martes, 5 de diciembre de 2017

Al revés










            Quiero empezar mostrándoles un video, que probablemente para muchos será conocido. Es una escena del programa de búsqueda de talentos. Imagínense que la artista represente a Dios, el dibujo que está realizando es tu vida. A veces creemos entender lo que él está haciendo, pero después quedamos totalmente desconcertados y no entendemos más ni jota. Nada de lo que hace el artista tiene sentido, no es lógico, es totalmente al revés. Sólo son manchas feas que hacen que la oscuridad alrededor sea más grande, más amenazante, más negra. Los demás se burlan y nos desaprueban. Llegan a creer y a decir que somos un error. Cuánto más tiempo pasa, peor es la situación. Pero Dios no terminó todavía. De golpe él da vuelta al cuadro de nuestra vida y sale a relucir algo tremendamente bello que él ha diseñado sin que sepamos qué es lo que él se traía bajo la manga. ¡Efectivamente, él lo hacía todo al revés!
            ¡Cuán desesperante pueden ser situaciones que se están desarrollando totalmente al revés de lo que uno quisiera! Y no es simplemente porque yo quiero que sean diferentes, sino que son situaciones verdaderamente graves que pueden alterar gravemente mi vida o la de otras personas. Parece que todos los demonios andan sueltos y que el mundo de las tinieblas se nos viene encima como tsunami, arrastrándonos a la destrucción total. Como iglesia hemos pasado momentos angustiosos cuando se enfermó gravemente la hermana de Rodrigo, cuando se accidentó Isael, cuando se tomó el colegio Ñandejara y muchas otras situaciones más que nos llevaría un buen rato enumerarlas todas. Y uno grita desesperado al Señor, deseando con todas las fuerzas que un rayo de luz caiga del cielo cambiando radicalmente la angustia que estamos viviendo. Deseando que él le dé vuelta al cuadro para que podamos ver lo que está haciendo. Pero El Artista no terminó todavía. Si da vuelta el cuadro antes de tiempo, se pierde el efecto, nosotros perdemos el interés y la dependencia, y el cuadro pierde su razón de ser. Pero la angustia que vivimos hace que perdamos la paciencia y apretamos el botón rojo de la desaprobación de lo que hace El Artista. Pero El Artista no terminó todavía. Esta situación ha sido tan solamente una parte de un cuadro mucho más grande. Cuando lleguemos a ver todo el cuadro, vamos a decir: “¡Qué hermoso detalle constituye en este cuadro aquel episodio que yo pensé que Dios se olvidó de darle vuelta al cuadro!” Y nos avergonzaremos profundamente haber apretado el botón rojo antes de tiempo, como sucedió en la continuación de este video.
            Para la reina Ester también todo estaba al revés. Ella vivió la angustia de su vida. Un decreto presidencial había ordenado la aniquilación de todo judío que había en el imperio. Ella no tenía posibilidades de comparecer ante el rey sin ser llamada, pero lo tuvo que hacer, poniendo en riesgo su propia vida. Aparte estaba la estrategia de qué manera ella presentaría su congoja ante el rey para que él la escuche. Eran situaciones verdaderamente terribles. Encima, Dios parecía estar tan oculto como lo es en todo el libro de Ester: no se le menciona ni una vez. Sólo se veían manchas feas que hacían que la oscuridad sea más aterradora todavía. Pero en realidad, Dios estaba pintando el cuadro al revés. Estaba tejiendo los hilos de la historia de tal manera que nadie notaba nada todavía al principio. Pero de repente dio vuelta la pintura, y se notó que él tuvo todo bajo control y sabía perfectamente qué era lo que estaba haciendo, ¡había sido!
            Ya habíamos visto que el rey le extendió su gracia a Ester, cuando en realidad el protocolo de la época la condenaba a muerte. Pero en ese momento, ella no presentó todavía su petición al rey, sino simplemente lo invitó a él y a Amán a un banquete en su casa. Incluso ni en ese banquete todavía no dijo lo que pesaba sobre su corazón, sino invitó a ambos a otro segundo banquete el día siguiente. No sabemos por qué ella procedió de esa manera, pero Dios usó estas circunstancias para hacer trazo tras trazo, dibujando un cuadro precioso que finalmente daría a conocer. Y fue ahí cuando los sucesos dramáticos finales de la historia de Ester empezaron a tomar su rumbo. Resulta que Amán, el que tanto odió a los judíos, volvió contento del banquete, porque haber sido el único invitado aparte del rey era una honra que nadie más tenía. Pero, esa su alegría tuvo un final muy violento cuando, de regreso a su casa, vio a Mardoqueo que ni siquiera se movió cuando pasó Amán, el cuate íntimo del rey, el único invitado especial de la reina. Mardoqueo lo ignoró totalmente. Eso hizo subir tanto la furia de Amán, que reunió a su esposa y amigos para contarles del comportamiento de ese desgraciado de Mardoqueo. “Entonces su esposa Zeres y todos sus amigos le aconsejaron: —Manda construir una horca de unos veintidós metros de altura. Luego, mañana por la mañana, le dirás al rey que haga colgar a Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en compañía del rey. Este consejo le agradó a Amán, y mandó a construir la horca” (Est 5.14 – TLA). Las fuerzas de las tinieblas arrasan sin freno. ¿Y Dios? Bien, gracias. Sigue dibujando manchas feas que destruyen el cuadro. Parece que los poderes infernales lograron atarle las manos para que no pueda hacer absolutamente nada. Pero él esperó no más el momento en que el conjuro diabólico contra su pueblo llegue a un clímax, para luego destruirlo de un golpe y dar vuelta el cuadro al revés. Silenciosamente, sin llamar la atención alguna, sin que nadie se dé cuenta de lo que ocurrió, de modo que pareciera coincidencia, suerte, casualidad, “cosas de la vida”, o cualquier otro nombre que la gente pueda darle, Dios empezó a mover una pieza, luego otra y otra, hasta que de repente se arme el rompecabezas completo, ya terminado, sin que nadie se diera cuenta de lo que estaba cocinándose. “Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y pidió que le llevaran el libro de las memorias y crónicas, y que se las leyeran” (6.1 – RVC). ¿Por qué se le fue el sueño? ¿Por qué no ocurrió ni una noche antes ni una noche después? ¿Por qué quiso leer esas memorias? Quizás porque eran tan aburridas que le dé sueño otra vez. Todo podría haber ocurrido de mil maneras diferentes a como ocurrieron ahora. Estas fueron las primeras movidas del Señor para presentar luego un hermoso cuadro. Fíjense como continúan las “casualidades” y “cosas del azar de la vida”: “Se encontró entonces escrito que Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos de los eunucos del rey y guardianes de la puerta, que habían hecho planes contra el rey Asuero” (6.2 – RVC). Seguro que en estas memorias estaban escritas muchísimas cosas. ¿Por qué leyeron precisamente lo que hizo Mardoqueo? Nada, absolutamente nada, de lo que ocurrió en la historia de Ester —¡y de lo que ocurre en tu vida!— es casualidad. “Pero no entiendo nada.” Ah, esa es otra cosa. ¿Quién te dijo que debías entender cada movida que Dios hace en tu vida? Él es Dios. Él sabe lo que hace. Espera a que él dé vuelta a tu cuadro. Yo me imagino a Dios riéndose para sus adentros por ese gozo anticipado, sabiendo qué iba a resultar finalmente de todo; qué caos iba a ocasionar en el reino de las tinieblas. ¿Podemos ver ya lo que empieza a ocurrir? Amán, y todos los poderes ocultos, trataban de destruir pieza por pieza a los judíos, pueblo de Dios, empezando por Mardoqueo y Ester. Pero Dios hizo que en precisamente el instante en que bajaron ya la mano para el primer golpe, su mano se estrellara con fuerza contra el brazo que Dios puso alrededor de su pueblo. Fue en ese momento que Mardoqueo entró en el centro de atención del rey. Se le leyó al rey el registro de cómo ese judío le había salvado la vida en una oportunidad. “Y preguntó el rey: «¿Qué honra o qué distinción se le hizo a Mardoqueo por este servicio?» Y los servidores del rey, sus oficiales, respondieron: «No se le ha hecho ninguna distinción.» En eso dijo el rey: «¿Quién anda en el patio?» Amán había venido al patio exterior de la casa real, pues quería hablar con el rey para pedirle que mandara colgar a Mardoqueo en la horca que ya le tenía preparada” (6.3-4 – RVC). Ya la mente del rey y la de Amán estaban tomando rumbos totalmente diferentes: uno pensaba en distinguir a Mardoqueo, el otro en colgarlo. Si el rey no hubiera tenido su insomnio, Mardoqueo ya estaría flotando entre cielo y tierra a más de 20 metros del suelo.
            Pero a esta altura nadie todavía se dio cuenta de la movida de Dios en el asunto. El rey hizo entrar a Amán y le preguntó: «¿Qué debe hacerse con el hombre a quien el rey desea honrar?» Y Amán pensó: «¿A quién más puede el rey querer honrar, sino a mí?» (6.6 – RVC). En el mundo de Amán no cabía otro que él mismo. Y motivado por su sed de grandeza y, a la vez, su ceguera, ingenió un plan de los más majestuosos de cómo el rey podría honrar a una persona a la vista de todo el pueblo: tratarlo como si fuera el rey mismo, hacerle pasear por las calles, gritando: “Así se hace al hombre a quien el rey quiere honrar” (6.9 – NBLH). Y ahí viene el primer golpe durísimo para Amán: “Pues date prisa, toma la túnica y el caballo, tal como has dicho, y haz eso mismo con el judío Mardoqueo, que está sentado a la puerta del palacio. No dejes de cumplir ningún detalle de los que has dicho” (6.10 – DHH). Peor humillación no podría haber para Amán: 1.) No era él el honrado, había sido; 2.) el honrado sería su archienemigo, el más odiado entre todos los seres humanos; 3.) él mismo tendría que realizar esta acción. Con esto se inició su caída libre al vacío que terminó con su estrellamiento contra el piso que significó literalmente su muerte.
            Pero a Amán no le quedó otra que llevar a cabo la orden del rey, sin titubear ni objetar. Esta acción tuvo efectos muy diferentes sobre Mardoqueo y sobre Amán. Mientras a Mardoqueo parece que no le tocó las emociones ni en lo más mínimo, Amán se quería morir: “Después de eso, Mardoqueo regresó a la puerta del palacio del rey [como si nada hubiera pasado], mientras que Amán corrió a su casa con la cabeza cubierta, todo avergonzado” (6.12 – PDT). Y su familia y amigos proclamaron una profecía sobre él que se cumplió pocas horas después: “Si Mardoqueo es judío, no pienses que lo podrás vencer. Al contrario, esto es apenas el comienzo de tu derrota total. Mientras estaban hablando, llegaron los guardias del rey y se llevaron a Amán al banquete que Ester había preparado” (6.13-14 – TLA).
            En esa oportunidad llegó el momento en que Ester tenía que revelar cuál era el quebranto que la empujaba a ir incluso en contra del protocolo tan estricto de los persas: “Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si le parece bien, mi deseo es que me conceda la vida. Mi petición es que se compadezca de mi pueblo. Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para exterminio, muerte y aniquilación. Si sólo se nos hubiera vendido como esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar a Su Majestad. El rey le preguntó: ¿Y quién es ése que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está? ¡El adversario y enemigo es este miserable de Amán! respondió Ester. Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina” (7.3-6 – NVI). ¡Bueno, ya salió lo que le apretaba el pecho! Se ve que el rey no se había enterado de lo que se estaba tramando, ni quién tenía ahí sus manos en juego. Y al parecer, ni Amán se dio cuenta al inicio de cuál era el objetivo de Ester con sus declaraciones. Por eso, cuando ella lo denunció ante el rey, le agarró el pánico. Se dio cuenta que su caída libre estaba llegando peligrosamente cerca al fondo rocoso sobre el cual se estrellaría irremediablemente si no ocurría algún milagro: “Asuero se levantó lleno de ira y, abandonando la sala donde estaban celebrando el banquete, salió al jardín del palacio. Pero Amán, al darse cuenta de que el rey había decidido condenarlo a muerte, se quedó en la sala para rogar a la reina Ester que le salvara la vida” (7.7 – DHH). Del hombre de confianza que parecía tener todo el poder a su favor, Amán pasó a ser un condenado a muerte en cuestión de pocas horas. El rey ordenó colgarlo de la horca que él mismo había construido con el fin de colgar en ella a Mardoqueo. Nunca habrá sospechado que él mismo sería el que inauguraría su obra de arte.
            Cuando Dios interviene a favor de su pueblo, nada ni nadie puede hacerle frente. No importa cuán imposibles te parezcan las circunstancias, Dios hace lo que ningún ser humano puede hacer, si eso corresponde a su plan para sus hijos. Mardoqueo, que en los planes de los poderes de las tinieblas estaba destinado a la muerte, fue elevado al funcionario de honor y mano derecha de Asuero, puesto que hasta entonces había ocupado Amán. Como no se pudo anular una ley ya decretada, se les permitió a los judíos protegerse ese día y contraatacar a sus enemigos. Todo esto llevó a una fiesta que los judíos han celebrado por siglos en conmemoración de tan grande suceso de manos de Dios.
            ¿Cuál es el cuadro que Dios está pintando al revés en tu vida? ¿Tienes ahora situaciones imposibles? ¿Situaciones en que todos los cálculos no cierran? ¿Situaciones que te tienen desesperados? ¿Suceden las cosas al revés en tu vida? ¡Entonces gózate, porque El Artista está muy concentrado en pintar tu vida de manera increíble! Entrega estas situaciones al revés al Señor. Él es tu poderoso gigante, tu guerrero, que va delante de ti abriendo camino y peleando la batalla por ti. Dios dijo a Josafat: “En este caso, ustedes no tienen por qué pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a salvar” (2 Cr 20.17 – RVC). El Señor peleará por ti y te dará el resultado que él desea para ti. Quizás no será el resultado que tanto habías deseado, pero será su paz sobrenatural en ti y que te capacita para aceptar cualquier otro resultado que pueda venir. No te impacientes. No le aprietes el botón rojo. Más bien llénate de expectativa gozosa por ver qué resultará de todas esas manchas en tu vida. ¡Y cuando él dé vuelta al cuadro al revés, será incomparablemente más sublime y hermoso de lo que jamás te hayas podido imaginar!


No hay comentarios:

Publicar un comentario