martes, 15 de enero de 2019

El amor







            Mis muy estimados hermanos Lino y Olga, ¡muchísimas gracias por permitirnos vivir este gran momento en la vida de ustedes y su familia! Cuando me preguntaron por colaborar en su festejo de hoy, me sentí tremendamente honrado por este privilegio.
            En los preparativos les pregunté si tendrían algún texto bíblico que haya marcado su vida y que sea muy significativo para ellos. Después de unos días de elegir cuál de todos los textos significativos iban a establecer para esta ceremonia, me pasaron los versículos 4-7 de 1 Corintios 13, donde dice lo siguiente…

            F1 Co 13.4-7

            Cuando leí esto, pensé que no me hubiera extrañado que una parejita de tortolitas enamoradas elija este texto como lema para su boda, porque les podría parecer muy romántico hablar de amor, lo que hace el amor y creyéndose cada uno el modelo por excelencia de esa clase de amor. Pero que una pareja, que se conoce desde hace 25 años y haya sufrido cada una de las mañas de su cónyuge elija este texto, ¡eso sí que es valentía! Le felicité al hermano Lino por eso, y él me contesta que la clave está en la frase: “el amor todo lo soporta.” Y sí, creo que sí. ¡Eso es amor! No es un sentimiento romántico, sino compromiso a prueba de todo.
            Veamos entonces con mayor detalle la mayoría de las características del amor descrito en este texto.
            1.) Y ya empezamos con problemas…: “El amor es paciente…” (v. 4 – RVC). ¿También cuando el cónyuge comete por enésima vez la misma estupidez? ¿Cuando después de tres explicaciones sigue sin entender? ¿Cuando tarda tres horas en la peluquería o para mirar todos los pares de zapatos de la tienda – sin llevarse ninguno al final? Pueden seguir poniendo sus propios ejemplos de desafíos a la paciencia. Quizás más que uno se siente identificado con esta otra traducción de esta primera parte del versículo 4: “El amor es sufrido…” (RV95), o: “Tener amor es saber soportar…” (DHH). Si uno tiene realmente amor, le dice: “Sí, mi vida, tranquila, quedate un rato más. No te preocupes por mí. Mirá, allá hay otra tienda de zapatos. ¿Te acompaño?” Hermanas, ¿alguna vez han escuchado decir esto a sus esposos? Entonces sepan que tienen un esposo lleno de amor.
            Bueno, suena como que sólo los esposos necesitan de paciencia, cuando la verdad es que nuestras esposas necesitan de mucha más paciencia con nosotros torpes que nosotros para con ellas. Pero, si hay verdadero amor hacia el cónyuge, habrá paciencia. Es el egoísmo, el “verdadero amor” – a mí mismo, que hace que nuestra paciencia para con otros se agote tan rápido. Lo interesante es que con nosotros mismos nuestra paciencia parece no tener límite… Da para pensar, ¿no?
            2.) Luego dice: “El amor es … bondadoso” (v. 4 – RVC), o: “servicial” (BPD). Esto ya nos gusta – cuando otros lo hacen para con nosotros. Algunos maridos se imaginan el matrimonio como ellos llegando a casa como si fueran los salvadores del mundo, para sentarse en su sillón favorito, mientras que su ayuda idónea, como abeja obrera, vuela de aquí para allá para servirle a su rey. Bueno, esto no necesariamente está mal, si es voluntario y de mutuo acuerdo y satisfacción. Y, si el marido también se muestra servicial y bondadoso hacia su esposa. No se puede exigir lo que uno mismo no está dispuesto a dar. El verdadero amor se muestra bondadoso y servicial hacia su cónyuge.
            3.) La tercera característica del amor: “…el amor no tiene envidia…” (v. 4 – RV95). Bueno, pensé que este era más ligero, ya que no habría muchos matrimonios que tendrían envidia uno del otro, aunque sí hay casos en que los dos entran en una especie de competencia por ver quién tiene mayor éxito en el trabajo, quién gana más o quién tiene un ministerio más ungido. Hasta que vi otra traducción en varias versiones: “El amor no es celoso…” (NTV), y ahí dije: “Agarrate, Catalina.”, porque eso de los celos es un problemón en muchos matrimonios. No voy a entrar muy profundamente en este tema, porque es demasiado complejo y tiene que ver, probablemente, con el pasado no resuelto de uno o ambos cónyuges. Pero los celos son básicamente una falta total de confianza, y la falta de confianza no permite desarrollar ninguna relación firme y duradera. Es evidente que los hermanos Lino y Olga no son celosos, porque de otro modo no hubieran llegado a 25 años de matrimonio. La solución que da el texto es el amor. El verdadero amor hace que yo pueda confiar en la otra persona, porque en el último versículo de este pasaje elegido dice: “El que ama es capaz … de creerlo todo…” (v. 7 – TLA), “confía sin límites” (BLPH). El celo es desconfiado hasta no dar más; el amor lo cree todo o confía sin límites. Dejen entonces que Dios los llene de su amor perfecto, y los celos tendrán que morir de hambre.
            4.) Llegamos a la cuarta característica: El amor “no es presumido ni orgulloso” (v. 4 – PDT). El que se cree la maravilla que lo hace todo en el matrimonio, le falta el respeto al cónyuge y a sus esfuerzos por aportar al matrimonio. Y aunque fuera verdad que uno es la parte fuerte y el otro la parte débil, nada mejoraría con creerse algo. Más bien, la situación se vuelve aún peor. La presunción y el orgullo siempre buscan alzarse y aparentar ser grande ante los demás. Pero fíjense cómo otra traducción expresa esta idea: El amor no “actúa con bajeza” (BNP). Ups. ¿Quiere decir, que el inflarse y querer aparentar grande es en realidad todo lo opuesto, actuando con mucha bajeza? ¡Sí, eso quiere decir, y así es! Porque el orgullo nunca nace en Dios. Todo lo que proviene de Dios es sublime, supremo, es lo más. Todo lo que proviene de las artimañas del enemigo o de la carne humana —como el orgullo, por ejemplo—, es bajo, sucio, despreciable. El amor verdadero que proviene de Dios vence esta tendencia tan fea en nosotros.
            En esa misma dirección van también las siguientes declaraciones, que el amor “no hace nada impropio; no es egoísta…” (v. 5 – RVC), o, en versión Nueva Traducción Viviente: “No exige que las cosas se hagan a su manera” (NTV).
            5.) El amor “no se irrita” (v. 5 – RV95), “no se enoja por cualquier cosa” (TLA), “no pierde los estribos” (BLPH). Hay matrimonios que necesitarían que un bombero viva al lado de su casa, ya que ante cualquier provocación mínima ya se calienta el ambiente y estalla. Si uno analiza la situación, lo que provocó el estallido fue una pavada que fácilmente se podría haber eliminado. Sin embargo, la pareja permite que esa pavada crezca hasta el infinito y cause demasiado daño. El amor no lo hace. Sonríe y sigue adelante como si nada hubiera pasado. Por algo el apóstol Pedro dice que “el amor cubre infinidad de pecados” (1 P 4.8 – RVC).
            6.) Esto lo dice también la siguiente característica del amor que “no guarda rencor” (v. 5 – RV95). Hay personas que fácilmente perdonan, y ya se olvidan de lo que ocurrió. Y si siguen enojados con su cónyuge, a veces ni se acuerdan más por qué se enojaron. Pero hay otras personas que hacen lo opuesto a lo que dice otra versión: “No … lleva un registro de las ofensas recibidas” (NTV). Hay personas que pueden acusar a su cónyuge sin titubear: “Hace 16 años, 3 meses, 1 semana, 5 días y 14 horas y medio hiciste o dijiste tal o cual cosa.” Y en todas las peleas siguientes se repite el mismo registro, con las modificaciones correspondientes de las indicaciones del tiempo. Eso no es amor, es falta de perdón. El rencor y el amor no pueden convivir en el mismo corazón.
            7.) El amor “no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad” (v. 6 – BLA). Cuando a su cónyuge le sucede algo malo, no remata por él diciendo: “¡Bien! Te lo mereces.” El amor siempre lucha por la justicia y por superar los obstáculos en la vida de su cónyuge.
            El último versículo de este pasaje hace una especie de resumen a lo anterior, y pone la cereza sobre la torta: “El amor todo lo soporta, siempre confía, siempre aguarda esperanzado, siempre resiste” (v. 7 – Kadosh), o, en palabras de otra versión: “Disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites” (BLPH).
            ¿Sientes que tu amor muy a menudo sí encuentra límites? En esa lucha estamos todos. Necesitamos que el amor de Dios sea implantado una y otra vez siempre más profundamente en nuestros corazones, desplazando nuestro egoísmo y orgullo. Y ese proceso es duro y largo. Pero Dios quiere darnos su mano. Él sabe que no somos perfectos, y que por nosotros mismos no podemos “producir” esa clase de amor. Pero él es amor en esencia, y si le invitamos a vivir en nosotros, y cuanto más lugar le damos en nuestra vida, tanto más saldrá a relucir este su ser a través de nosotros. Eso es lo que deseo para las décadas que queden por delante de Lino y Olga, y para cada uno de nosotros.

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