miércoles, 21 de noviembre de 2018

Tonto vs. sabio











            La mayoría de ustedes conoce a estos dos varones. ¿Pueden identificar quién es quién? A veces necesitamos guiarnos mirando quién es la esposa que está a su lado. Así se le puede saludar o por César o por Sergio. Pero quien no los conoce muy bien o se encuentra por sorpresa con uno de los dos, capaz que no podrá distinguir uno del otro.
            Parecería que, en el texto de hoy, Jesús estuviera describiendo a un par de gemelos como César y Sergio. Parecen idénticos. De ambos se dice casi lo mismo, hasta Jesús usa exactamente las mismas palabras. Sin embargo, en verdad son tan distintos entre sí como la vida y la muerte. El resultado de su vida es radicalmente opuesto del uno al otro. ¿Qué es lo que hace la diferencia? Veámoslo en el texto de hoy, el último del Sermón del Monte, cuyo estudio concluimos hoy.

            F Mt 7.24-29

            Como dije, estos dos hombres se parecen como un huevo al otro, o como un gemelo al otro. Ambos reciben la enseñanza de Jesús, ambos son comparados con un constructor, ambos construyen una casa, ambos enfrentan las mismas adversidades. El relato de Jesús parece ser uno solo, que después no más hizo copiar / pegar para repetirlo, cambiando no más algunas palabras. Pero lo que a primera vista parece ser tan igual, en el fondo es radicalmente diferente. Y la diferencia empieza por dos letras que se agregan al relato del segundo hombre: “n”, “o”. Del primer hombre dice la Biblia: “A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica…” (v. 24 – RVC). Después repite exactamente las mismas palabras para el segundo, con el agregado de estas dos letras: “…a cualquiera que me oye estas palabras y ‘n’ ‘o’ las pone en práctica…” (v. 26 – RVC). Ese “no” hace que el final de la historia sea tan opuesto como la vida y la muerte entre el primero y el segundo hombre. Al primer hombre, la Biblia lo llama “sabio”, “prudente”, “sensato”, “precavido”, según las diferentes versiones de la Biblia. ¿Les gustan estos calificativos? ¿O preferirían ser llamados “insensato”, “necio”, “estúpido”, “tonto”? Así es como la Biblia le llama al segundo hombre. ¿Qué es lo que hace la diferencia entre uno y otro? No es el haber escuchado la Palabra de Dios. De ambos Jesús dice: “A cualquiera que me oye estas palabras…” La cuestión no es haber escuchado o leído la Palabra de Dios. Si uno quiere, puede estar todo el día rodeado de versículos bíblicos, lecturas de la Palabra de Dios, meditaciones, prédicas, etc., de modo que hasta podría producirse un tipo de “indigestión espiritual” por el exceso de alimento espiritual. Pero aún el que elija exponerse conscientemente a esta avalancha de la Palabra de Dios porque sí no más, seguiría siendo llamado “insensato”, “necio”, “estúpido”, “tonto”. Puedes leerte todas las meditaciones que subo diariamente en el grupo, escuchar todas las prédicas que encuentras en Internet y saberte de memoria toda la Biblia de tapa a tapa, y seguir siendo un “estúpido”. La pinta no te hace todavía un “sabio”. Es muy, muy necesario exponerse a la Palabra de Dios, porque si uno no lo hace, no puede llegar a lo que verdaderamente hace la diferencia: ponerla en práctica. La Biblia debe ser vivida, no solamente leída, pero para vivirla, necesariamente hay que leerla. Dios no habló nunca sólo para que tengamos información en la cabeza; Jesús no enseñó el Sermón del Monte sólo para que Mateo pueda ganar la competencia por ver quién tiene el evangelio más largo. Si Dios habla, es para impactar y cambiar vidas. La persona que no es transformada por la Palabra de Dios es como la segunda persona: necia, tonta. Y esta palabra no se refiere a su capacidad intelectual. Tú puedes ser una persona altamente inteligente, pero tonta y necia a la vez; tonta espiritualmente. Estúpida por no hacer lo correcto que sabes que debes hacer.
            ¿Qué haces tú con la Palabra de Dios? ¿Qué es la Biblia para ti? ¿Un gran libro? ¿Quizás tu libro favorito? ¿O es tu vida misma? El uso que podemos darle a la Palabra de Dios es ilustrado en nuestro texto por dos constructores. La casa que construyen simboliza la vida de la persona. ¿Sobre qué basa cada uno su casa de la vida? El que permite que la Palabra de Dios penetre en su vida, modifique sus puntos de vista y oriente su comportamiento y sus decisiones, es descrita como una persona sabia. Construye su vida sobre la roca. ¿Y qué o quién es simbolizado por esa “roca”? La Biblia frecuentemente compara a Jesús o a Dios con una roca: “Voy a proclamar el nombre del Señor; voy a enaltecer a nuestro Dios. Él es nuestra Roca, y su obra es perfecta; todos sus caminos son de justicia...” (Dt 32.3-4 – RVC), dice Moisés. David dice: “Señor, tú eres mi roca y mi fortaleza ¡eres mi libertador” (2 S 22.2 – RVC)! “Yo puse mi esperanza en el Señor, y él … me sacó del hoyo de la desesperación … y plantó mis pies sobre una roca; ¡me hizo caminar con paso firme” (Sal 40.1-2 – RVC)! Este es el fundamento de vida de alguien que decide obedecer las instrucciones divinas.
            Esto es muy fácil de decir y muy fácil de entender. Pero imagínense lo que es vivirlo. Si le pido a alguien cavar un canal o un pozo aquí en el terreno de la iglesia, él preferiría buscar la manera de mandarme a la luna que cavar lo que le pido. Eso es por las muchas piedras que hay en la tierra y que hacen que el cavar sea un trabajo durísimo. ¡Imagínense entonces marcar una roca donde vas a asentar las paredes de tu casa! Así es obedecer la Palabra de Dios: requiere de muchísimo sacrificio y esfuerzo. Si quieres vivir una vida tranquila (aparentemente…); si quieres “evitar la fatiga”, entonces sigue tratando a la Biblia como un gran libro de sabiduría pero que reemplaza la pata quebrada de tu mueble de la sala. Pero no esperes tener una vida que impacte a otros con la presencia de Cristo. No esperes ser llamado grande en el reino de los cielos. No esperes ser llamado “sabio”, “prudente”, “sensato”, “precavido”. Y tu comodidad del momento será tu ruina en el futuro – ¡y tu futuro empieza hoy! El fundamento sobre el que has construido tu casa no es visible a simple vista. Tu apariencia puede ser la de un tremendo cristiano de modo que pareces idéntico a un verdadero cristiano; tu vida espiritual puede lucirse en todas las luces, pero cuando es puesto a prueba tu fundamento, ahí se muestra de qué estás hecho. ¡Y esa prueba vendrá más temprano de lo que te lo imaginas! También el cristiano comprometido experimenta duras luchas en la vida. Jesús los describe en estos términos: “Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa…” (Mt 7.25 – BLPH). Es mentira que el cristiano fiel no tendrá luchas, como algunos tratan de pintarlo. Más bien, Jesús indicó todo lo contrario. En ambos casos dijo que venían las lluvias, inundaciones y tormentas. También en el Evangelio de Juan dijo: “En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16.33 – BNP). Como ya dije, en nuestro texto de hoy, Jesús emplea para la persona obediente a sus enseñanzas los mismos términos que para el descuidado y desobediente. Ambos experimentan las mismas aflicciones, pero uno se mantiene firme mientras que el otro se derrumba, porque su fe no fue lo suficientemente fuerte como para sostenerlo. Uno es un seguidor de Jesús, comprometido con su Maestro, el otro es un simple simpatizante, sin compromiso. Uno es trigo, el otro cizaña. La pinta es idéntica como dos gemelos, pero el cimiento es la diferencia.
            La Palabra de Dios no te da sugerencias que tienes la opción de cumplir o no, según te dé la gana o según te convenga. La Biblia siempre pone exigencias altas, no por ser tirano, sino porque sabe que las lluvias, los torrentes y los vientos de la vida son durísimos, y que podrá enfrentarlos sólo el que lucha tan radicalmente por la obediencia a los mandatos divinos. Es duro, pero es lo único que sostendrá tu vida en medio de las aflicciones. El que quiera una vida cómoda, sufrirá muchísimo más después al ver las ruinas de su vida. ¿Qué prefieres?
            Hoy se integran varias personas nuevas a la membresía de esta iglesia. Hemos pasado varias semanas viendo lo que la Palabra de Dios nos enseña en cuanto a esto. Nuestros nuevos miembros tienen ahora mucha información, pero dependerá de ellos ponerlos en práctica y comprometerse a una vida en obediencia a la Palabra de Dios. La iglesia no es un club de diversiones. El que viene sólo porque aquí “da gusto”, está en el lugar equivocado y se irá ni bien empiece el primer síntoma de no dar más gusto. Es muy lindo cuando las cosas van bien y cuando hay mucho entusiasmo, pero entusiasmo sólo no es suficiente. Es una emoción que hoy está presente y mañana se esfuma. Más que emoción se requiere de compromiso, porque la iglesia es más parecida a un campo de batalla en la que un soldado le cubre al otro mientras que todos juntos avanzamos en la conquista del reino de las tinieblas, en el nombre de Jesús. A los nuevos, ¿les asusta esto? Tienen todavía unos minutos de tiempo para decidir si realmente quieren entrar o no, ¡y lo digo en serio! No buscamos simpatizantes, sino personas comprometidas con Dios, en primer lugar, y con su iglesia en segundo lugar. En los últimos años varios miembros han soportado tormentas durísimas en sus vidas. Algunos estuvieron fundados sobre la roca y se mantuvieron en pie, otros fueron llevados por el raudal. Esperamos que la gracia de Dios los pueda poner a salvo antes que sea demasiado tarde. Y si deciden que Dios y su Palabra serán el fundamento de sus vidas, ¡bienvenidos! Juntos caminaremos rumbo a lo que Dios quiere para nosotros. Han hecho la mejor decisión. ¡Felicidades!
            Y los que desde hace tiempo ya tienen la pinta espiritual, pero cuya conciencia los pone hoy del lado de los tontos, estúpidos y necios, ¿qué es lo que tienen que hacer para pasar al lado de los sabios y prudentes? Sabemos que la clave es la obediencia: dejar impregnar sus actitudes, su vocabulario, sus reacciones, sus decisiones, en fin: toda su vida por los principios de la Palabra de Dios. No seremos perfectos, por supuesto, pero ¿cuál sería una cosa en la que ahora mismo piensas que Dios demanda de ti obediencia? No mires a toda la lista de faltas que puedes identificar en tu vida, sino empieza por un asunto. ¿Qué debes hacer en cuanto a este punto para obedecer las instrucciones de Dios? No salgas de este lugar sin haber tomado ese firme compromiso de pasar de tonto a sabio en ese punto concreto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario