lunes, 10 de junio de 2019

¡No seas Mar Muerto!




  


          ¿Dónde está tu tesoro? Cada persona tiene un tesoro, algo que aprecia y persigue por sobre todas las cosas. Según la Biblia, podemos tener uno de dos tipos diferentes de tesoros. Hoy trataremos de identificar cuál de estos dos es mi tesoro. La descripción de ellos encontramos en el Sermón del Monte que hace poco terminamos de estudiar.

            FMt 6.19-21; 24

            Los versículos 19 y 20 contrastan estos dos tipos de tesoros: los tesoros aquí en la tierra y los tesoros en el cielo. Empecemos por el primero. ¿Qué podrían ser ejemplos de tesoros en esta tierra? Pueden ser muchas cosas, principalmente los bienes materiales. ¿Y qué necesito para ser dueño de uno de estos tesoros? El dinero. Ahí estamos en el centro del tema de esta mañana: el uso del dinero. ¿Cuánto dinero necesito para conseguir los tesoros que deseo? Mucho. Más de lo que tengo. Y si necesito más dinero de lo que tengo, ¿cuál será mi afán entonces? Conseguir más, trabajar más duro, buscar mejores empleos, etc. ¿Y qué dice Jesús aquí en este texto de estos tesoros? Se pierden, se descomponen, son robados, etc. ¿Vale la pena entonces invertir toda nuestra vida y nuestro dinero que no tenemos en estos tesoros? No, en absoluto. Sin embargo, ¡aun así lo hacemos! ¿Por qué? Bueno, esto es precisamente lo que queremos descubrir en esta mañana.
            El segundo tipo de tesoros, Jesús los describe con el nombre de “tesoros en el cielo”. ¿Qué serían ejemplos de estos tesoros? La mayoría diría la frase tan gastada: “Ganar almas para Cristo.” Más que almas, debemos ganar personas para Cristo. Está bien, pero es mucho más que esto, o hay maneras muy diversas de hacerlo. Es todo aquello que yo pueda hacer que tenga valor eterno. Si estamos hablando que el tema central de este texto es el uso del dinero, ¿cómo puedo “comprar” entonces tesoros del cielo con mi dinero? Invirtiéndolo en cualquier proyecto de valor eterno. Y la lista de posibilidades es ilimitada: aportar para el trabajo de la iglesia, ayudar al prójimo en sus necesidades, apoyar a un estudiante de teología, hacer imprimir Biblias o folletos, aportar cosas para la canasta de amor … en fin, miles y miles de posibilidades de “comprar” tesoros del cielo.
            Dos maneras de usar el dinero. Si lo uso para los tesoros terrenales, estoy buscando que yo pueda disfrutar por un poco de tiempo. Si lo uso para los tesoros del cielo, estoy buscando que muchos puedan disfrutar por toda la eternidad. ¿Cuál uso crees que es más noble? El usar el dinero para los tesoros de esta tierra es un acto sumamente egoísta, porque todo lo quiero para mí no más. Ya lo dijeron: mi máximo afán será juntar más y más dinero. Y ahí me vuelvo esclavo del dinero, porque es el dinero que determina qué es lo que voy a hacer, cómo estarán mis emociones, qué voy a comprar. El domingo pasado, Rodrigo explicó cómo funciona el Mar Muerto: sólo recibe, pero no da. Entra el agua del río Jordán, pero no tiene salida. ¿Y cuál es el resultado? El nombre ya lo dice: está muerto. ¡No seas Mar Muerto! No acumules tesoros en la tierra. Más bien sé el Mar de Galilea que está conectado al mismo río Jordán, pero cuyas aguas fluyen y dan vida.
            La clave para entender esto está en el versículo 21: “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón” (NTV). Si estás locamente enamorado(a), ¿quién es tu tesoro? Por supuesto esa persona angelical que acabas de conocer. Por ende, ¿dónde está tu corazón? ¿Dónde están tus pensamientos las 25 horas del día (porque 24 horas no alcanzan para ubicar todos los pensamientos)? ¿Dónde están los deseos de tu corazón? Por supuesto con la persona amada, con tu tesoro. “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.”
            ¿Y qué tiene que ver esto con acumular tesoros en el cielo? ¿Sabías que Jesús habló prácticamente 10 veces más sobre el dinero que sobre la fe o sobre la salvación? Casi la mitad de las parábolas hablan de dinero. No creo que Jesús haya venido a esta tierra para llevar a cabo una Teletón para recaudar fondos para el cielo. Si él es dueño de todos los recursos habidos y por haber en todo el universo. ¿Por qué entonces le dio tanto énfasis a este tema? Lo que Jesús busca en realidad no es el dinero, sino es nuestro corazón. Pero como el corazón siempre va detrás de su tesoro, como lo dice este versículo, entonces, con tener nuestro tesoro en el cielo, nuestro corazón también estará allí. Si Jesús logra tener nuestro tesoro, tendrá también nuestro corazón. ¿Suena lógico? Así que, cuanto más inviertas en el reino de Dios, más cerca estará tu corazón del gobernante de ese reino. Si tu acumulas tesoros en el cielo con el uso de tu dinero, más amarás al Señor. Si no me crees, probalo. ¡Te desafío!
            Vemos entonces que los tesoros en la tierra y los en el cielo se oponen radicalmente entre sí. Quizás nos sorprenda esto, porque pensamos que podríamos invertir grandes sumas en el reino de Dios y, al mismo tiempo, tener muchos tesoros terrenales, si tuviéramos suficiente dinero. ¿Por qué debería ser un problema esto? ¿Acaso no hay muchos empresarios cristianos que tienen flor de casa y de auto y se dan cada lujo, pero que invierten también millones en el reino de Dios? Sí, hay muchos. El problema no está en el dinero o en las riquezas, sino en una palabra que encontramos en el versículo 24: “Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero” (NTV).
            Lo primero que vemos en este versículo es que ambos señores, dueños o amos son opuestos entre sí. No se puede estar con ambos a la vez. O es uno o es el otro. Es categórico. Es radical. No hay trato entre ambos. Los términos que Jesús emplea indican una relación que exige absoluta obediencia. Significa servir como esclavo. El señor es dueño absoluto del esclavo y el esclavo le debe obediencia sin compromisos ni reservas. Jesús ni siquiera dice: “No deberían”. Él dice: “No pueden”. ¿Por qué? La razón está un poco escondida en nuestras traducciones. ¿Cómo dice su Biblia: “No pueden servir a Dios y a …”? La mayoría de las traducciones dice “dinero” o “riquezas”. No está del todo mal esa traducción, pero muy débil en comparación con lo que verdaderamente dice. En el griego dice que no se puede servir a Dios y al Mamón. Esto no se refiere a la fruta que yo puedo cosechar de una planta que hay en mi patio. Según lo que vemos aquí, Mamón es algo opuesto a Dios; es anti-Dios. Compite con Dios para tenernos a nosotros como su siervo o esclavo. La palabra “Mamón” no es ni griego ni hebreo, sino proviene de las lenguas cananeas, de los pueblos que habitaban Palestina antes de la conquista de los hebreos. Es el nombre del dios de la prosperidad. No es el dinero. El dinero no es el problema. Mamón es un espíritu demoniaco que usa el dinero y las riquezas como medio para esclavizar a la gente y apartarlas de Dios. Si Jesús hubiera dicho: “No pueden servir a Dios y a Baal”, nosotros hubiéramos entendido, porque conocemos este nombre del dios hacia el que el pueblo de Israel repetidas veces se desvió en el Antiguo Testamento. Pero el nombre Mamón no nos es tan conocido. Por eso no captamos lo terriblemente fuerte que Jesús está diciendo aquí.
            Este demonio no se presenta ante nosotros diciendo: “Hola, soy el demonio Mamón y exijo tu absoluto sometimiento a mí.” No es tan tonto como para hacer esto, porque muy pocos le obedecerían. Él se presenta en formas mucho más sutiles y es tremendamente exitoso. Casi no hay ser humano que no haya estado —o sigue estando— bajo su influencia.
            ¿De qué manera opera él? Una de sus estrategias es hacernos creer que el dinero tiene poder. Nosotros mismos lo decimos muchas veces: “El dinero es la llave para abrir muchas oportunidades a nuestro alrededor.” Un señor una vez me dijo: “La plata hace bailar al mono.” Pensé que seguramente él se consideraba mono. Pero esto que el dinero tiene poder es una de las mentiras más aceptadas y creídas en todo el mundo, incluso entre los cristianos. Esto hace que, si tengo dinero, me siento seguro, me siento poderoso, me siento feliz. Y si no tengo dinero, me desespero, me vuelvo histérico (o deprimido – según la personalidad de cada uno) y siento hundirme en el caos. ¿Pero qué es el dinero en realidad? Es un pedazo de papel al que el gobierno le atribuye cierto número, cierto valor. Es un elemento de intercambio en la compra-venta. El despensero me da a mí un kilo de azúcar, y yo le doy a él un determinado billete. Intercambiamos elementos. Si el día de mañana el gobierno dice que determinado billete no vale más 100.000 Gs, sino sólo 10.000, así será. El valor depende del gobierno, no del billete. El billete en sí no determina nada. No tiene ningún poder. Si lo tengo o no lo tengo no cambia nada en mi persona. Los varones que se fueron al primer retiro de varones no olvidarán nunca como con el terror estampado en sus rostros vieron al pastor Roberto quemando frente a todos un billete de 10.000 – y encima un billete ajeno. Bueno, ese terror en nuestras caras era expresión del dios Mamón que nos hacía creer que ese billete ardiendo tenía poder, cuando eso no es verdad.
            Bueno, si el dinero no tiene poder, ¿dónde está el poder entonces? Está en Mamón, y está en Dios, y yo tengo que decidir al poder de quién me voy a someter. Ambos pueden usar el dinero para sus propósitos. Mamón lo usa para esclavizarme, Dios lo usa para bendecir a otros. Si permito que Mamón use mi dinero, entonces me convertiré en un Mar Muerto: todo el dinero lo quiero para mí. Y cuanto más tengo, más siento que valgo. Si permito que Dios use mi dinero, él me va a indicar cómo bendecir a otros.
            Una segunda estrategia del dios Mamón es hacernos creer que nuestro jefe, nuestro cliente, el esposo, el empleo o lo que fuese es nuestra fuente de provisión. Y si el esposo no provee lo suficiente, hay guerra. Si pierdo el empleo, hay “lloro y crujir de dientes”. Y empezamos a buscar cualquier medio, hasta jugar la quiniela, una de las trampas más generalizadas de Mamón, para obtener dinero.
            Pero el que se llega a liberarse del poder de Mamón, quien renuncia a ese demonio, considera a Dios como fuente de provisión. Dios puede elegir cualquier canal que a él le plazca para hacerme llegar la provisión. Yo simplemente debo obedecerle y confiar en él. Fíjense el profeta Elías. Dios le dijo que se refugie en el arroyo Querit, y él obedeció (1 R 17). ¿Y qué canal eligió Dios para darle provisión? Los cuervos. ¿Ya se pusieron a pensar de dónde los cuervos obtendrían la carne que le llevaron a Elías? Más tarde, Dios lo envió a Sarepta junto a una viuda para que ella sea su canal de provisión. ¡Una viuda, una de las personas más desamparadas que existían! Y Dios proveyó. Fíjense también en los versículos que siguen a nuestro texto: “No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas” (Mt 6.25-26 – RVC)? Miren las aves del cielo. ¿Alguna vez has visto a un pájaro con un ataque de ansiedad? ¿Alguna vez has visto a un ser humano supuestamente inteligente con un ataque de ansiedad? ¿No será que los pájaros tienen más fe que nosotros los humanos que nos consideramos una categoría (o varias) superior a ellos? ¡Cuánta falta nos hace la fe de las aves! No se preocupan por nada, porque saben que su Creador los va a alimentar siempre. Entonces, si tú pierdes el trabajo, no necesitas desesperarte, porque Dios ha decidido cambiar de canal para proveer para ti. Andá a la ventana y mirá si hay pájaros afuera. Si hay, es porque Dios no dejó de proveer todavía. Si confías en él, vas a experimentar milagros. Puede que te envíe cuervos, puede que haga multiplicar sobrenaturalmente el alimento que tienes en tu casa, o cualquier otra estrategia que él elija usar. Eso sí, si te crees demasiado fino para un cuervo y lo rechazas como canal de provisión, ya el problema no será de Dios si pasas necesidad.
            Mamón te va a hacer creer que tu empleo, tus inversiones, tu negocio, tu cónyuge, etc. son la fuente y que el dinero es el fin que debes alcanzar a como dé lugar. Pero la verdad es que Dios es la fuente, y el dinero es un medio que Dios usa para un fin específico. ¿Ya entendemos por qué es imposible servir a Dios y a Mamón al mismo tiempo? Son dos mundos totalmente opuestos. Lo difícil es cambiar ese chip en nuestra mente, porque desde la cuna éste ha sido programado por Mamón. Todo el mundo a nuestro alrededor se maneja según sus principios, y casi nos resulta imposible concebir las cosas de otro modo. Por algo dice Pablo a los romanos: “…cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir…” (Ro 12.2 – DHH).
            Cuando Jesús habla aquí de servir a un señor, ¿quién es el señor y quién es el siervo o esclavo en uno y otro caso? En el reino de Dios, Dios es el Señor, el dinero es el esclavo, y yo soy el medio por el cual Dios hace llegar el dinero al propósito que él ha dictado. En el reino de Mamón, Mamón es el dueño o señor, yo soy el esclavo, y el dinero es el fin que busco obtener como sea. Y este mismo sistema lo llevamos a la iglesia y lo espiritualizamos, queriendo agregar a Dios a esta manera de manejar del dinero. El único lugar que le queda a Dios en este sistema de Mamón es usarlo a Dios como medio para obtener el dinero. Tratamos de hacer un negocio con el Señor. Le prometemos mil y una cosa, con tal que nos dé dinero, nos dé tal casa, nos dé tal auto o lo que sea que está en nuestros deseos. Le pedimos que él bendiga nuestros planes para obtener dinero. O sea, somos ateos cristianos. Hijos de Dios dominados por Mamón. ¿Quién controla mi vida, Dios o el dinero, con Mamón como instigador? ¿Según qué criterio tomo mis decisiones, según lo que me dicta la Palabra de Dios o según el grosor de mi billetera? ¿Es el dinero que me dice a mí lo que puedo hacer, o le ordeno yo al dinero, en el nombre de Jesús, lo que debe hacer? Si el dinero es mi fuente, entonces pretenderé que Dios sea mi esclavo para conseguir dinero. Si Dios es mi fuente, el dinero se convierte en mi esclavo para servir al reino. ¿Se entiende? A ver, vamos a ilustrarlo en un ejemplo concreto. Voy a pedir a alguien que me venga a ayudar. Pido a … a que pase al frente. Aquí tengo unos billetes. ¿Qué dijimos que es el dinero? Un pedazo de papel. ¿Qué voy a hacer cuando soy esclavo de Mamón? Voy a afanarme por el dinero y me voy a convertir en un Mar Muerto. ¿Qué hago cuando Dios es mi fuente? Yo le ordeno al dinero, según las instrucciones de Dios, qué debe hacer el dinero por mí. Así que, yo le ordeno ahora a estos billetes a que bendigan la vida de … Ustedes dirán: “Pero ahora tenés menos dinero. Te va a faltar a fin de mes.” No, porque mi vida no depende del dinero, sino de Dios quien es mi fuente de provisión. Algún “cuervo” él ya tendrá preparado… Si él quiere que yo use el dinero para bendecir a otros, ¿quién soy yo para dudar de su provisión? Así como la viuda de Sarepta no murió porque le dio a Elías lo último que le quedó para comer, yo tampoco voy a pasar necesidad.
            Hasta este punto probablemente ya nos dimos cuenta de la enorme influencia que Mamón tiene en nuestras vidas. Quiero mencionar algunos síntomas más de una persona dominada por Mamón (tomados del libro “Viviendo junto al tercer río” de Craig Hill). Poder reconocer estas señales en tu vida será el primer paso para liberarte del poder de este demonio.
            1. Preocupación y ansiedad respecto al dinero. “Mucha gente carga una gran ansiedad y miedo respecto al dinero. Los ricos temen perderlo, mientras que los pobres temen no tener nunca suficiente. En cualquier caso, el miedo, la ansiedad y la preocupación dominan las emociones de las personas”.
            2. Mal manejo del dinero. Muchos cristianos no tienen un sistema de controlar sus finanzas personales. Yo fui uno de ellos por demasiado mucho tiempo. Constantemente dicen: “No sé a dónde se fue el dinero.” Y si no saben a dónde se fue, tampoco le pueden ordenar a dónde debe irse.
            3. Carencia financiera persistente. Las personas bajo la tiranía de Mamón nunca tienen suficiente dinero. Siempre sobra demasiado mes al final del sueldo.
            4. Comprar por impulso. No tienen la capacidad de resistir el deseo de comprar. Lo que ven, lo compran. Lo que desean, lo compran. O ven una “oferta”, y la compran, como ya lo dijo una vez aquí el pastor Roberto al predicar sobre este tema. Mucha gente compra cosas que no necesita, sólo porque era “barato”. El secreto es comprar siempre con un propósito.
            5. Tacañería. Tienen miedo a dar. Todo lo tienen que guardar para sí. Son un Mar Muerto. El miedo a dar sus diezmos y ofrendas es siempre un síntoma de un fuerte sometimiento al espíritu de Mamón.
            6. Descontento. Saber vivir con mucho y con poco es un indicador de no estar bajo la influencia del espíritu de Mamón. Uno es feliz sin importar cuánto tenga. La clave es seguir considerando a Dios como la fuente en cada situación y nunca permitir sentirse descontento debido a las circunstancias.
            7. Encadenamiento a las deudas. La deuda es uno de los principales mecanismos utilizados por Mamón para mantener a la gente encadenada a él. La gente atada a Mamón es incapaz de disciplinarse para postergar la gratificación personal, y cae en la trampa de comprar inmediatamente los artículos deseados. Y la publicidad fomenta esto: “Compre ahora y pague después.” Y como uno no quiere esperar hasta poder disfrutar de algo, uno compra a cuotas esto y aquello y lo otro. Y antes de que llegue el siguiente sueldo, ya todo el dinero está comprometido con las cuotas y no sobra casi nada para vivir. En vez de trabajar para vivir, uno trabaja para pagar deudas. ¿Y cuándo vas a empezar a vivir? Es un sistema demasiado generalizado en nuestro país, y es un sistema demoniaco que tiene preso a demasiado mucha gente bajo esas deudas. Si alguien de ustedes está en esta situación, salga lo ante posible de sus deudas y huya de las cuotas como de la peste. Porque, ¿qué si Dios te dijera que uses tu dinero para apoyar un proyecto evangelístico? ¿Tendrías la libertad de hacerlo? ¿O son tus acreedores y no Dios los que te prescriben a quién pagar tu dinero?
            ¿Dónde está tu tesoro? ¿Qué papel juega el dinero en tu vida? ¿Eres esclavo de Mamón o siervo de Dios? ¿Eres Mar Muerto o Mar de Galilea? En una prédica más adelante vamos a seguir con este tema, empezando por cómo poder librarse de las deudas. Pero hasta entonces puedes hacer ya algunos pasos como, por ejemplo, quitarle al dinero el poder que le habías atribuido hasta ahora. Pon a Dios como tu fuente de provisión y empieza a sacudirte de encima las garras de Mamón que te tenían atrapados hasta ahora. Quiero guiarte en una oración de liberación del espíritu de Mamón. A lo mejor no será la única vez que tienes que renunciar a este espíritu diabólico, porque es un proceso largo de aprender a estar sujeto a Dios, pero es un primer paso.

1 comentario:

  1. Escuché íntegramente este audio... Excelente... Muy interesante... Muy útil.. Recomendada. Abrazos desde Asunción Paraguay... estimado Marvin Dück.

    ResponderEliminar