Mis muy estimados hermanos Lino y
Olga, ¡muchísimas gracias por permitirnos vivir este gran momento en la vida de
ustedes y su familia! Cuando me preguntaron por colaborar en su festejo de hoy,
me sentí tremendamente honrado por este privilegio.
En los preparativos les pregunté si
tendrían algún texto bíblico que haya marcado su vida y que sea muy
significativo para ellos. Después de unos días de elegir cuál de todos los
textos significativos iban a establecer para esta ceremonia, me pasaron los
versículos 4-7 de 1 Corintios 13, donde dice lo siguiente…
F1 Co 13.4-7
Cuando leí esto, pensé que no me
hubiera extrañado que una parejita de tortolitas enamoradas elija este texto
como lema para su boda, porque les podría parecer muy romántico hablar de amor,
lo que hace el amor y creyéndose cada uno el modelo por excelencia de esa clase
de amor. Pero que una pareja, que se conoce desde hace 25 años y haya sufrido
cada una de las mañas de su cónyuge elija este texto, ¡eso sí que es valentía!
Le felicité al hermano Lino por eso, y él me contesta que la clave está en la
frase: “el amor todo lo soporta.” Y sí, creo que sí. ¡Eso es amor! No es un
sentimiento romántico, sino compromiso a prueba de todo.
Veamos entonces con mayor detalle la
mayoría de las características del amor descrito en este texto.
1.)
Y ya empezamos con problemas…: “El amor es paciente…” (v. 4 – RVC).
¿También cuando el cónyuge comete por enésima vez la misma estupidez? ¿Cuando
después de tres explicaciones sigue sin entender? ¿Cuando tarda tres horas en
la peluquería o para mirar todos los pares de zapatos de la tienda – sin
llevarse ninguno al final? Pueden seguir poniendo sus propios ejemplos de
desafíos a la paciencia. Quizás más que uno se siente identificado con esta
otra traducción de esta primera parte del versículo 4: “El amor es sufrido…” (RV95), o: “Tener amor es saber soportar…” (DHH). Si uno tiene realmente amor,
le dice: “Sí, mi vida, tranquila, quedate un rato más. No te preocupes por mí.
Mirá, allá hay otra tienda de zapatos. ¿Te acompaño?” Hermanas, ¿alguna vez han
escuchado decir esto a sus esposos? Entonces sepan que tienen un esposo lleno
de amor.
Bueno, suena como que sólo los
esposos necesitan de paciencia, cuando la verdad es que nuestras esposas
necesitan de mucha más paciencia con nosotros torpes que nosotros para con
ellas. Pero, si hay verdadero amor hacia el cónyuge, habrá paciencia. Es el
egoísmo, el “verdadero amor” – a mí mismo, que hace que nuestra paciencia para
con otros se agote tan rápido. Lo interesante es que con nosotros mismos
nuestra paciencia parece no tener límite… Da para pensar, ¿no?
2.)
Luego dice: “El amor es … bondadoso” (v. 4 – RVC), o: “servicial” (BPD). Esto ya nos gusta – cuando otros lo hacen para
con nosotros. Algunos maridos se imaginan el matrimonio como ellos llegando a
casa como si fueran los salvadores del mundo, para sentarse en su sillón
favorito, mientras que su ayuda idónea, como abeja obrera, vuela de aquí para
allá para servirle a su rey. Bueno, esto no necesariamente está mal, si es voluntario
y de mutuo acuerdo y satisfacción. Y, si el marido también se muestra servicial
y bondadoso hacia su esposa. No se puede exigir lo que uno mismo no está
dispuesto a dar. El verdadero amor se muestra bondadoso y servicial hacia su
cónyuge.
3.)
La tercera característica del amor: “…el amor no tiene envidia…” (v. 4 –
RV95). Bueno, pensé que este era más ligero, ya que no habría muchos
matrimonios que tendrían envidia uno del otro, aunque sí hay casos en que los
dos entran en una especie de competencia por ver quién tiene mayor éxito en el
trabajo, quién gana más o quién tiene un ministerio más ungido. Hasta que vi
otra traducción en varias versiones: “El
amor no es celoso…” (NTV), y ahí dije: “Agarrate, Catalina.”, porque eso de
los celos es un problemón en muchos matrimonios. No voy a entrar muy
profundamente en este tema, porque es demasiado complejo y tiene que ver,
probablemente, con el pasado no resuelto de uno o ambos cónyuges. Pero los
celos son básicamente una falta total de confianza, y la falta de confianza no
permite desarrollar ninguna relación firme y duradera. Es evidente que los
hermanos Lino y Olga no son celosos, porque de otro modo no hubieran llegado a
25 años de matrimonio. La solución que da el texto es el amor. El verdadero
amor hace que yo pueda confiar en la otra persona, porque en el último
versículo de este pasaje elegido dice: “El
que ama es capaz … de creerlo todo…” (v. 7 – TLA), “confía sin límites” (BLPH). El celo es desconfiado hasta no dar
más; el amor lo cree todo o confía sin límites. Dejen entonces que Dios los
llene de su amor perfecto, y los celos tendrán que morir de hambre.
4.)
Llegamos a la cuarta característica: El amor “no es presumido ni orgulloso”
(v. 4 – PDT). El que se cree la maravilla que lo hace todo en el matrimonio, le
falta el respeto al cónyuge y a sus esfuerzos por aportar al matrimonio. Y aunque
fuera verdad que uno es la parte fuerte y el otro la parte débil, nada mejoraría
con creerse algo. Más bien, la situación se vuelve aún peor. La presunción y el
orgullo siempre buscan alzarse y aparentar ser grande ante los demás. Pero
fíjense cómo otra traducción expresa esta idea: El amor no “actúa con bajeza” (BNP). Ups. ¿Quiere decir, que el inflarse y
querer aparentar grande es en realidad todo lo opuesto, actuando con mucha
bajeza? ¡Sí, eso quiere decir, y así es! Porque el orgullo nunca nace en Dios.
Todo lo que proviene de Dios es sublime, supremo, es lo más. Todo lo que
proviene de las artimañas del enemigo o de la carne humana —como el orgullo,
por ejemplo—, es bajo, sucio, despreciable. El amor verdadero que proviene de
Dios vence esta tendencia tan fea en nosotros.
En esa misma dirección van también
las siguientes declaraciones, que el amor “no
hace nada impropio; no es egoísta…” (v. 5 – RVC), o, en versión Nueva
Traducción Viviente: “No exige que las
cosas se hagan a su manera” (NTV).
5.)
El amor “no se irrita” (v. 5 – RV95), “no se enoja por cualquier cosa” (TLA), “no pierde los estribos” (BLPH). Hay matrimonios que necesitarían que
un bombero viva al lado de su casa, ya que ante cualquier provocación mínima ya
se calienta el ambiente y estalla. Si uno analiza la situación, lo que provocó
el estallido fue una pavada que fácilmente se podría haber eliminado. Sin
embargo, la pareja permite que esa pavada crezca hasta el infinito y cause
demasiado daño. El amor no lo hace. Sonríe y sigue adelante como si nada
hubiera pasado. Por algo el apóstol Pedro dice que “el amor cubre infinidad de pecados” (1 P 4.8 – RVC).
6.)
Esto lo dice también la siguiente característica del amor que “no
guarda rencor” (v. 5 – RV95). Hay personas que fácilmente perdonan, y
ya se olvidan de lo que ocurrió. Y si siguen enojados con su cónyuge, a veces
ni se acuerdan más por qué se enojaron. Pero hay otras personas que hacen lo
opuesto a lo que dice otra versión: “No …
lleva un registro de las ofensas recibidas” (NTV). Hay personas que pueden
acusar a su cónyuge sin titubear: “Hace 16 años, 3 meses, 1 semana, 5 días y 14
horas y medio hiciste o dijiste tal o cual cosa.” Y en todas las peleas
siguientes se repite el mismo registro, con las modificaciones correspondientes
de las indicaciones del tiempo. Eso no es amor, es falta de perdón. El rencor y
el amor no pueden convivir en el mismo corazón.
7.)
El amor “no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad” (v.
6 – BLA). Cuando a su cónyuge le sucede algo malo, no remata por él diciendo:
“¡Bien! Te lo mereces.” El amor siempre lucha por la justicia y por superar los
obstáculos en la vida de su cónyuge.
El último versículo de este pasaje
hace una especie de resumen a lo anterior, y pone la cereza sobre la torta: “El amor todo lo soporta, siempre confía,
siempre aguarda esperanzado, siempre resiste” (v. 7 – Kadosh), o, en
palabras de otra versión: “Disculpa sin
límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites”
(BLPH).
¿Sientes que tu amor muy a menudo sí
encuentra límites? En esa lucha estamos todos. Necesitamos que el amor de Dios
sea implantado una y otra vez siempre más profundamente en nuestros corazones,
desplazando nuestro egoísmo y orgullo. Y ese proceso es duro y largo. Pero Dios
quiere darnos su mano. Él sabe que no somos perfectos, y que por nosotros
mismos no podemos “producir” esa clase de amor. Pero él es amor en esencia, y
si le invitamos a vivir en nosotros, y cuanto más lugar le damos en nuestra
vida, tanto más saldrá a relucir este su ser a través de nosotros. Eso es
lo que deseo para las décadas que queden por delante de Lino y Olga, y para
cada uno de nosotros.
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