lunes, 18 de marzo de 2019

El mensaje a la iglesia de Tiatira








            Ya les he comentado en algún momento de un joven que se fue a Buenos Aires a estudiar, dejando en Paraguay a su novia. Muy a menudo se le encontró parado frente a una ventana, mirando a lo lejos. Una vez alguien le preguntó por el por qué. Este joven le dijo que estaba mirando en dirección a Paraguay, pensando en su novia. Fue ahí que su compañero lo llevó a la ventana opuesta, indicándole que allá quedaba Paraguay.
            Todo este tiempo este joven había estado muy convencido de lo que estaba haciendo, sin darse cuenta que estaba mirando por la ventana equivocada. Puede darse a menudo que hacemos algo, muy convencidos de que es lo correcto, hasta que el Espíritu Santo nos lleva “a la ventana opuesta”. Veámoslo en el desarrollo del tema de hoy.
            Llegamos hoy al cuarto mensaje de Cristo a las iglesias del Apocalipsis. La carta a Tiatira es la más larga de todas, y la más enigmática. De Tiatira no se conoce muchos detalles. Se sabe que era una ciudad dedicada al comercio, principalmente de lana y de púrpura. Nos encontramos con este nombre ya en el libro de los Hechos. En su segundo viaje misionero de Pablo, llegó junto con Silas a la ciudad de Filipos. Un día, junto al río, le hablaron a un grupo de mujeres que había allí. Dice la Biblia que “una de ellas se llamaba Lidia; era de la ciudad de Tiatira y vendía telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios y que estaba escuchando, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía. Fue bautizada, junto con toda su familia…” (Hch 16.14-15 – DHH). Es muy probable que esta mujer haya llevado luego el evangelio a Tiatira, fruto de lo cual es esta iglesia mencionada en Apocalipsis.
            Sabemos también que en Tiatira había un gran número de gremios o sindicatos. Estas eran asociaciones de personas que se dedicaban al mismo oficio. Había gremios de trabajadores de la lana, de fabricantes de ropa, de tintoreros, etc. Estas son algunas de las pocas informaciones que tenemos de Tiatira.
            Leamos ahora el mensaje de Cristo a la iglesia de esta ciudad.

            F Ap 2.18-29

            Jesús se presenta a esta iglesia en primer lugar como “Hijo de Dios”. Es la única vez en todo el libro que se usa este título. Refleja la gran autoridad y la omnisciencia de Jesús por la cual él puede reprender a la iglesia de la forma como lo hace.
            Pero él da también una descripción de sí mismo: “el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce pulido” (v. 18 – DHH). Esa es parte de la descripción que Juan ya había dado de él en el capítulo 1, el preámbulo a estas cartas a las 7 iglesias. Ahí Juan lo describe así: “Sus cabellos [de Jesús] eran blancos como la lana, o como la nieve, y sus ojos parecían llamas de fuego. Sus pies brillaban como bronce pulido, fundido en un horno; y su voz era tan fuerte como el ruido de una cascada” (Ap 1.14-15 – DHH). Los ojos como llamas de fuego indican que él lo ve todo, que con ellos puede ver el corazón del hombre sin que se le escape nada. Habla de la penetración de esa mirada hasta lo más íntimo de la persona más allá de los disfraces.
            Los pies como de bronce dan la idea de que él pisa fuerte. Es decir, habla de un poder inconmovible y autoridad, de control sobre los enemigos.
            Luego de su presentación, Cristo destaca las virtudes de esta iglesia. Sus ojos llameantes no veían sólo el error, sino también las fortalezas. Y son muchos los puntos fuertes de esta iglesia: obras en constante aumento, amor, fe, servicio y paciencia. ¡Cuánto quisiera que esto se pueda decir de mí! Es un excelente testimonio para la iglesia. Y Jesús no lo dice simplemente como una anestesia para luego darle con todo por sus errores. Era un elogio sincero, porque era la característica de la iglesia. Sí, había algunas personas en la iglesia que la pifiaron bien feo, pero no era toda la iglesia.
            Y esos errores y pecados que había en la iglesia son reprendidos fuertemente por el Señor. Él critica que no se está haciendo nada en contra de una mujer a la que Juan llama Jezabel. Es poco probable que se haya llamado realmente así, porque este nombre estaba muy cargado de cosas muy feas en la historia judía. Resulta que la Jezabel del Antiguo Testamento había traído mucha desgracia y maldición sobre el pueblo. Dice un comentarista: “Sabemos quién fue Jezabel, la esposa del rey Acab, rey de Israel: una mujer pagana, bruja, dominante, manipuladora y controladora que usó a su marido para hacer su voluntad en Israel. Lo que hizo en Israel fue directamente la obra del diablo: Introducir la injusticia, la corrupción y la idolatría en la nación. Primeramente, llevó a su marido a los cultos idolátricos, y luego a toda la nación, llevando al pueblo a la fornicación espiritual” (Miguel Rosell, “Apocalipsis: La revelación para estos días finales”). La mujer en Tiatira, a la que Jesús llama simbólicamente Jezabel, debe haber manifestado un espíritu parecido a la Jezabel del Antiguo Testamento.
            En primer lugar, ella decía ser una profetisa. Jesús, por la forma de expresarse, da a entender que ese era un título autoimpuesto, pero que era una profetisa falsa. Por eso, la Traducción en Lenguaje Actual (TLA) traduce muy bien: “Esa mujer anda diciendo que yo la envié…” (v. 20). Ella ejercía un fuerte poder sobre la gente. “Esa mujer obraba con presunta autoridad, y, por tanto, ordenaba a los demás lo que quería al tener gran influencia en muchos. … Esa mujer Jezabel, tenía una gran apariencia de espiritualidad y de piedad en sus maneras y palabras, especialmente de cara al pastor o anciano principal, … de modo que pasaba desapercibida su maldad” (Miguel Rosell). A alguien que viene con una enseñanza totalmente equivocada, fácilmente se le puede identificar y cortar su influencia. Pero alguien que sutilmente viene con un manto de espiritualidad, mezclando las mentiras con muchas cosas buenas y correctas, no es tan fácil de detectar, y uno puede ver su fruto recién después de bastante tiempo, cuando el daño causado ya es demasiado grande. Por eso Jesús le llama la atención a esta iglesia y le indica dónde está el cáncer que amenaza con destruir a toda la iglesia.
            ¿Y cuál fue el pecado de esa Jezabel? Por un lado, dice que seducía a la gente “a comer lo sacrificado a los ídolos” (v. 20 – RVC). Este era un constante problema para los cristianos en aquel tiempo. Gran parte de la carne que se vendía en las carnicerías era dedicada o sacrificada a algún ídolo o demonio. Los primeros cristianos tenían serios conflictos con si podían comer de esa carne o no. Pablo tuvo que dedicar 3 capítulos de su primera carta a los corintios a este tema. Para los cristianos de Tiatira se complicaba el asunto aún más por los gremios que había en la ciudad. No asociarse a un gremio era prácticamente un suicidio comercial. Asociarse significaba verse obligado a participar de las actividades del gremio, que muchas veces consistían en comidas en honor a algún dios pagano. Si comían o no comían carne en sus casas, era un asunto privado de cada uno. Pero tener que tomar postura públicamente en el gremio los exponía a una enorme tensión con resultados casi impredecibles. Pero Jezabel les decía que no se hagan problemas con eso, que coman con los demás socios del gremio, porque esto les traería beneficios comerciales. Es decir, tenían que sacrificar su conciencia y sus convicciones con el fin de obtener ganancias económicas. El fin justificaba los medios, según enseñaba Jezabel.
            En segundo lugar, Jesús la acusa de llevar a los hijos de Dios a cometer fornicación o prostitución. Los comentaristas no están seguros si eso se debe entender como fornicación física o espiritual. En muchas partes de la Biblia, la infidelidad a Dios es descrita como adulterio o fornicación. “Lo más probable es que Jezabel enseñara que un cristiano debe acomodarse al mundo; en otras palabras, impulsaba a la iglesia a la infidelidad espiritual que conduciría irremisiblemente a la fornicación física. … Bien puede ser que la enseñanza de Jezabel fuera que los cristianos no tienen necesidad de ser exclusivos en su culto a Jesucristo y, sobre todo, que no tienen por qué negarse a decir: «César es Señor,» y quemar la pizquita de incienso” (Barclay). “Parece evidente que esa mujer enseñaba lo que más adelante en el tiempo sería el gnosticismo: el cuerpo es el que peca, pero el espíritu no, y con que el cuerpo se quedará en la tierra y el espíritu se separará de él y subirá, no hay problema” (Miguel Rosell). Estas son enseñanzas totalmente antibíblicas. Es por eso que las enseñanzas y el ejemplo de vida de Jezabel alejaron a las personas de Dios, en vez de fomentar la intimidad con él.
            Es que cuando la relación con el Señor se debilita, nuestra carne se fortalece. Cuando nuestra concentración en las enseñanzas de la Palabra de Dios se desvanece, es capturada por las enseñanzas e ideologías del mundo. Encima uno se cree moderno, abierto, no más tan cuadrado. Es bueno y necesario ser abierto y moderno, siempre y cuando uno no lo considere superior a la observancia de los principios bíblicos. Y “moderno” no es solamente lo que dicta el mundo; la Biblia también es muy moderna. Es más actual que el diario de mañana. Lo que la ciencia proclama como el último grito de sus descubrimientos, ya estaba escrito en la Biblia hace miles de años. El error y pecado de Jezabel fue que quiso “ayudar” a la gente a desinhibirse, a no ser más esclavos de una mentalidad cerrada. Esto es posible que vuelva a ocurrir en cualquier momento, justamente, como dije, cuando perdemos el enfoque en la Palabra de Dios. Dice un comentarista: “Este tipo de personas, las que son manejadas por el espíritu de Jezabel, tristemente abundan en las iglesias. … Tienen don para ocuparse de las personas, pero usan ese don para satisfacerse a sí mismos, llegando a controlar, manipulando a los que caen en sus redes. Para ellos, el gran adversario es … aquél que representa a la autoridad de Dios; el delegado por Dios para dirigir una congregación o iglesia local. … Si no pueden enfrentarse directamente, intentarán hacerlo sutilmente, tal y como lo hacía la Jezabel de Tiatira” (Miguel Rosell). Algunas características de ese espíritu de Jezabel que actúa en familias, iglesias y naciones son: rebelión, acusación, manipulación, ansias de control, mentira, ira, arrogancia, “super espiritualidad”, chisme, críticas, etc. (vea: https://unciondeloalto.jimdo.com/identificando-los-espiritus/el-espíritu-de-jezabel/).
            Si bien eso es grave, el Señor no caerá sobre ningún jezabelino con rayos y centellas para destruirlo. Ese no es nuestro Dios. Más bien, con amor eterno nos ha amado, por lo cual nos ha extendido su misericordia (Jer 31.3). Es por eso que Jesús le ha dado a la Jezabel de Tiatira reiteradas oportunidades de arrepentirse. Él dice: “Le he dado tiempo para que se convierta, pero no quiere renunciar a su conducta licenciosa” (v. 21 – BLPH). ¿Por qué ella no quiso arrepentirse? Bueno, puede ser por lo rebelde y obstinada que era. Pero bien puede ser también porque estaba convencida de hacer lo correcto, así como Saulo perseguía a los cristianos, convencido que le hacía un favor a Dios. Les vuelvo a leer algunas expresiones de un comentarista al respecto: “Es muy difícil que una persona con ese espíritu se arrepienta. No es a causa del espíritu en sí, sino por cómo es su corazón. … Jezabel puede llegar a creer que tiene la verdad y que los demás están equivocados porque llega a creer que es el mismo Espíritu Santo el que le está hablando y guiando, y no se da cuenta de que, debido a su perverso corazón, no es Él quien está ahí, sino un demonio religioso poderoso. La Jezabel profetisa cree que tiene línea directa con Dios, por lo tanto, siempre menosprecia las razones de los demás cristianos, … a los cuales ve como que son de inferior calidad espiritual y compromiso” (Miguel Rosell). Sin embargo, la obra de Jezabel es incompatible con la del Espíritu Santo. El problema empeora, porque para una Jezabel (o un “Jezabelo”) es difícil arrepentirse, porque probablemente no se da cuenta de su ceguera y la oscuridad espiritual en la que se encuentra. Más bien cree ser la iluminada. Pero lo contradictorio es que, a pesar de su supuesta iluminación, ella la llama “los secretos profundos de Satanás” (v. 24 – DHH).
            Pero aún así, el Señor sabe tratar con personas con ese espíritu. Por eso Dios le da la oportunidad de arrepentirse. Aun Jezabel tuvo su oportunidad de cambiar su vida, pero no la aprovechó. Por eso viene el anuncio del castigo. Jesús indicó que la arrojaría “a un lecho de dolor” (v. 22 – BLA). Llama la atención el enorme contraste entre las dos “camas” de Jezabel. Antes se había revolcado en la cama del adulterio y fornicación, ahora estaría postrada en la cama de enfermedad, dolor y angustia.
            Pero no le sucederá sólo a ella, sino a todos los que siguieron sus enseñanzas y cometieron los mismos pecados que ella. También sufrirán las consecuencias juntamente con ella. Pero el Señor no mete a todos en la misma bolsa. Él dice que va a “retribuir a cada uno según sus obras” (v. 23 – BNP). Cada uno tendrá la oportunidad otra vez de volverse de su mal camino: “los que cometen adulterio con ella sufrirán terriblemente, a menos que se arrepientan y abandonen las maldades de ella” (v. 22 – NTV). La misericordia de Dios siempre viene antes de su juicio.
            Esta medida drástica de Dios no tiene solamente el propósito de castigar a los empecinados, sino debe servir también de amonestación a las demás iglesias: “Así todas las iglesias se darán cuenta de que yo conozco hasta el fondo la mente y el corazón” (v. 23 – DHH); se darán cuenta que él verdaderamente tiene ojos como llamas de fuego. El castigo de Dios será visible para los demás y debe disuadir a otros de no entrar en caminos torcidos.
            Pero no todos los de la iglesia le habían seguido a Jezabel. Aunque ella había ejercido una gran influencia en la iglesia, no la había dominado totalmente. A los que no habían caído bajo su dominio, el Señor los consuela que no pondría ninguna carga adicional sobre ellos. La carga de luchar por mantenerse firme y soportar a esa Jezabel ya era más que suficiente. Más bien, Jesús los anima a que perseveren en esa lucha por la santidad hasta el final (v. 25).
            Al que lo hace, Jesús le promete dar autoridad sobre las naciones. Jezabel había luchado por conseguir autoridad sobre parte de una iglesia, pero a los fieles a Cristo les es dada autoridad sobre las naciones. La verdadera autoridad no es algo que uno pueda exigir de los demás, sino es fruto de nuestra comunión con el Señor. O sea, la autoridad es la del Señor que fluye a través de los que son fieles a él. Todo lo demás es una lucha por poder que sólo trae maldición, dolor y separación.
            Esta promesa de autoridad sobre las naciones coincide con lo que Dios promete en el Salmo 2: “Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la tierra” (Sal 2.8 – BPD). Aquí se ve claramente que el verdadero poder, el poder espiritual sobre las naciones viene de Dios, no de ningún poder político ni económico. Además, los judíos siempre entendían este Salmo como una alusión al Mesías venidero. Él sería la verdadera fuente de autoridad sobre las naciones.
            Además, Jesús prometió al vencedor darle “la estrella de la mañana” (v. 28 – RVC). Si vamos al capítulo 22 de Apocalipsis, encontramos la clave para entender esta promesa. Ahí dice: “Yo, Jesús, … soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Ap 22.16 – RVC). Es decir, el vencedor tendrá la presencia de Cristo mismo para disfrutarla por toda la eternidad. El Señor está diciendo que al que venciere le hará partícipe de su gloria.
            ¿Qué diría una carta del Señor Jesús dirigida a la iglesia de Costa Azul? ¿Qué diría una carta del Señor Jesús dirigida a ti personalmente? No nos da el tiempo aquí, pero los desafío a que se lo pregunten al Señor. ¿Y cómo lo van a hacer? Necesitan buscarse un lugar y momento de mucha tranquilidad, alistar algo para escribir, concentrarse en el Señor y pedirle que le revele su mensaje para ustedes. Luego empiezan a escribir. Es carta del Señor, pero ustedes serán sus secretarios. Escriban lo que fluye a su mente y espíritu. Quizás requiera de algo de práctica, pero es un ejercicio muy, muy interesante y revelador. Yo lo he hecho, y vale la pena.
            Y pídanle que les revele también el estado de su corazón. Hay cosas que de repente no nos damos cuenta, así como Jezabel quizás no fue del todo consciente del daño que causaba su manera de ser y su enseñanza. O hemos perdido la sensibilidad espiritual para poder distinguir con nitidez entre el bien y el mal; entre la ventana correcta o la opuesta. Quizás hay algún espíritu de Jezabel que quiere apoderarse de nosotros. Entonces debemos renovar nuestra intimidad con el Señor para que podamos ver las cosas en su luz, Me gusta la actitud del salmista cuando pide perdón humildemente por sus pecados de los que no se dio cuenta: “¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas” (Sal 19.12 – NTV). Otra versión dice: “Nadie parece darse cuenta de los errores que comete. ¡Perdóname, Dios mío, los pecados que cometo sin darme cuenta” (TLA)! Solamente el Espíritu Santo puede abrirnos los ojos para ver lo que nosotros no somos capaces de reconocer por nosotros mismos. Les dejo entonces con dos tareas para la casa: la primera, escribir la carta que el Espíritu Santo pone en su mente y corazón como un mensaje de Cristo para ustedes; segunda, orar junto a David: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Sal 139.23-24 – NVI). Amén.


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