¿Dónde está tu tesoro? Cada persona tiene un tesoro, algo que aprecia y persigue por sobre todas las cosas. Según la Biblia, podemos tener uno de dos tipos diferentes de tesoros. Hoy trataremos de identificar cuál de estos dos es mi tesoro. La descripción de ellos encontramos en el Sermón del Monte que hace poco terminamos de estudiar.
FMt 6.19-21; 24
Los versículos 19 y 20 contrastan
estos dos tipos de tesoros: los tesoros aquí en la tierra y los tesoros en el
cielo. Empecemos por el primero. ¿Qué podrían ser ejemplos de tesoros en esta
tierra? Pueden ser muchas cosas, principalmente los bienes materiales. ¿Y qué
necesito para ser dueño de uno de estos tesoros? El dinero. Ahí estamos en el
centro del tema de esta mañana: el uso del dinero. ¿Cuánto dinero necesito para
conseguir los tesoros que deseo? Mucho. Más de lo que tengo. Y si necesito más
dinero de lo que tengo, ¿cuál será mi afán entonces? Conseguir más, trabajar
más duro, buscar mejores empleos, etc. ¿Y qué dice Jesús aquí en este texto de
estos tesoros? Se pierden, se descomponen, son robados, etc. ¿Vale la pena
entonces invertir toda nuestra vida y nuestro dinero que no tenemos en estos
tesoros? No, en absoluto. Sin embargo, ¡aun así lo hacemos! ¿Por qué? Bueno,
esto es precisamente lo que queremos descubrir en esta mañana.
El segundo tipo de tesoros, Jesús
los describe con el nombre de “tesoros en el cielo”. ¿Qué serían ejemplos de
estos tesoros? La mayoría diría la frase tan gastada: “Ganar almas para
Cristo.” Más que almas, debemos ganar personas para Cristo. Está bien, pero es
mucho más que esto, o hay maneras muy diversas de hacerlo. Es todo aquello que
yo pueda hacer que tenga valor eterno. Si estamos hablando que el tema central de
este texto es el uso del dinero, ¿cómo puedo “comprar” entonces tesoros del
cielo con mi dinero? Invirtiéndolo en cualquier proyecto de valor eterno. Y la
lista de posibilidades es ilimitada: aportar para el trabajo de la iglesia,
ayudar al prójimo en sus necesidades, apoyar a un estudiante de teología, hacer
imprimir Biblias o folletos, aportar cosas para la canasta de amor … en fin,
miles y miles de posibilidades de “comprar” tesoros del cielo.
Dos maneras de usar el dinero. Si lo
uso para los tesoros terrenales, estoy buscando que yo pueda disfrutar por un
poco de tiempo. Si lo uso para los tesoros del cielo, estoy buscando que muchos
puedan disfrutar por toda la eternidad. ¿Cuál uso crees que es más noble? El
usar el dinero para los tesoros de esta tierra es un acto sumamente egoísta,
porque todo lo quiero para mí no más. Ya lo dijeron: mi máximo afán será juntar
más y más dinero. Y ahí me vuelvo esclavo del dinero, porque es el dinero que
determina qué es lo que voy a hacer, cómo estarán mis emociones, qué voy a
comprar. El domingo pasado, Rodrigo explicó cómo funciona el Mar Muerto: sólo
recibe, pero no da. Entra el agua del río Jordán, pero no tiene salida. ¿Y cuál
es el resultado? El nombre ya lo dice: está muerto. ¡No seas Mar Muerto! No
acumules tesoros en la tierra. Más bien sé el Mar de Galilea que está conectado
al mismo río Jordán, pero cuyas aguas fluyen y dan vida.
La clave para entender esto está en
el versículo 21: “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de
tu corazón” (NTV). Si estás locamente enamorado(a), ¿quién es tu tesoro?
Por supuesto esa persona angelical que acabas de conocer. Por ende, ¿dónde está
tu corazón? ¿Dónde están tus pensamientos las 25 horas del día (porque 24 horas
no alcanzan para ubicar todos los pensamientos)? ¿Dónde están los deseos de tu
corazón? Por supuesto con la persona amada, con tu tesoro. “Donde esté tu
tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.”
¿Y qué tiene que ver esto con
acumular tesoros en el cielo? ¿Sabías que Jesús habló prácticamente 10 veces
más sobre el dinero que sobre la fe o sobre la salvación? Casi la mitad de las
parábolas hablan de dinero. No creo que Jesús haya venido a esta tierra para
llevar a cabo una Teletón para recaudar fondos para el cielo. Si él es dueño de
todos los recursos habidos y por haber en todo el universo. ¿Por qué entonces
le dio tanto énfasis a este tema? Lo que Jesús busca en realidad no es el
dinero, sino es nuestro corazón. Pero como el corazón siempre va detrás de su
tesoro, como lo dice este versículo, entonces, con tener nuestro tesoro en el
cielo, nuestro corazón también estará allí. Si Jesús logra tener nuestro
tesoro, tendrá también nuestro corazón. ¿Suena lógico? Así que, cuanto más
inviertas en el reino de Dios, más cerca estará tu corazón del gobernante de
ese reino. Si tu acumulas tesoros en el cielo con el uso de tu dinero, más
amarás al Señor. Si no me crees, probalo. ¡Te desafío!
Vemos entonces que los tesoros en la
tierra y los en el cielo se oponen radicalmente entre sí. Quizás nos sorprenda
esto, porque pensamos que podríamos invertir grandes sumas en el reino de Dios
y, al mismo tiempo, tener muchos tesoros terrenales, si tuviéramos suficiente
dinero. ¿Por qué debería ser un problema esto? ¿Acaso no hay muchos empresarios
cristianos que tienen flor de casa y de auto y se dan cada lujo, pero que
invierten también millones en el reino de Dios? Sí, hay muchos. El problema no
está en el dinero o en las riquezas, sino en una palabra que encontramos en el
versículo 24: “Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al
otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar
esclavizado al dinero” (NTV).
Lo primero que vemos en este versículo
es que ambos señores, dueños o amos son opuestos entre sí. No se puede estar
con ambos a la vez. O es uno o es el otro. Es categórico. Es radical. No hay
trato entre ambos. Los términos que Jesús emplea indican una relación que exige
absoluta obediencia. Significa servir como esclavo. El señor es dueño absoluto
del esclavo y el esclavo le debe obediencia sin compromisos ni reservas. Jesús
ni siquiera dice: “No deberían”. Él dice: “No pueden”. ¿Por qué? La razón está
un poco escondida en nuestras traducciones. ¿Cómo dice su Biblia: “No pueden
servir a Dios y a …”? La mayoría de las traducciones dice “dinero” o
“riquezas”. No está del todo mal esa traducción, pero muy débil en comparación
con lo que verdaderamente dice. En el griego dice que no se puede servir a Dios
y al Mamón. Esto no se refiere a la fruta que yo puedo cosechar de una planta
que hay en mi patio. Según lo que vemos aquí, Mamón es algo opuesto a Dios; es
anti-Dios. Compite con Dios para tenernos a nosotros como su siervo o esclavo. La
palabra “Mamón” no es ni griego ni hebreo, sino proviene de las lenguas cananeas,
de los pueblos que habitaban Palestina antes de la conquista de los hebreos. Es
el nombre del dios de la prosperidad. No es el dinero. El dinero no es el
problema. Mamón es un espíritu demoniaco que usa el dinero y las
riquezas como medio para esclavizar a la gente y apartarlas de Dios. Si Jesús
hubiera dicho: “No pueden servir a Dios y a Baal”, nosotros hubiéramos
entendido, porque conocemos este nombre del dios hacia el que el pueblo de
Israel repetidas veces se desvió en el Antiguo Testamento. Pero el nombre Mamón
no nos es tan conocido. Por eso no captamos lo terriblemente fuerte que Jesús
está diciendo aquí.
Este demonio no se presenta ante
nosotros diciendo: “Hola, soy el demonio Mamón y exijo tu absoluto sometimiento
a mí.” No es tan tonto como para hacer esto, porque muy pocos le obedecerían.
Él se presenta en formas mucho más sutiles y es tremendamente exitoso. Casi no
hay ser humano que no haya estado —o sigue estando— bajo su influencia.
¿De qué manera opera él? Una de sus
estrategias es hacernos creer que el dinero tiene poder. Nosotros mismos lo
decimos muchas veces: “El dinero es la llave para abrir muchas oportunidades a
nuestro alrededor.” Un señor una vez me dijo: “La plata hace bailar al mono.”
Pensé que seguramente él se consideraba mono. Pero esto que el dinero tiene
poder es una de las mentiras más aceptadas y creídas en todo el mundo, incluso entre
los cristianos. Esto hace que, si tengo dinero, me siento seguro, me siento
poderoso, me siento feliz. Y si no tengo dinero, me desespero, me vuelvo
histérico (o deprimido – según la personalidad de cada uno) y siento hundirme
en el caos. ¿Pero qué es el dinero en realidad? Es un pedazo de papel al que el
gobierno le atribuye cierto número, cierto valor. Es un elemento de intercambio
en la compra-venta. El despensero me da a mí un kilo de azúcar, y yo le doy a
él un determinado billete. Intercambiamos elementos. Si el día de mañana el
gobierno dice que determinado billete no vale más 100.000 Gs, sino sólo 10.000,
así será. El valor depende del gobierno, no del billete. El billete en sí no
determina nada. No tiene ningún poder. Si lo tengo o no lo tengo no cambia nada
en mi persona. Los varones que se fueron al primer retiro de varones no
olvidarán nunca como con el terror estampado en sus rostros vieron al pastor
Roberto quemando frente a todos un billete de 10.000 – y encima un billete
ajeno. Bueno, ese terror en nuestras caras era expresión del dios Mamón que nos
hacía creer que ese billete ardiendo tenía poder, cuando eso no es verdad.
Bueno, si el dinero no tiene poder, ¿dónde
está el poder entonces? Está en Mamón, y está en Dios, y yo tengo que decidir
al poder de quién me voy a someter. Ambos pueden usar el dinero para sus
propósitos. Mamón lo usa para esclavizarme, Dios lo usa para bendecir a otros.
Si permito que Mamón use mi dinero, entonces me convertiré en un Mar Muerto:
todo el dinero lo quiero para mí. Y cuanto más tengo, más siento que valgo. Si
permito que Dios use mi dinero, él me va a indicar cómo bendecir a otros.
Una segunda estrategia del dios
Mamón es hacernos creer que nuestro jefe, nuestro cliente, el esposo, el empleo
o lo que fuese es nuestra fuente de provisión. Y si el esposo no provee lo
suficiente, hay guerra. Si pierdo el empleo, hay “lloro y crujir de dientes”. Y
empezamos a buscar cualquier medio, hasta jugar la quiniela, una de las trampas
más generalizadas de Mamón, para obtener dinero.
Pero el que se llega a liberarse del
poder de Mamón, quien renuncia a ese demonio, considera a Dios como fuente de
provisión. Dios puede elegir cualquier canal que a él le plazca para hacerme
llegar la provisión. Yo simplemente debo obedecerle y confiar en él. Fíjense el
profeta Elías. Dios le dijo que se refugie en el arroyo Querit, y él obedeció
(1 R 17). ¿Y qué canal eligió Dios para darle provisión? Los cuervos. ¿Ya se
pusieron a pensar de dónde los cuervos obtendrían la carne que le llevaron a
Elías? Más tarde, Dios lo envió a Sarepta junto a una viuda para que ella sea
su canal de provisión. ¡Una viuda, una de las personas más desamparadas que
existían! Y Dios proveyó. Fíjense también en los versículos que siguen a
nuestro texto: “No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué
beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no
siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las
alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas” (Mt 6.25-26 – RVC)? Miren
las aves del cielo. ¿Alguna vez has visto a un pájaro con un ataque de
ansiedad? ¿Alguna vez has visto a un ser humano supuestamente inteligente con
un ataque de ansiedad? ¿No será que los pájaros tienen más fe que nosotros los
humanos que nos consideramos una categoría (o varias) superior a ellos? ¡Cuánta
falta nos hace la fe de las aves! No se preocupan por nada, porque saben que su
Creador los va a alimentar siempre. Entonces, si tú pierdes el trabajo, no
necesitas desesperarte, porque Dios ha decidido cambiar de canal para proveer
para ti. Andá a la ventana y mirá si hay pájaros afuera. Si hay, es porque Dios
no dejó de proveer todavía. Si confías en él, vas a experimentar milagros.
Puede que te envíe cuervos, puede que haga multiplicar sobrenaturalmente el
alimento que tienes en tu casa, o cualquier otra estrategia que él elija usar. Eso
sí, si te crees demasiado fino para un cuervo y lo rechazas como canal de
provisión, ya el problema no será de Dios si pasas necesidad.
Mamón te va a hacer creer que tu
empleo, tus inversiones, tu negocio, tu cónyuge, etc. son la fuente y que el
dinero es el fin que debes alcanzar a como dé lugar. Pero la verdad es
que Dios es la fuente, y el dinero es un medio que Dios usa para
un fin específico. ¿Ya entendemos por qué es imposible servir a Dios y a Mamón
al mismo tiempo? Son dos mundos totalmente opuestos. Lo difícil es cambiar ese
chip en nuestra mente, porque desde la cuna éste ha sido programado por Mamón.
Todo el mundo a nuestro alrededor se maneja según sus principios, y casi nos
resulta imposible concebir las cosas de otro modo. Por algo dice Pablo a los
romanos: “…cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de
vivir…” (Ro 12.2 – DHH).
Cuando Jesús habla aquí de servir a
un señor, ¿quién es el señor y quién es el siervo o esclavo en uno y otro caso?
En el reino de Dios, Dios es el Señor, el dinero es el esclavo, y yo soy el
medio por el cual Dios hace llegar el dinero al propósito que él ha dictado. En
el reino de Mamón, Mamón es el dueño o señor, yo soy el esclavo, y el dinero es
el fin que busco obtener como sea. Y este mismo sistema lo llevamos a la
iglesia y lo espiritualizamos, queriendo agregar a Dios a esta manera de
manejar del dinero. El único lugar que le queda a Dios en este sistema de Mamón
es usarlo a Dios como medio para obtener el dinero. Tratamos de hacer un
negocio con el Señor. Le prometemos mil y una cosa, con tal que nos dé dinero,
nos dé tal casa, nos dé tal auto o lo que sea que está en nuestros
deseos. Le pedimos que él bendiga nuestros planes para obtener dinero. O
sea, somos ateos cristianos. Hijos de Dios dominados por Mamón. ¿Quién controla
mi vida, Dios o el dinero, con Mamón como instigador? ¿Según qué criterio tomo mis
decisiones, según lo que me dicta la Palabra de Dios o según el grosor de mi
billetera? ¿Es el dinero que me dice a mí lo que puedo hacer, o le ordeno yo al
dinero, en el nombre de Jesús, lo que debe hacer? Si el dinero es mi fuente,
entonces pretenderé que Dios sea mi esclavo para conseguir dinero. Si Dios es
mi fuente, el dinero se convierte en mi esclavo para servir al reino. ¿Se
entiende? A ver, vamos a ilustrarlo en un ejemplo concreto. Voy a pedir a
alguien que me venga a ayudar. Pido a … a que pase al frente. Aquí tengo unos
billetes. ¿Qué dijimos que es el dinero? Un pedazo de papel. ¿Qué voy a hacer
cuando soy esclavo de Mamón? Voy a afanarme por el dinero y me voy a convertir
en un Mar Muerto. ¿Qué hago cuando Dios es mi fuente? Yo le ordeno al dinero,
según las instrucciones de Dios, qué debe hacer el dinero por mí. Así que, yo
le ordeno ahora a estos billetes a que bendigan la vida de … Ustedes dirán: “Pero ahora tenés menos
dinero. Te va a faltar a fin de mes.” No, porque mi vida no depende del dinero,
sino de Dios quien es mi fuente de provisión. Algún “cuervo” él ya tendrá
preparado… Si él quiere que yo use el dinero para bendecir a otros, ¿quién soy
yo para dudar de su provisión? Así como la viuda de Sarepta no murió porque le
dio a Elías lo último que le quedó para comer, yo tampoco voy a pasar
necesidad.
Hasta este punto probablemente ya
nos dimos cuenta de la enorme influencia que Mamón tiene en nuestras vidas.
Quiero mencionar algunos síntomas más de una persona dominada por Mamón
(tomados del libro “Viviendo junto al tercer río” de Craig Hill). Poder
reconocer estas señales en tu vida será el primer paso para liberarte del poder
de este demonio.
1. Preocupación y ansiedad respecto
al dinero. “Mucha gente carga una gran ansiedad y miedo respecto al dinero. Los
ricos temen perderlo, mientras que los pobres temen no tener nunca suficiente.
En cualquier caso, el miedo, la ansiedad y la preocupación dominan las emociones
de las personas”.
2. Mal manejo del dinero. Muchos
cristianos no tienen un sistema de controlar sus finanzas personales. Yo fui
uno de ellos por demasiado mucho tiempo. Constantemente dicen: “No sé a dónde
se fue el dinero.” Y si no saben a dónde se fue, tampoco le pueden ordenar a
dónde debe irse.
3. Carencia financiera persistente.
Las personas bajo la tiranía de Mamón nunca tienen suficiente dinero. Siempre
sobra demasiado mes al final del sueldo.
4. Comprar por impulso. No tienen la
capacidad de resistir el deseo de comprar. Lo que ven, lo compran. Lo que
desean, lo compran. O ven una “oferta”, y la compran, como ya lo dijo una vez
aquí el pastor Roberto al predicar sobre este tema. Mucha gente compra cosas
que no necesita, sólo porque era “barato”. El secreto es comprar siempre con un
propósito.
5. Tacañería. Tienen miedo a dar.
Todo lo tienen que guardar para sí. Son un Mar Muerto. El miedo a dar sus
diezmos y ofrendas es siempre un síntoma de un fuerte sometimiento al espíritu
de Mamón.
6. Descontento. Saber vivir con
mucho y con poco es un indicador de no estar bajo la influencia
del espíritu de Mamón. Uno es feliz sin importar cuánto tenga. La clave es
seguir considerando a Dios como la fuente en cada situación y nunca permitir
sentirse descontento debido a las circunstancias.
7. Encadenamiento a las deudas. La
deuda es uno de los principales mecanismos utilizados por Mamón para mantener a
la gente encadenada a él. La gente atada a Mamón es incapaz de disciplinarse
para postergar la gratificación personal, y cae en la trampa de comprar
inmediatamente los artículos deseados. Y la publicidad fomenta esto: “Compre
ahora y pague después.” Y como uno no quiere esperar hasta poder disfrutar de
algo, uno compra a cuotas esto y aquello y lo otro. Y antes de que llegue el
siguiente sueldo, ya todo el dinero está comprometido con las cuotas y no sobra
casi nada para vivir. En vez de trabajar para vivir, uno trabaja para pagar
deudas. ¿Y cuándo vas a empezar a vivir? Es un sistema demasiado generalizado
en nuestro país, y es un sistema demoniaco que tiene preso a demasiado mucha
gente bajo esas deudas. Si alguien de ustedes está en esta situación, salga lo
ante posible de sus deudas y huya de las cuotas como de la peste. Porque, ¿qué
si Dios te dijera que uses tu dinero para apoyar un proyecto evangelístico?
¿Tendrías la libertad de hacerlo? ¿O son tus acreedores y no Dios los que te
prescriben a quién pagar tu dinero?
¿Dónde está tu tesoro? ¿Qué papel
juega el dinero en tu vida? ¿Eres esclavo de Mamón o siervo de Dios? ¿Eres Mar
Muerto o Mar de Galilea? En una prédica más adelante vamos a seguir con este
tema, empezando por cómo poder librarse de las deudas. Pero hasta entonces
puedes hacer ya algunos pasos como, por ejemplo, quitarle al dinero el poder
que le habías atribuido hasta ahora. Pon a Dios como tu fuente de provisión y
empieza a sacudirte de encima las garras de Mamón que te tenían atrapados hasta
ahora. Quiero guiarte en una oración de liberación del espíritu de Mamón. A lo
mejor no será la única vez que tienes que renunciar a este espíritu diabólico,
porque es un proceso largo de aprender a estar sujeto a Dios, pero es un primer
paso.
Escuché íntegramente este audio... Excelente... Muy interesante... Muy útil.. Recomendada. Abrazos desde Asunción Paraguay... estimado Marvin Dück.
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