionante por miedo a que sus padres podrían no
proveer para él? Puede que haya casos extremos en que esto sucede, pero no es
lo normal. El niño jamás se preocupa por eso. Ni se le ocurre siquiera. Confía
plenamente en que sus padres harán todo lo posible para cubrir sus necesidades.
¿Por qué nosotros entonces nos llenamos de ansiedad por la provisión para
nuestras necesidades? ¿Acaso no es Dios infinitamente más grande, poderoso y
amoroso que los mejores padres del mundo? Jesús dijo un poco más adelante en
este Sermón del Monte: “…si ustedes, que
son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en
el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan” (Mt 7.11 – DHH). Él
quiere que confiemos en él y que estemos libres de todo temor. Esta libertad de
la ansiedad en temas del dinero se manifestará a través de tres actitudes
interiores:
A. Lo que tengo lo he recibido como regalo
de Dios. Yo soy meramente un mayordomo de aquello que Dios me ha confiado.
Mis necesidades son satisfechas por Dios y no por mis esfuerzos. No tengo
necesidad de preocuparme por dinero porque todo lo que tengo es un regalo de mi
Padre Celestial que me ama. Esto libera mi corazón de temor y ansiedad.
B. Mis posesiones son cuidadas por Dios.
Cuando reconozco que todo lo que tengo es un regalo de Dios, entonces puedo
dejarlo a su cargo, porque yo soy simplemente un administrador de sus recursos. Entonces, si algo me es
robado o se estropea (como el aire de mi auto esta semana), yo puedo saber que,
si Dios quiere que siga teniendo este artículo, él puede reemplazarlo. Así
puedo estar libre de la ansiedad que provoca el retener y el cuidar las
posesiones. Por supuesto, como administrador se requiere de mí cuidar las
posesiones de Dios lo mejor posible, pero no tengo que perder la paz cuando
algo se rompe o se pierde – cosa que no
se cumplió en mí esta semana. Como alguien dijo: “Mirá, Señor, le chocaron a tu
auto. ¿Qué piensas hacer al respecto?”
C. Las posesiones a mi cargo están
disponibles para ser usadas por otros. Debido a que nada es mío y yo soy
solamente un administrador de los recursos de Dios, yo puedo hacer que las
posesiones o recursos estén disponibles para otros de acuerdo a la dirección
del Señor.
¿Se
caracteriza tu vida por una frecuente o, incluso, constante preocupación acerca
del dinero? ¡Cuidado! El espíritu de Mamón quiere apoderarse de ti, de tus
emociones y de tus decisiones. Renuncia a su poder sobre ti y enfócate en Dios
y en su voluntad. Del resto se encargará él.
2. Mala administración del dinero: “Yo no
sé a dónde se fue…”
Muchos
cristianos no tienen un sistema para mantener un registro de sus finanzas
personales. Como resultado de esto, no tienen responsabilidad financiera en sus
vidas. Tampoco saben cuánto dinero necesitan mensualmente de provisión. Craig
Hill utiliza a menudo la siguiente analogía: Suponte que eres el administrador
de un fondo de multi-trillones de dólares cuyo propósito es proveer a personas cristianas
para que usen estos fondos para extender el Reino de Dios. Ahora se presentan
dos familias cristianas ante ti y solicitan parte de estos fondos. La primera
familia presenta un historial de cómo ha utilizado la entrega anterior y un
presupuesto para el uso de los fondos que ahora solicita.
La
segunda familia llega sin historia de uso pasado de fondos y ningún presupuesto
para el futuro. Cuando le preguntas al esposo cuánto dinero él necesita, él
responde: “Y… unos cuantos miles de dólares”. Y le preguntas cuántos miles
exactamente. “Y…, no sé. Quizá siete mil” responde. “¿Para qué usará usted el
dinero?”, le preguntas. “Para pagar mis cuentas.” “¿A cuánto ascienden sus
cuentas cada mes?”, preguntas. “No lo sé con exactitud”, responde.
Ustedes
como administradores de este fondo, ¿a cuál de las dos familias le darían el
dinero solicitado? A la primera familia, ¿verdad? Porque la segunda ni sabe en
qué planeta está. Te hago otra pregunta: Siendo tú el administrador y sabiéndote
responsable ante el dueño del fondo, si tu propia familia se presentara ante ti
solicitando dinero de este fondo, ¿invertirías en ella? ¿Crees tú que Dios lo
haría?
Dios
tiene en realidad un fondo de multi trillones de dólares y que incluso en este
mismo momento está aceptando solicitudes. Sin embargo, tú necesitas preparar tu
sistema de registro financiero para que puedas saber cuánto dinero solicitar y
poder rendir cuentas al administrador del fondo acerca del uso de este dinero. No
tener registros y planes financieros es señal de una mala administración de
dinero.
Si
te pareces a la segunda familia, puedes vencer a Mamón, primero,
arrepintiéndote por tu irresponsabilidad con los fondos ajenos, y segundo,
elaborando un presupuesto de gastos y un control diario de los gastos
familiares. Esto parece algo sumamente tedioso, pero es necesario. Después ya
se vuelve una rutina. De otro modo, ¿qué le responderías a Dios, el dueño del
dinero que está en tus manos, si te pidiera un informe de cómo has usado su
dinero durante el mes de febrero? Un mayordomo siempre tiene que rendir
cuentas al dueño. Si no lo hace, o con muchos vacíos en su informe, el dueño
supondrá malversación de fondos y despedirá al mayordomo. Tu control de gastos
no tiene que ser algo demasiado sofisticado, pero buscate un sistema que
funcione para ti y que te permita tener un panorama sobre tu manejo mensual de
dinero.
3. Necesidad financiera constante. “Yo
nunca tengo suficiente dinero.” Demasiado mes sobra al final del sueldo.
Cuando
no me considero un administrador de fondos, responsable ante Dios, no mantendré
registros ni tendré presupuesto. Entonces se instalará en mí la maña de gastar
aquí y allá, según lo que aparezca ante mis ojos. Y mes tras mes mis gastos serán
más que mis ingresos.
Si
una familia gasta constantemente el 120% de los recursos financieros
disponibles, sentirá en todo tiempo como que hay un remolino en su billetera
que en un abrir y cerrar de ojos estira todo el dinero hacia el fondo. Y no
necesitamos ser profetas para decir que muy pronto esta familia estará tan
hundida en las deudas que se desesperará porque no verá más salida del pozo. Muchas
personas creen la mentira de que, si solamente pudieran ganar un poco más de
dinero, sus problemas financieros estarían resueltos. En realidad, el problema no
está en la cantidad que tienen, sino en la forma en que lo gastan. Cuanto más
dinero dispongas por mes, más gastarás si no tienes un presupuesto, porque “…el que no es fiel en lo poco, tampoco lo
será en lo mucho” (Lc 16.10 – BLPH). Además, si Dios es el dueño de todo y
mira cómo estás derrochando su dinero sin control alguno, ¿crees que él pondrá
mayor cantidad de su dinero bajo tu administración?
Lastimosamente
el bicicleteo que presta aquí para cubrir una deuda allá —que cava un pozo para
llenar otro— casi ya llegó a ser una característica cultural. Tantas personas
me han confesado estar en ese espiral hacia el fondo. Es hora que, como hijo de
Dios, rompas esa maldición y asumas responsabilidad por tu malversación de los fondos
de tu Padre.
¿Eres
víctima del espíritu de Mamón? Hazte esclavo del Espíritu Santo y déjate guiar
hacia una sabia administración del dinero ajeno.
4. El miedo de no poder afrontar los gastos
futuros.
Si
el espíritu de Mamón me ha convencido de que el dinero es el factor principal en
mi vida, entonces voy a estar lleno de miedo por perder ese dinero, y voy a
estar sumergido en la ansiedad por miedo a no poder cubrir los gastos del
futuro. Esto puede sonar a una administración responsable, pero esta mentalidad
me hace estar enfocado en el dinero en lugar de en Dios. No es lo mismo
controlar los gastos y postergar una determinada compra porque ya no entra en
el presupuesto del mes que vivir con el pánico provocado por Mamón por mi
solvencia en el futuro. Como resultado de ese pánico me convertiré en un
amarrete que no suelta ni un centavo sin escuchar primero un escándalo de parte
de su familia. ¡Cuántas esposas nos han contado el calvario que deben recorrer
para conseguir de su esposo un 10.000 para sus gastos legítimos!
Como
buenos administradores debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cuánto es suficiente?
El espíritu de Mamón no quiere que respondamos esta pregunta porque nos quiere
mantener esclavos del miedo y de la necesidad. Pero Dios quiere trabajar con
nosotros para responder esta cuestión.
El
profeta Amos hace la pregunta: “¿Pueden dos
caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo” (Am 3.3 – BAD)? Seguro que
todos queremos que el Señor camine con nosotros en el área de las finanzas.
Ahora bien, cuando buscamos al Señor en cuanto a lo que debe estar incluido en
nuestro presupuesto y lo obedecemos, la mentalidad de “no puedo afrontarlo”
deja de ser pertinente.
5. Compras por impulso. Inhabilidad de
resistir el deseo de comprar.
Muchas
personas compran todo tipo de cosas que no necesitan simplemente porque está “barato”.
Mientras recorres el Centro Comercial (Craig Hill: “un templo para Mamón”), el
espíritu de Mamón te llama desde todo tipo de cosas: “¡Comprame! ¡Comprame! Soy
barato. Nunca tendrás otra oportunidad como esta.” Ceder ante estas sus
invitaciones es un patrón establecido en las vidas de muchas personas que no
han aprendido a ser administradores de los recursos bajo la dirección del
Espíritu Santo.
La
solución es ir al súper con una lista de compras y limitarnos a cargar en el
carrito únicamente lo que está anotado en nuestra lista, y ni bien todo está en
el carrito, dar media vuelta, pasar por caja y desaparecer del mapa. Cuanto más
tiempo pasearás por el súper, más cosas encontrarás que atrapan tu atención y
ambición, y tu carrito no alcanzará para llevar todo lo que después no sabrás
por qué lo compraste. Planificación y consulta previa al Señor, enfocarse en
Dios y no en el dinero.
6. Tacañería.
Esto
se ejemplifica por el temor a diezmar. El temor a diezmar o dar es siempre un
síntoma de la influencia del espíritu de Mamón. La tacañería es simplemente un
temor de no tener suficiente dinero para satisfacer mis propias necesidades; es
dudar de la provisión de Dios; es no creerle a Dios cuando nos promete
encargarse de nuestras cosas cuando primeramente buscamos las de él. Este temor
genera una desesperación por aferrarse al dinero, tenga mucho o tenga poco.
Algunas personas, aunque manejan una gran cantidad de recursos financieros, pagan
sus cuentas tarde y no diezman debido a la fortaleza de la tacañería que existe
en sus mentes. Tanto para el rico como para el pobre, la tacañería es un
síntoma de esclavitud al espíritu de Mamón.
La
solución, como en todos los puntos, es el arrepentimiento y aprender los
principios bíblicos para la administración del dinero. Si un día llega un
hermano en tu casa y te explica que tiene una situación complicada que requiere
de su atención y te pide que guardes 2.700.000 Gs, porque no lo puede dejar en
su casa por a) o b) motivo. Por supuesto, para ayudar a este hermano en su
problema agarras el dinero y lo guardas bien en un lugar seguro. Una semana
después viene este hermano otra vez y te comenta de su proceso para solucionar
la situación a la que se enfrenta y te pide que de su dinero que guardaste le
entregues 270.000 Gs para los gastos que está teniendo. ¿Tendrías problemas con
dárselo? ¡Por supuesto que no! Si es dinero de él. Puede disponer de todo lo
que te ha entregado. ¿Por qué entonces nos cuesta darle al Señor 270.000 Gs que
él está solicitando de los 2.700.000 del sueldo mínimo que nos confió de su dinero? Nuestra tacañería viene de
considerar el sueldo como nuestro
dinero. Soltar de lo nuestro un 270.000
para la ofrenda o para bendecir a otra persona nos cuesta tremendamente. Pero
si es dinero del Señor, como en verdad lo es, no nos costará nada. Debido a que
mi provisión personal está asegurada por su amor, ésta ya no está en peligro
cuando él me pide que dirija parte los recursos para un propósito particular de
su Reino.
7. Avaricia.
Esto
es un deseo no ordinario de adquirir o poseer. La codicia es desear algo que no
tienes mientras que la avaricia es desear más de lo que ya tienes. En Lucas 12
Jesús nos cuenta la historia de un hombre rico que estaba continuamente construyendo
depósitos para almacenar más bienes y cosechas. Al final Dios lo llamó tonto y
le dijo que su confianza en sus posesiones le costaría su alma. Hay millonarios
que, si les preguntas cuánto es suficiente, responden: “Solo un poquito más”.
El
sistema del mundo está diseñado para crear necesidad. La publicidad es su
instrumento por excelencia para fomentar y aumentar nuestra codicia. Cuando
llevé la materia “Publicidad” en la universidad, alguien de los compañeros
mencionó que la publicidad inventa necesidades que antes no tuvimos. La docente
casi se enoja por este comentario (claro, era dueña de una agencia
publicitaria). Pero la verdad es que la publicidad es hoy casi una ciencia
aparte, cada vez más refinada y sofisticada, y cada vez más descarada e
inescrupulosa. Solo puedo decir que desde que no tengo tele estoy viviendo en
un nivel de salud emocional mucho mejor. No es solo por la publicidad, sino
también por el contenido de los programas.
En
comunicación con Dios debes establecer con absoluta sinceridad cuáles son
necesidades y cuáles son deseos. Las necesidades deben ser cubiertas para no
afectarnos negativamente en nuestras funciones básicas. Los deseos se refieren
a algo lindo que nos podría favorecer en algo, pero que no es esencial para la
vida. Teniéndolo o no, no me voy a enfermar o estar gravemente afectado. Si
alguna vez me llega más dinero de lo que he establecido como “suficiente” para
mí, puedo cumplir también algún deseo, si el Señor me da paz en cuanto a
hacerlo.
8. Descontento.
Pablo
escribe a los filipenses: “…he aprendido
a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo
que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier
situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que
a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece”
(Flp 4.11-13 – DHH). Algunas personas creen poder identificarse con Pablo porque
dicen saber lo que es estar en necesidad. Sin embargo, la clave en estos
versículos no es la necesidad de Pablo, sino que él sabía cómo vivir en cada situación, sea que tenga mucho o que tenga poco.
Esto es algo que muchos no saben. El saber cómo vivir con poco o mucho
significa no ser controlado por el espíritu de Mamón. La clave es buscar a Dios
y saber que Él es tu fuente en cada situación y nunca permitirnos estar
descontentos por las circunstancias.
Proverbios
30.7-9 dice lo siguiente: “Sólo te pido
dos cosas, no me las niegues antes de que muera: Aleja de mí la mentira y la
falsedad, no me des pobreza ni riqueza; dame sólo el pan de cada día. Porque si
tengo más de lo necesario, puedo llegar a creer que no te necesito; y si soy
pobre, puedo llegar a robar y desacreditar así el nombre de mi Dios” (PDT).
En
tu estado financiero actual, ¿en qué te enfocas, en Dios o en el dinero?
Aprende a confiar en Dios y estar tranquilo independientemente de tu estado
financiero, sabiendo que él velará por cada una de tus circunstancias y
necesidades.
9. Esclavitud a las deudas.
Hay
un espíritu detrás de las deudas personales que se asocia con Mamón y
obstaculiza el flujo de recursos financieros hacia las vidas. Es decir, las
deudas impiden que recibas más dinero. Claro, como ya dijimos, que Dios no
confiará su dinero en manos de alguien que no sepa administrarlo. La deuda es uno
de los mecanismos principales utilizado por el espíritu de Mamón para mantener
a la gente en esclavitud. Y en nuestro contexto, el comprar a cuotas cualquier
cosa es la forma más frecuente de endeudarse. La gente que está en esclavitud
al espíritu de Mamón a menudo no es capaz de disciplinarse a sí misma para postergar
la gratificación personal de la compra de algún artículo deseado. “Lo quiero, y
lo quiero ¡ahora!” El consumo no planeado es siempre un fuerte indicativo del
señorío del espíritu de Mamón en la vida de la persona.
Si
tienes claridad sobre qué es una necesidad y qué es un deseo, y si aprendiste a
manejarte según un presupuesto, el saber postergar una gratificación, es decir,
esperar con comprar algo que tanto deseas hasta haber ahorrado el dinero
suficiente, vas a poder vivir sin incurrir en eternas compras a cuotas y
meterte en deudas. Huye de las deudas como de la peste – y también de la compra
a cuotas. Es mala administración pagar el triple por un artículo por comprarlo
a cuotas en vez de ahorrar hasta tener suficiente para comprarlo al contado.
Hay
deudas legítimas, como una inversión en algo que luego me va a dar mayores
ingresos, o préstamos para comprar una casa, por ejemplo. Son deudas legítimas
si no superan cierto límite de pago mensual para no entrar en riesgo de pago.
Pero un préstamo para comprar un auto (a no ser que este auto lo use como taxi,
es decir, como mi herramienta de trabajo); un préstamo para ir de vacaciones o
para comprar el celular de último modelo son deudas que la Biblia no aprueba.
Pablo escribe a los romanos: “No tengan
deudas con nadie, excepto la deuda de amarse unos a otros…” (Ro 13.8 –
PDT).
Alguien
me preguntó si acaso yo no tenía deudas. Sí, tengo una deuda con mi cooperativa
por un préstamo que saqué para comprar nuestra casa en Costa Azul. El 30 de
septiembre pago la última cuota. Es la única deuda que tengo y que he tenido en
mi vida, hasta donde me acuerdo. Si tienes deudas, haz un plan de pagos,
reunite con tus acreedores y presentales tu plan. Quizás lo que les ofrezcas
pagar sea menos de lo que han pactado al inicio, pero la mayoría reacciona
positivamente cuando ve una actitud de compromiso de parte de la persona que
busca cómo cumplir con su compromiso de pago. Empieza por la deuda más pequeña,
porque al pagarla toda, tendrás una sensación de victoria y un impulso para
atacar a la siguiente. Pero por favor, tómalo muy en serio el tema de las
deudas y busca liberarte de ellas lo antes posible.
10. Énfasis exagerado en el dinero y
sobreestimación de su verdadero poder.
A
menudo uno puede darse cuenta de este énfasis en el lenguaje que usa la gente.
Cuando escuchas hablar a algunas personas, la mayoría de los temas que tocan
está de algún modo relacionado con el dinero. Se impresionan ante las personas
que tienen mucho dinero, o sienten envidia por lo que los otros tienen, y están
constantemente hablando acerca de la forma de poder llegar a obtener más
dinero. Hay un énfasis fuerte y continuo en sus conversaciones acerca de la
búsqueda del dinero.
Al
dinero se le da un lugar prominente en la vida de esta persona, y cree que el
verdadero poder en la vida radica en el dinero. El espíritu de Mamón incluso
puede sonar muy espiritual. Esto sucede cuando los cristianos dicen: “Si yo
tuviera un poquito más de dinero, podría hacer tanto más para Dios”. Y Jesús
contesta: “…el que no es fiel en lo poco,
tampoco lo será en lo mucho” (Lc 16.10 – BLPH). Incluso empiezan a negociar
con Dios: “Si tú me das tal auto, todos los domingos voy a recoger a los
hermanos para llevarlos a la iglesia.” ¿Ustedes creen que Dios se dejará
chantajear tan fácilmente? Se nota a leguas que su enfoque no está en el
recoger a los hermanos, sino solo en el tener lo que tanto desea. Y los autores
de este libro tienen una frase muy dura: “Si el dinero es el factor
determinante para que hagas algo, entonces tú estás a la venta. Si tú estás a
la venta, el diablo averiguará tu precio.”
Habíamos
determinado la vez pasada que el dinero pertenece al sistema de este mundo. El
principio operativo básico en este sistema es el de comprar y vender. Para eso
se creó el dinero para que sirva para un intercambio comercial, un canje: una
parte provee un producto o servicio, y la otra parte responde con la entrega de
dinero. Pero, en la economía de Dios el principio operativo básico es el de dar
y recibir. El dar es una manifestación unilateral de gracia. Cuando tú das, no
esperas nada a cambio. No hay canje de nada. Tú das, y punto. Entonces cuando
yo tomo el dinero, diseñado para comprar y vender, y lo utilizo para dar
libremente sin esperar nada a cambio, he introducido la gracia al dinero. El
sistema de este mundo lo he convertido en el sistema del reino de Dios. Este es
el único tipo de “lavado de dinero” permitido por la Biblia y hasta por la ley
humana.
10
síntomas de la presencia de Mamón en la vida:
1. Preocupación y ansiedad por el
dinero
2. Mala administración del dinero
3. Necesidad financiera constante
4. El miedo de no poder afrontar
los gastos futuros
5. Compras por impulso
6. Tacañería
7. Avaricia
8. Descontento
9. Esclavitud a las deudas
10.
Énfasis exagerado en el dinero
Este
espíritu de Mamón solo puede ser quebrado por el Espíritu de Dios. Tienes que
ponerte conscientemente bajo la autoridad de Dios, renunciar al poder que Mamón
logró tener sobre ti y dejar que el Espíritu Santo obre en tu vida. Te aliento
fuertemente a que le pidas al Espíritu de Dios que revele las áreas de tu vida sobre
las cuales el espíritu de Mamón tiene influencia sobre tu mente y corazón. El
arrepentimiento es la manera de Dios de tratar con estas cosas. Y si nunca le
invitaste a que Jesús te limpie de todo pecado y te salve de este y de todos
los demás espíritus inmundos, entonces es ahora un buen momento de hacerlo. Ora
en tu interior conmigo…
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