Quiero empezar mostrándoles un
video, que probablemente para muchos será conocido. Es una escena del programa
de búsqueda de talentos. Imagínense que la artista represente a Dios, el dibujo
que está realizando es tu vida. A veces creemos entender lo que él está
haciendo, pero después quedamos totalmente desconcertados y no entendemos más
ni jota. Nada de lo que hace el artista tiene sentido, no es lógico, es
totalmente al revés. Sólo son manchas feas que hacen que la oscuridad alrededor
sea más grande, más amenazante, más negra. Los demás se burlan y nos
desaprueban. Llegan a creer y a decir que somos un error. Cuánto más tiempo
pasa, peor es la situación. Pero Dios no terminó todavía. De golpe él da vuelta
al cuadro de nuestra vida y sale a relucir algo tremendamente bello que él ha
diseñado sin que sepamos qué es lo que él se traía bajo la manga.
¡Efectivamente, él lo hacía todo al revés!
¡Cuán desesperante pueden ser
situaciones que se están desarrollando totalmente al revés de lo que uno
quisiera! Y no es simplemente porque yo quiero que sean diferentes, sino que
son situaciones verdaderamente graves que pueden alterar gravemente mi vida o
la de otras personas. Parece que todos los demonios andan sueltos y que el
mundo de las tinieblas se nos viene encima como tsunami, arrastrándonos a la
destrucción total. Como iglesia hemos pasado momentos angustiosos cuando se
enfermó gravemente la hermana de Rodrigo, cuando se accidentó Isael, cuando se
tomó el colegio Ñandejara y muchas otras situaciones más que nos llevaría un
buen rato enumerarlas todas. Y uno grita desesperado al Señor, deseando con
todas las fuerzas que un rayo de luz caiga del cielo cambiando radicalmente la
angustia que estamos viviendo. Deseando que él le dé vuelta al cuadro para que
podamos ver lo que está haciendo. Pero El Artista no terminó todavía. Si da
vuelta el cuadro antes de tiempo, se pierde el efecto, nosotros perdemos el
interés y la dependencia, y el cuadro pierde su razón de ser. Pero la angustia
que vivimos hace que perdamos la paciencia y apretamos el botón rojo de la
desaprobación de lo que hace El Artista. Pero El Artista no terminó todavía.
Esta situación ha sido tan solamente una parte de un cuadro mucho más grande.
Cuando lleguemos a ver todo el cuadro, vamos a decir: “¡Qué hermoso detalle
constituye en este cuadro aquel episodio que yo pensé que Dios se olvidó de
darle vuelta al cuadro!” Y nos avergonzaremos profundamente haber apretado el
botón rojo antes de tiempo, como sucedió en la continuación de este video.
Para la reina Ester también todo
estaba al revés. Ella vivió la angustia de su vida. Un decreto presidencial
había ordenado la aniquilación de todo judío que había en el imperio. Ella no
tenía posibilidades de comparecer ante el rey sin ser llamada, pero lo tuvo que
hacer, poniendo en riesgo su propia vida. Aparte estaba la estrategia de qué
manera ella presentaría su congoja ante el rey para que él la escuche. Eran
situaciones verdaderamente terribles. Encima, Dios parecía estar tan oculto
como lo es en todo el libro de Ester: no se le menciona ni una vez. Sólo se
veían manchas feas que hacían que la oscuridad sea más aterradora todavía. Pero
en realidad, Dios estaba pintando el cuadro al revés. Estaba tejiendo los hilos
de la historia de tal manera que nadie notaba nada todavía al principio. Pero
de repente dio vuelta la pintura, y se notó que él tuvo todo bajo control y
sabía perfectamente qué era lo que estaba haciendo, ¡había sido!
Ya habíamos visto que el rey le
extendió su gracia a Ester, cuando en realidad el protocolo de la época la
condenaba a muerte. Pero en ese momento, ella no presentó todavía su petición
al rey, sino simplemente lo invitó a él y a Amán a un banquete en su casa.
Incluso ni en ese banquete todavía no dijo lo que pesaba sobre su corazón, sino
invitó a ambos a otro segundo banquete el día siguiente. No sabemos por qué
ella procedió de esa manera, pero Dios usó estas circunstancias para hacer
trazo tras trazo, dibujando un cuadro precioso que finalmente daría a conocer.
Y fue ahí cuando los sucesos dramáticos finales de la historia de Ester
empezaron a tomar su rumbo. Resulta que Amán, el que tanto odió a los judíos,
volvió contento del banquete, porque haber sido el único invitado aparte del
rey era una honra que nadie más tenía. Pero, esa su alegría tuvo un final muy
violento cuando, de regreso a su casa, vio a Mardoqueo que ni siquiera se movió
cuando pasó Amán, el cuate íntimo del rey, el único invitado especial de la
reina. Mardoqueo lo ignoró totalmente. Eso hizo subir tanto la furia de Amán,
que reunió a su esposa y amigos para contarles del comportamiento de ese
desgraciado de Mardoqueo. “Entonces su
esposa Zeres y todos sus amigos le aconsejaron: —Manda construir una horca de
unos veintidós metros de altura. Luego, mañana por la mañana, le dirás al rey
que haga colgar a Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en
compañía del rey. Este consejo le agradó a Amán, y mandó a construir la horca”
(Est 5.14 – TLA). Las fuerzas de las tinieblas arrasan sin freno. ¿Y Dios?
Bien, gracias. Sigue dibujando manchas feas que destruyen el cuadro. Parece que
los poderes infernales lograron atarle las manos para que no pueda hacer
absolutamente nada. Pero él esperó no más el momento en que el conjuro
diabólico contra su pueblo llegue a un clímax, para luego destruirlo de un
golpe y dar vuelta el cuadro al revés. Silenciosamente, sin llamar la atención
alguna, sin que nadie se dé cuenta de lo que ocurrió, de modo que pareciera
coincidencia, suerte, casualidad, “cosas de la vida”, o cualquier otro nombre
que la gente pueda darle, Dios empezó a mover una pieza, luego otra y otra,
hasta que de repente se arme el rompecabezas completo, ya terminado, sin que
nadie se diera cuenta de lo que estaba cocinándose. “Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y pidió que le llevaran
el libro de las memorias y crónicas, y que se las leyeran” (6.1 – RVC).
¿Por qué se le fue el sueño? ¿Por qué no ocurrió ni una noche antes ni una
noche después? ¿Por qué quiso leer esas memorias? Quizás porque eran tan aburridas
que le dé sueño otra vez. Todo podría haber ocurrido de mil maneras diferentes
a como ocurrieron ahora. Estas fueron las primeras movidas del Señor para
presentar luego un hermoso cuadro. Fíjense como continúan las “casualidades” y
“cosas del azar de la vida”: “Se encontró
entonces escrito que Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de
Teres, dos de los eunucos del rey y guardianes de la puerta, que habían hecho
planes contra el rey Asuero” (6.2 – RVC). Seguro que en estas memorias
estaban escritas muchísimas cosas. ¿Por qué leyeron precisamente lo que hizo
Mardoqueo? Nada, absolutamente nada, de lo que ocurrió en la historia de Ester
—¡y de lo que ocurre en tu vida!— es casualidad. “Pero no entiendo nada.” Ah,
esa es otra cosa. ¿Quién te dijo que debías entender cada movida que Dios hace
en tu vida? Él es Dios. Él sabe lo que hace. Espera a que él dé vuelta a tu
cuadro. Yo me imagino a Dios riéndose para sus adentros por ese gozo
anticipado, sabiendo qué iba a resultar finalmente de todo; qué caos iba a
ocasionar en el reino de las tinieblas. ¿Podemos ver ya lo que empieza a
ocurrir? Amán, y todos los poderes ocultos, trataban de destruir pieza por
pieza a los judíos, pueblo de Dios, empezando por Mardoqueo y Ester. Pero Dios
hizo que en precisamente el instante en que bajaron ya la mano para el primer
golpe, su mano se estrellara con fuerza contra el brazo que Dios puso alrededor
de su pueblo. Fue en ese momento que Mardoqueo entró en el centro de atención
del rey. Se le leyó al rey el registro de cómo ese judío le había salvado la
vida en una oportunidad. “Y preguntó el
rey: «¿Qué honra o qué distinción se le hizo a Mardoqueo por este servicio?» Y
los servidores del rey, sus oficiales, respondieron: «No se le ha hecho ninguna
distinción.» En eso dijo el rey: «¿Quién anda en el patio?» Amán había venido
al patio exterior de la casa real, pues quería hablar con el rey para pedirle
que mandara colgar a Mardoqueo en la horca que ya le tenía preparada”
(6.3-4 – RVC). Ya la mente del rey y la de Amán estaban tomando rumbos
totalmente diferentes: uno pensaba en distinguir a Mardoqueo, el otro en
colgarlo. Si el rey no hubiera tenido su insomnio, Mardoqueo ya estaría
flotando entre cielo y tierra a más de 20 metros del suelo.
Pero a esta altura nadie todavía se
dio cuenta de la movida de Dios en el asunto. El rey hizo entrar a Amán y le
preguntó: «¿Qué debe hacerse con el
hombre a quien el rey desea honrar?» Y Amán pensó: «¿A quién más puede el rey
querer honrar, sino a mí?» (6.6 – RVC). En el mundo de Amán no cabía otro
que él mismo. Y motivado por su sed de grandeza y, a la vez, su ceguera,
ingenió un plan de los más majestuosos de cómo el rey podría honrar a una
persona a la vista de todo el pueblo: tratarlo como si fuera el rey mismo,
hacerle pasear por las calles, gritando: “Así
se hace al hombre a quien el rey quiere honrar” (6.9 – NBLH). Y ahí viene
el primer golpe durísimo para Amán: “Pues
date prisa, toma la túnica y el caballo, tal como has dicho, y haz eso mismo
con el judío Mardoqueo, que está sentado a la puerta del palacio. No dejes de
cumplir ningún detalle de los que has dicho” (6.10 – DHH). Peor humillación
no podría haber para Amán: 1.) No era él el honrado, había sido; 2.) el honrado
sería su archienemigo, el más odiado entre todos los seres humanos; 3.) él
mismo tendría que realizar esta acción. Con esto se inició su caída libre al
vacío que terminó con su estrellamiento contra el piso que significó
literalmente su muerte.
Pero a Amán no le quedó otra que
llevar a cabo la orden del rey, sin titubear ni objetar. Esta acción tuvo
efectos muy diferentes sobre Mardoqueo y sobre Amán. Mientras a Mardoqueo
parece que no le tocó las emociones ni en lo más mínimo, Amán se quería morir: “Después de eso, Mardoqueo regresó a la
puerta del palacio del rey [como si nada hubiera pasado], mientras que Amán corrió a su casa con la
cabeza cubierta, todo avergonzado” (6.12 – PDT). Y su familia y amigos
proclamaron una profecía sobre él que se cumplió pocas horas después: “Si Mardoqueo es judío, no pienses que lo
podrás vencer. Al contrario, esto es apenas el comienzo de tu derrota total. Mientras
estaban hablando, llegaron los guardias del rey y se llevaron a Amán al
banquete que Ester había preparado” (6.13-14 – TLA).
En esa oportunidad llegó el momento
en que Ester tenía que revelar cuál era el quebranto que la empujaba a ir
incluso en contra del protocolo tan estricto de los persas: “Si me he ganado el favor de Su Majestad, y
si le parece bien, mi deseo es que me conceda la vida. Mi petición es que se
compadezca de mi pueblo. Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para
exterminio, muerte y aniquilación. Si sólo se nos hubiera vendido como
esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo
suficiente para inquietar a Su Majestad. El rey le preguntó: ¿Y quién es ése
que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está? ¡El adversario
y enemigo es este miserable de Amán! respondió Ester. Amán quedó aterrorizado
ante el rey y la reina” (7.3-6 – NVI). ¡Bueno, ya salió lo que le apretaba
el pecho! Se ve que el rey no se había enterado de lo que se estaba tramando,
ni quién tenía ahí sus manos en juego. Y al parecer, ni Amán se dio cuenta al
inicio de cuál era el objetivo de Ester con sus declaraciones. Por eso, cuando ella
lo denunció ante el rey, le agarró el pánico. Se dio cuenta que su caída libre
estaba llegando peligrosamente cerca al fondo rocoso sobre el cual se
estrellaría irremediablemente si no ocurría algún milagro: “Asuero se levantó lleno de ira y, abandonando la sala donde estaban
celebrando el banquete, salió al jardín del palacio. Pero Amán, al darse cuenta
de que el rey había decidido condenarlo a muerte, se quedó en la sala para
rogar a la reina Ester que le salvara la vida” (7.7 – DHH). Del hombre de
confianza que parecía tener todo el poder a su favor, Amán pasó a ser un
condenado a muerte en cuestión de pocas horas. El rey ordenó colgarlo de la
horca que él mismo había construido con el fin de colgar en ella a Mardoqueo.
Nunca habrá sospechado que él mismo sería el que inauguraría su obra de arte.
Cuando Dios interviene a favor de su
pueblo, nada ni nadie puede hacerle frente. No importa cuán imposibles te
parezcan las circunstancias, Dios hace lo que ningún ser humano puede hacer, si
eso corresponde a su plan para sus hijos. Mardoqueo, que en los planes de los
poderes de las tinieblas estaba destinado a la muerte, fue elevado al
funcionario de honor y mano derecha de Asuero, puesto que hasta entonces había
ocupado Amán. Como no se pudo anular una ley ya decretada, se les permitió a
los judíos protegerse ese día y contraatacar a sus enemigos. Todo esto llevó a
una fiesta que los judíos han celebrado por siglos en conmemoración de tan
grande suceso de manos de Dios.
¿Cuál es el cuadro que Dios está
pintando al revés en tu vida? ¿Tienes ahora situaciones imposibles?
¿Situaciones en que todos los cálculos no cierran? ¿Situaciones que te tienen
desesperados? ¿Suceden las cosas al revés en tu vida? ¡Entonces gózate, porque
El Artista está muy concentrado en pintar tu vida de manera increíble! Entrega
estas situaciones al revés al Señor. Él es tu poderoso gigante, tu guerrero,
que va delante de ti abriendo camino y peleando la batalla por ti. Dios dijo a
Josafat: “En este caso, ustedes no tienen
por qué pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va
a salvar” (2 Cr 20.17 – RVC). El Señor peleará por ti y te dará el
resultado que él desea para ti. Quizás no será el resultado que tanto habías
deseado, pero será su paz sobrenatural en ti y que te capacita para aceptar
cualquier otro resultado que pueda venir. No te impacientes. No le aprietes el
botón rojo. Más bien llénate de expectativa gozosa por ver qué resultará de
todas esas manchas en tu vida. ¡Y cuando él dé vuelta al cuadro al revés, será
incomparablemente más sublime y hermoso de lo que jamás te hayas podido
imaginar!
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